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“Ya estamos abiertos”, dicen los carteles de supermercados y pequeños negocios de Acapulco.
Con información de BBC News Mundo
“Ya estamos abiertos”, dicen los carteles de supermercados y pequeños negocios de Acapulco.
Los comerciantes insisten en el “ya” porque ha pasado más de un mes desde que el huracán Otis destruyera gran parte de la ciudad balneario, que sigue desolada pero empieza a ofrecer algunos signos vitales.
En diciembre empieza la temporada fuerte de turismo en la ciudad del Pacífico mexicano, pero este año será muy diferente, aunque ya están empezando a llegar los primeros visitantes.
“Acapulco vive del turismo, la mejor forma de ayudar en su recuperación es venir aquí de vacaciones, quedarnos en los hoteles, comer en los restaurantes que comienzan a abrir, darles trabajo”, dice a BBC Mundo Genoveva Alamilla, una de las primeras turistas que visitan el puerto tras el huracán Otis, el más fuerte en impactar las costas del Pacífico mexicano.
El 25 de octubre Otis arrasó Acapulco. Según las cifras oficiales, cuestionadas por algunos, 50 personas perdieron la vida y una treintena siguen desaparecidas. Miles y miles de familias lo perdieron absolutamente todo.
Y aunque los trabajos de limpieza se realizan a marchas forzadas y han avanzado mucho, la destrucción es todavía evidente por todas partes.
Hay montañas de escombros, muchos árboles tirados, los hoteles con los vidrios rotos y mostrando sus entrañas.
Aun así, en un escenario todavía devastador, empiezan a surgir tímidamente los carteles que anuncian “estamos abiertos”.
Uno de ellos es el restaurante La Cabaña, en la playa de Caleta. “Necesitamos que ya vengan los turistas, sabemos que no estamos al 100%, pero tenemos que abrir, de ello depende nuestra supervivencia”, dice el mesero Félix Rosario.
Detrás de él, las palas mecánicas retiran una enorme montaña de escombros que tapa el acceso a la playa.
“Los acapulqueños van superando el duelo y poniendo en pie al puerto, tenemos que apoyarlos. Además, los primeros en venir hemos tenido ventajas: la playa está muy limpia y con muy poca gente. Hay mucha seguridad, con la Guardia Nacional patrullando constantemente”, dice Genoveva.
Aunque todavía sean muy pocos, los visitantes dan esperanza a Acapulco, pues los ingresos del 87% de sus habitantes dependen del turismo, según la presidenta municipal, Abelina López.
El huracán sorprendió con su fuerza devastadora, pese a que el puerto ya conocía desastres naturales. “Habíamos sufrido terremotos y huracanes, pero nada como Otis. Fueron momentos de terror y vimos tan de cerca la muerte que ahora nos sentimos más vivos y queremos salir adelante”, dice Félix, el mesero.
62 hoteles cerrados
Para Félix, como para muchos acapulqueños, la esperanza es que las cosas mejoren en diciembre, la época tradicionalmente más concurrida de Acapulco.
En los años pasados, el puerto recibía en estas fechas más de un millón de turistas, afirma a BBC Mundo el presidente de la Asociación de Hoteles y Empresas Turísticas de Acapulco, Alejandro Domínguez. Pero este diciembre “será totalmente atípico”, asegura.
Los hoteles del puerto suman 18.000 habitaciones y de los 62 hoteles de la asociación todavía no hay ninguno abierto. “Empiezan a abrir algunos pequeños del centro, pero ningún hotel grande, ninguna cadena”, explica.
Habla con una cautela que contrasta con el entusiasmo de los primeros visitantes. Dice que por ahora todavía no hay las condiciones para recibir gente: quedan escombros dentro de los hoteles, necesitan reparaciones y los suministros de agua y electricidad todavía no están al 100%.
Los grandes hoteles comenzarán a abrir a partir del 15 de diciembre y dice que para esas fechas estarán disponibles unas 1.500 habitaciones.
Y asegura que los esfuerzos seguirán para principios de 2024, donde habrá dos eventos importantes: el Abierto Mexicano de Tenis, a finales de febrero, y el Tianguis Turístico, un eventos para profesionales del sector, en abril.
“Es una gran oportunidad para que podamos acelerar los procesos de recuperación. Nos queda una gran responsabilidad de tener para entonces 3.500 habitaciones en funcionamiento y con todos los servicios”, dice el presidente de la asociación.
De la oferta “extrahotelera”, que son unas 40.000 casas en renta, explica que también la mayoría quedó afectada.
La Secretaría de Turismo del Estado publicó ya el 10 de noviembre una lista con 31 hoteles con habitaciones disponibles.
“Aquí los turistas son bienvenidos, su visita será lo que nos ayude a continuar. Nosotros tenemos 49 habitaciones, de ellas 35 están ocupadas”, dice Daniel Gallardo, recepcionista del Hotel Lissette.
La mayoría de sus huéspedes son gente que ha venido a trabajar en la reconstrucción y los turistas son sobre todo capitalinos, gente que conoce y ama al puerto.
Antes del huracán, el turismo era 95% nacional y de ellos el 80% proveniente de Ciudad de México, según datos de la Asociación de Hoteles y Empresas Turísticas.
Genoveva Alamilla dice que visita el puerto unas seis veces al año.
“Mi familia le tiene un gran amor a Acapulco y tenemos muchos recuerdos: aquí tiramos al mar las cenizas de mi mamá y mi hijo. Ahora traigo a mi nieta para que también ame este lugar”, dice señalando orgullosa a la niña pequeña que juega en las olas.
Es la única persona en el agua, una imagen muy poco común en esta playa que casi siempre estaba abarrotada.
Esta es la segunda vez que Genoveva y su familia viene después del huracán. La primera fue a mediados de noviembre, a llevar ayuda a los damnificados. Asegura que en solo una semana vio un gran avance en la limpieza y en la apertura de los negocios.
¿Qué encuentran los turistas?
Juan Carlos Ruiz llegó con su familia de ocho personas desde California, Estados Unidos. Tenían el viaje programado antes del huracán y decidieron no cancelarlo.
“Oíamos que los acapulqueños la estaban pasando muy mal y quisimos ayudarlos con nuestro granito de arena. No sabíamos cómo iban a estar las cosas. Nos cancelaron el hotel, explicándonos que estaban cerrados por los daños. Y hablamos a varios Airbnb que no estaban en condiciones, pero encontramos uno en el que la pasamos muy bien”, dice.
Bromea que el único inconveniente es que no todavía tenía internet, pero incluso eso hizo que la familia conviviera más, cuenta entre risas.
Otros inconvenientes que nombran los turistas entrevistados son: la circulación vehicular interrumpida por los trabajos de limpieza y por la falta de semáforos a causa del huracán; que algunos negocios solo aceptan el pago con efectivo porque no funcionan las terminales; o que el servicio de electricidad y de teléfono celular puede faltar en algunos momentos del día.
“Pero los que venimos a visitar tras un desastre de estas dimensiones sabemos que estos no son en realidad grandes problemas comparados con los que enfrentan los locales”, admite Ruiz.
“Nos dio mucha tristeza ver todo el desastre, no era el Acapulco que conocíamos. Pero, a la vez, nos dio alegría ver a toda la gente trabajando juntos, levantando los escombros. En todos lados se portaron muy amables, los acapulqueños son gente muy linda”, dice Carlos Ruiz.
También su familia tiene una historia de amor con Acapulco: “He venido aquí desde niño, era la playa favorita de mi papá y no habíamos vuelto desde hace 5 años que él falleció”.
La inseguridad es la preocupación de muchos capitalinos para volver al puerto, sobre todo después de ver las imágenes de los saqueos que se vivieron tras el huracán. Sin embargo, la situación se controló y la guardia nacional patrulla el puerto junto con otras fuerzas del orden.
La violencia fue también el principal motivo por el que las visitas de turistas internacionales cayeron en picado. En su época de oro en los años 50 hasta el 90% de los visitantes venían del extranjero, sobre todo de Estados Unidos, Canadá y Europa.
El 23 de noviembre el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, anunció la entrega de ayudas a 322.1000 familias.
A partir del 29 de noviembre, en orden alfabético, todas las casas censadas recibirán 8.000 pesos mexicanos (US$455) por concepto de limpieza.
Después entregarán materiales para construcción y electrodomésticos por un estimado de 35.000 a 60.000 pesos por familia (de US$2.000 a US$3.400).
“No vamos a limitarnos en presupuesto, hay dinero suficiente, lo que se necesite, no hay techo financiero, lo que se requiera para rehabilitar a Acapulco y mejorar la situación de su pueblo”, aseguró López Obrador.
Mientras llegan las ayudas, los acapulqueños se esfuerzan por volver a la normalidad.
Un señor recoge la madera que llega del mar, que fue arrancada de alguna parte por el huracán, para reconstruir su palapa [pequeño restaurante de playa].
Al atardecer, en la radio suena la canción de Agustín Lara que dice “Acuérdate de Acapulco”. Nadie en estos días en México puede escucharla sin pensar en todo lo que está viviendo el puerto.