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Desde su asiento, junto a sus abogados César De Castro y Valerie Gotlib, García Luna también ha tomado notas, se ha puesto sus gafas de leer y ha intercambiado pareceres con su equipo.
EFE
El exsecretario de Seguridad mexicano, Genaro García Luna, aclaró este lunes que no hablará en el juicio que se sigue en su contra en el Tribunal Federal del Distrito Este de Nueva York por narcotráfico, que ya entra en su recta final.
Fue la primera vez en que pudo escucharse su voz en la sala, cuando el juez Brian Cogan quiso ratificar su deseo de no testificar: “Sí señor, es mi decisión”, dijo García Luna, y cuando Cogan le insistió, se ratificó en sus palabras: “Sí señor, así es”.
Iba vestido con traje oscuro y corbata, como ha sido tónica habitual durante el juicio, ya que el juez Cogan le concedió la deferencia de no comparecer con el uniforme de presidiario, como suele suceder con los presos preventivos.
Usando su derecho a no incriminarse, García Luna, que fue secretario de Seguridad entre 2006 y 2012, evita así ponerse a disposición de la Fiscalía, que podría acribillarlo a preguntas, ya que en el momento en que dijera que quiere testificar, las dos partes -defensa y Fiscalía- pueden preguntarle tantos detalles como quieran.
Acusado de cuatro cargos de narcotráfico, García Luna (54 años) se ha mostrado hablador durante el proceso y, en muchas ocasiones, de buen humor; aunque también con semblante serio y muy atento a los testimonios de sus acusadores, en especial cuando el turno recaía en las preguntas de su equipo de defensa.
Desde su asiento, enfrente y a la izquierda del juez Brian Cogan, junto a sus abogados César De Castro y Valerie Gotlib, García Luna también ha tomado notas, se ha puesto sus gafas de leer y ha intercambiado pareceres con su equipo.
Y, sobre todo, ha cumplido con su rutina diaria de saludar cada mañana a su esposa, Linda Cristina Pereyra, lanzándole un beso y diciéndole: “Te amo”.