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¿Ministra presidenta o ministra presidente? Esto dice la RAE

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La periodista Elia Almanza escribió en redes sociales que Norma Lucía Piña es “presidentA, no presidentE”, a lo que el diputado Gerardo Fernández Noroña reaccionó con algunos ejemplos.

 

 

Con información de EL UNIVERSAL

Luego de que la ministra Norma Lucía Piña fue electa como la primera mujer presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), usuarios de redes sociales debatieron si se dice “la presidenta” o “la presidente”.

La periodista Elia Almanza escribió en redes sociales que Norma Lucía Piña es “presidentA, no presidentE”, a lo que el diputado Gerardo Fernández Noroña reaccionó con algunos ejemplos.

“Mira, pues no. No es ´agenta´, ´pensanta´, ´cuadra´, ´maleanta´, ´polizonta´, ´decenta´, ´torpa´; ni yo seré ´policio´, ´camaristo´, ´cibernauto´, ´astronauto´, ´ceramisto´ o ´dentisto´. La Ministra Presidente es correcto”, expresó el aspirante presidencial para 2024.

Fernández Noroña continuó con más ejemplos: “´Ebanisto´, ´almacenisto´, ´baristo´, ´trapecisto´ ´malabaristo´, ´internisto´, ´artisto´ y mucho menos ´chantajisto´. ´Absolutisto´, ´presidencialisto´ y un largo etc.”.

Sin embargo, la Real Academia Española (RAE) considera no solo correcto si no preferible usar el femenino «presidenta», documentado en español desde el siglo XV y registrado en el diccionario académico desde 1803.

Por su parte, la Academia Mexicana de la Lengua recomienda utilizar la presidenta para referirse a la ´mujer que preside´.

Antiguamente esta palabra se usaba con mayor frecuencia de manera coloquial con el significado de ´mujer del presidente´. Actualmente está registrada con las siguientes acepciones: ´mujer que preside´, ´presidente´ (´cabeza de un gobierno, consejo, tribunal, junta, sociedad, etc.´), ´presidente´ (´jefa del Estado´) y, con un uso coloquial, ´mujer del presidente´.

ARGUMENTO VIRAL CONTRA EL USO DE “PRESIDENTA”

Durante años ha circulado un redes una supuesta carta de una maestra que advierte contra el uso del término presidenta. Tras indicar que «en castellano existen los participios activos como derivado de los tiempos verbales» (el de cantar, cantante, el de existir, existente…), la supuesta profesora añade que el del verbo ser «es ´ente´, que significa ´el que tiene identidad’» o «el que es». Así que, continúa, para «nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo», habría que añadir «la terminación ´ente’».

Según esta argumentación, «al que preside, se le llama ´presidente´ y nunca ´presidenta’», con independencia del género «del que realiza la acción». Y, supuestamente por ese mismo motivo, «se dice ´capilla ardiente´, no ´ardienta’», o «´estudiante´, no ´estudianta’». O «´dirigente´, no ´dirigenta’».

El texto considera el uso de términos como «presidenta» un «mal uso del lenguaje» por «motivos ideológicos» e «ignorancia de la gramática» y, tras una sucesión de burlas en las que emplea con ironía términos como «periodisto», «sindicalisto» o «machisto», anima a los lectores a difundir el mensaje hasta que llegue a los «ignorantes» que ocupa carteras ministeriales, porque «no es lo mismo tener ´un cargo público´ que ser ´una carga pública’».

En realidad, el vocablo «presidenta» es totalmente correcto en castellano y en el actual idioma español no hay «participios activos», como confirman la Real Academia Española (RAE) y la Fundación del Español Urgente (Fundéu). Los numerosos nombres y adjetivos terminados en «ente» ni funcionan gramaticalmente como participios ni se comportan estrictamente como verbos.

En contra de lo que se afirma en la carta, el Diccionario de la Lengua Española (DLE) recoge en la segunda acepción de la voz «presidente,ta» que es correcto el uso de «presidenta» para la «persona que preside un Gobierno, consejo, tribunal, junta, sociedad, acto, etc». En su tercera acepción añade que se puede usar para aludir, «en los regímenes republicanos», al «jefe del Estado normalmente elegido por un plazo fijo».

Ante las afirmaciones del texto viralizado en redes, fuentes de la Real Academia consultadas por EFE detallan que «no existen en el español actual participios activos (o de presente), como se señala en los apartados 7.11d y ss. y 27.8d de la Nueva gramática de la lengua española (2009)».

«Los numerosos nombres y adjetivos terminados en -nte que posee hoy nuestra lengua (presidente, cantante, independiente, etc.) presentan un funcionamiento gramatical distinto del de los participios de presente del latín: no se comportan estrictamente como verbos», agregan.

«Estas palabras terminadas en -nte en español no se han construido sobre el nombre ente», advierte la RAE, antes de precisar que pueden ser «herederas de voces latinas como praesidens, -entis o cliens, -entis que contienen un sufijo -ns, -ntis (origen de nuestro sufijo -nte), también presente en ens, entis (origen de ente)».

Y, de no ser así, «se han creado ya en español con el propio sufijo -nte (como es el caso de estudiante, formado a partir de estudiar y -nte)».

La Academia puntualiza que «estos nombres y adjetivos acabados en -nte no suelen presentar variación en femenino», es decir, «se comportan como comunes en cuanto al género (el/la estudiante, el/la cantante, etc.)».

Por su parte la Fundación del Español Urgente (Fundéu),  «Nada en la morfología histórica de nuestra lengua, ni en la de las lenguas de las que la nuestra procede, impide que las palabras que se forman con este componente tengan una forma para el género femenino. Las lenguas evolucionan y en esa evolución se transforman».

«Para que una lengua tenga voces como presidenta, solo hacen falta dos cosas: que haya mujeres que presidan y que haya hablantes que quieran explícitamente expresar que las mujeres presiden», arguye el artículo de la Fundéu.

«Si esas dos circunstancias se dan -asevera la Fundación del Español Urgente-, ninguna supuesta terminación, por muy histórica que sea su huella, frenará el uso de la forma femenina».

La Fundéu concluye con un reto a los detractores del vocablo “presidenta” « pregúntese el lector por qué no se han levantado voces contra el uso del femenino sirvienta.»