Editorial

RECONOCER EL CRIMEN.

#InPerfecciones
“Irónicamente, todo el orgullo y esperanza que representan los estudiantes, se encuentra repleto de desdén, se les reprende porque carecen de experiencia, se les reprende también cuando levantan la voz.”

 

 

Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx

En México, cuando pensamos en los estudiantes gustamos de pensar en el futuro, el presente y lo que representan para el imaginario colectivo, para unos representa  esperanza, para otros orgullo, sin importar el grado o la institución donde cursan sus estudios, lo cierto es que esos estudiantes son los hijos de toda una sociedad que debe observar no solo su desempeño, sino también las condiciones en las que se encuentran, porque de manera directa o indirecta todos debemos cuidarlos como la joya más preciada.

Maestros, padres, abuelos, hermanos y autoridades de cualquier nivel tienen la responsabilidad de dotar a los estudiantes de todas las herramientas disponibles para que efectivamente se conviertan en ese presente y futuro tan anhelado; sin embargo, la pregunta es muy simple ¿qué hemos hecho por los estudiantes en México?, la respuesta a esta pregunta tendrá la dimensión que le corresponde a cada uno de nosotros según el momento y el papel que nos encontremos desempeñando como ciudadanos.

Al los estudiantes les exigimos el cumplimiento de sus deberes como nosotros aprendimos a cumplir con los nuestros, ¿y como aprendimos nosotros?, la reflexión corresponde a cada quién, sin embargo, de todo aquello que se le exige a los estudiantes, como sociedad, ¿cuánto de toda esa exigencia cumplimos los que se supone cuidamos de ellos?. Irónicamente, todo el orgullo y esperanza que representan los estudiantes, se ha encontrado repleto de desdén, no solo porque carecen de experiencia, también se les reprende cuando pretenden levantar la voz, se les reprende por las bajas notas, se les reprende por no aprovechar el privilegio de poder asistir a una escuela y lo hacemos porque así lo aprendimos nosotros, ver, oír y callar que a la escuela se va solo a estudiar.

Pero ¿qué hemos hecho por los estudiantes?, enseñarles nuestras carencias?, si, nuestras carencias como sociedad, lo que no aprendimos ni estamos dispuestos a hacer, pretendemos que ellos lo hagan cuando ya no estemos aquí, a los estudiantes se les critica por buscar y apropiarse de una ideología cuando los hemos ideologizado desde que nacieron, sin siquiera reflexionar que el conocimiento adquirido en la escuela representa la ruptura con el sistema ideológico que nosotros adquirimos porque nosotros también quebrantamos a nuestro modo la ideología que nos enseñaron.

Pero nuestra pretensión no termina ahí, los estudiantes no solo llevan a cuestas la carga social, tienen que cargar con el peso de un modelo educativo deficiente, un sistema de salud paupérrimo, y un sistema económico que termina por mandar a la calle a los que no tienen las posibilidades de hacerse con las herramientas ni los recursos para estudiar, todo, bajo la displicencia de las autoridades y la clase política que se llena la boca diciendo que esos estudiantes son el futuro, sin duda se refieren a los futuros votos que significan, eso es lo que ha hecho la clase política por los estudiantes, los ha dejado en el oscurantismo, los ha dejado sin atención médica y los ha matado de hambre.

Pero la historia de los estudiantes no termina con todas la deficiencias que tienen que padecer, la historia de los estudiantes ha sido la constante confrontación ideológica con el Estado, un Estado que se inquieta cuando se les ocurre levantar la voz, un Estado que sistemáticamente ha utilizado todo su poder para llevar a cabo la más nefasta y vergonzosa de las acciones del Estado, matar estudiantes.

La experiencia y la memoria en México nos remite a muchos episodios llenos de vergüenza y dolor, ¿por qué el estado se atreve a matar a los estudiantes? ¿qué clase de psicópatas son los que se atreven a dar una orden de ese tipo? ¿con que tranquilidad displicente duermen los que se han atrevido a terminar con la vida de los hijos del país?, militares, policías, infiltrados y grupos de choque, son las herramientas que el estado dispone en contra de su propia población; la narrativa que criminaliza a los estudiantes llamándolos porros, grilleros, huevones, comunistas, ladrones y hasta terroristas cierra la pinza de la represión.

La oficialización como crimen de estado que el Gobierno Federal ha hecho sobre el caso de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, si representa un avance en términos de reconocimiento, hace falta si, valor civil para hacerlo, aunque haya tenido que pasar mucho tiempo para que lo que la experiencia y el sentido común ya señalaban; los elementos de los que se dispone en materia de investigación representan una línea que puede esclarecer el caso y por fin hacer justicia.

Pero hacen falta nombres, hacen falta las cabezas que tienen las manos manchadas de sangre, hace falta que el pacto de no agresión y silencio entre políticos se rompa, para eso no hacen falta consultas ni parafernalia política, lo que hace falta son muchos huevos para demostrar que somos capaces de cambiar no solo los hechos sino la narrativa, hace falta que a los estudiantes les demos clases sobre como rectificar.

Pero la memoria es corta y los apetitos políticos son muchos, si la clase política que detenta el poder en México tuviera la voluntad política y social que dice tener, tendría los arrestos para dejar de justificar y alentar la militarización del país, tendría los arrestos para terminar con el costumbrismo de la zalamería y el hiperpresidencialismo, tendrían los arrestos para dejar de fomentar la violencia política, económica y social, tendrían los arrestos para apuntalar un sistema educativo sólido, lejos de ineptos personajes abyectos que se empinan ante los deseos de su patrón, pero los apetitos políticos son muchos.

Efectivamente el reconocimiento como crimen de estado sobre la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, es un avance, sin embargo, hace falta que se reconozca la contradicción y el peligro que representa la militarización del país, hace falta que el Gobierno no convierta la impartición de justicia en un espectáculo propagandista ni mediático, hace falta que el Gobierno Federal tenga la sensibilidad y la claridad para no caer en lo mismo que critica, porque pauperizar el sistema educativo, el sistema de salud y el sistema económico genera desigualdad, pobreza, hambre e injusticia, evadir esta responsabilidad acudiendo a lo meramente político e ideológico, también es un crimen de estado.

#InPerfecto