Cultura

Sin ganas de nada en una hermosa tarde de febrero

#Cultura
Queremos hacer una ofrenda total de último minuto”.

 

 

Ricardo Sandoval / @LuisRSandoval5
luizandcar18@gmail.com 

Se dice que cuando uno no quiere hacer nada es porque de verdad no hay poder humano ni divino que nos inspire. Aunque sepamos que vamos a tener que realizar dicha acción más adelante, la vamos postergando. Nos gusta dejar las cosas para último minuto, sobretodo si estamos en casa, lugar donde la mayor parte de las veces sucede este desanimo. Los ojos pesados, vemos borroso, el tono de voz se escucha pesado, incluso, nuestro andar es arrastrar los pies. Ahora en pandemia se ha incrementado esa sensación. No hay nada bueno y te quejas. Todo lo ves monótono, el sol te molesta, de igual manera la oscuridad. El buen humor y la sonrisa cambia a estar serio, agotado. Voy a hacer lo más lógico y decir que mi yo del futuro se encargue.

 

A veces podemos estar como Zaratustra de Nietzsche o el Fausto de Goethe, donde nos sentimos ya sea imbatibles, que cuestionamos todo lo que nos pase enfrente. Nos volvemos superhombres y supermujeres. Otras veces, como aquella polilla que vio Virginia Woolf y que recibió algunas palabras en forma de ensayo; como lo dice la parte de Viéndola, daba la sensación de que una fibra delgadísima, pero pura, de la enorme energía del mundo, se hubiera insertado en ese cuerpecillo frágil y diminuto. Aunque Virginia hablaba de la vida, creo que puede aplicar para ahora.

 

Hay muchas noticias, algunas infundadas, dimes y diretes. Que si la casa gris del Poeta del Bienestar en Houston la quieren comparar con una casona blanca que sí costó millones de dólares construir y que era de alguien muy copetudo. Que si una gran refinería en Dos Bocas no es mejor que una barda donde un borrachín se puede recostar y tomarse sus cervezas. El inundado Lago de Texcoco es mejor lugar para construir un aeropuerto que en Santa Lucía y como cereza en el pastel, sigamos diciendo de la torre de control que está supuestamente inclinada.

 

Con todo esto, el tema principal no es seguir en la guerra mediática donde las palabras dichas y sobretodo escritas son las que importan. El tema principal que se me viene a la mente es el de los ensayos. Como en las obras de teatro, hay “ensayos” y hay Ensayos. La palabra “ensayo” en alemán significa “intento”.

 

Una breve definición la da Francisco Gil Villegas en su obra titulada: Ensayo, Precursor de la modernidad”. Para este ensayista: Un “ensayo” puede definirse como el ejercicio anterior a una orquestación o representación definitiva. 

 

Por su parte, un “tal” Baudelaire considera a este género escrito como un problema: se presenta al “pintor” de la vida moderna para capturar “la efímera y contingente novedad del presente”. 

 

Ahora veamos el inicio de la prosa de Max Bense, Sobre el ensayo y su prosa. Su texto menciona lo siguiente: El ensayo es un fragmento de prosa, pero no es un fragmento en el sentido de un fragmento pascalino y no es una pieza de la épica en el sentido de la épica stendhaliana. 

 

A pesar de que sé que hay muchos ensayos sobre el ensayo; es más, el ensayo nació gracias al ocio. Michel de Montaigne dice que es un género libre y placentero, entregado a la especulación espontánea sobre cualquier cosa.

 

Pero no quiero compararme con esos monstruos ensayistas que en sus ratos de soledad y pensamiento crearon eso que hasta el día de hoy podemos leer, discutir y hasta hacerles ver, con el pensamiento actual, lo equivocados que estaban. 

 

Soltar el aire es lo único que puedes hacer. Estás en una etapa de trance donde la molestia es tal, que te limitas a mentar madres no expresivas pero que un buen observador pudiera notar de inmediato. Frente a la computadora, mirando el techo, mientras los pensamientos van ligados a pura estupidez y cuando recuerdas todos los pendientes que hay que realizar, frunces el ceño, tuerces la boca, respiras pesada y largamente.

 

No tengo ganas de hacer nada ¿ya cuántas veces lo repetí? y la fecha límite para entregar los trabajos se acercan. ¿Por qué eres así?, ¿Cuál es el motivo de dejar todo a última hora y sentir el estrés de que no vas a terminar a tiempo?, ¿Qué de bueno hay en eso? Creo que sabemos la respuesta para ello, pero no es momento de hablar de eso, porque incluso, contestar eso es ya mucha molestia.

 

Por otra parte, mi perro se acerca a jugar, lo acaricio y regreso a mi posición. Al saber que no tengo ganas de hacer nada se recuesta a mis pies. No insiste, supongo que algo de raciocinio ha de tener. Miro abajo para ver su espalda blanca, pelada como típico Schnauzer. Lo cargo, lo abrazo y se deja abrazar. No se mueve, más que para respirar y soltar un fuerte suspiro de alivio al saber que estoy bien a pesar de todo. Finalmente sonrío y lo contemplo como si él me diera la opción de seguir sin ánimos de hacer nada. Como si dijera, vamos a dormir, esta tarde lo mereces. 

 

Pero ya escucho a Winston Churchill, premio nobel de literatura y que en parte me hace dudar mucho de dicho premio; aquel libro donde habla de Lawrence de Arabia, de Arthur James Lafur; admito que no tengo idea de quién es y luego buscaré quién es y hasta de Hitler. Churchill escribió en 1935 sobre dicho personaje lo siguiente: No es posible formular un juicio justo sobre una figura pública que ha alcanzado las enormes dimensiones de la de Adolfo Hitler mientras no tengamos ante nosotros, íntegra, de la obra de toda su vida. Es una cita algo larga, pero continúa sobre dicho personaje alemán, a quien en su momento  le da el beneficio de la duda: Aún no podemos decir si Hitler será el hombre que desencadenará de nuevo sobre el mundo otra guerra en la que la civilización sucumbirá irremisiblemente, o si pasará a la Historia (con H mayúscula); como el hombre que restauró el honor y la paz de espíritu de la gran nación germánica. Recuerden, lo escribió en 1935, cuatro años antes del inicio de  la Segunda Guerra Mundial, donde sin lugar a dudas, Churchill y muchos más cambiaron mucho de opinión; yo también me doy el beneficio de la duda aunque no sea reconocido como los personajes antes mencionados.

 

Sé que toda la presión se me viene encima y que mi calma va a desaparecer. Tal vez sea esa la razón de mi desanimo, de mi hartazgo, de ver todo en la misma sintonía. Aunque también ayuda el des animo que me dejó mi exnovia, a quien oportunamente le puedo echar la culpa de ello, gracias Cecilia, aunque no vayas a leer esto.

 

Me cuestiono el motivo de estar harto, molesto con la vida. Quizá sí sea el trabajo, quizá ella contribuyó a mi estado de ánimo actual o quizá, el día es demasiado hermoso y tanta belleza cansa, como dice la canción de José, José. Ya tengo la respuesta a las preguntas anteriores pero no la voy a decir.

 

Me atrevo a afirmar que Cecilia es la más inocente y todo viene de más atrás, de un par de años atrás, pero no quiero aburrirlos con mis historias vergonzosas, llenas de mal orgullo, faltas ortográficas y de sintaxis que se pueden malinterpretar, además de escribir, de manera forzada e irónica. Por ahora, voy a decir, ¡qué pinche día tan hermosamente jodido para trabajar! Todos divirtiéndose afuera y yo, encerrado en este espacio, frente a la luz pálida de la pantalla con mi perro en cama, durmiendo plácidamente porque sabe que al final, yo estoy bien. Tengo presión pero no como la de una figura pública o un político como anteriormente mencioné.

 

Sobre el asunto de dejar todo para el final creo que tiene que ver con el tema psicológico, con falta de organización. Queremos esa adictiva adrenalina, la anhelamos, sino, no estamos vivos; o YOLO como dicen los chavos. Analizando el ocio, se dice que es la madre de todos los vicios. Estamos en México y como toda madre hay que tenerle respeto.

 

Queremos hacer una ofrenda total de último minuto, cuando todo debería de ser constante. El trabajo final que me refiero requiere un compromiso total que más adelante me ayude en momentos de dificultad. Es como la frase popular que más o menos dice así: si pude aguantar a fulano o fulana, puedo con esto. Para terminar, una cita de Howard W. Hunter, presidente de la iglesia mormona fallecido en 1995, que encontré de pura casualidad dice lo siguiente: En definitiva, requiere compromiso, un hondo compromiso del alma entera, un compromiso, que se atesore eternamente, hacia los principios de los mandamientos que Dios nos ha dado, sabemos que son verdaderos…” 

 

Ya sin nada más que perder y con aquellas palabras de aliento hacia mi persona, decido, de continuar con mi deberes, porque aunque diga “que mi yo del futuro se encargue”, ya llegó ese futuro al que le estuve huyendo toda la tarde.

 

¡Hasta la próxima!

#InPerfecto