#InPerfecciones
“Que acto tan elocuente y subversivo sería no solo se leer por placer sino también presumirlo.”
Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx
Leer en México no ha sido precisamente un deporte muy popular, desde hace mucho tiempo ya que las cifras sobre los bajos índices de lectura en el país son muy conocidas, son de esos datos que si bien pueden servir para romper el hielo en una reunión, lo más conveniente sería omitir el dato y cambiarlo por algo más digno de presumir, algo así como saber cuantos litros de saliva podemos producir al año, dato que por cierto si deben conocer los demagogos que detentan el poder, porque vaya que gastan mucha y a diario. El caso es que para estar en posibilidad de manejar datos o información de una u otra índole es necesario acercarse a un libro, revista o “pasquín inmundo” para estar enterado y no hacer el ridículo, en pocas palabras, leer es absolutamente necesario para poder expresarnos tan conmovedoramente como queramos.
Habría que preguntarle al ex presidente Enrique Peña Nieto si después del ridículo que lo exhibió como un político ignorante al no poder nombrar claramente una obra de la literatura que lo hubiese marcado, si tuvo la decencia de intentar memorizar al menos el nombre de uno o dos libros para no pasar la misma vergüenza, uno nunca sabe si habrá de encontrarse en la misma encrucijada de nuevo; pero aquella anécdota hilarante de Peña Nieto terminó por comprobar lo que ya muchos sospechaban, el priista no solo era corrupto sino también ignorante en toda la extensión de la palabra.
Lo cierto es que a pesar de los esfuerzos por fomentar la lectura, seguimos en el mismo bache, y vaya que hay que reconocer que en México si hay lectores asiduos que consumen todo lo que pueden leer por gusto, placer, manía o trastorno obsesivo compulsivo y que deben ser condenados de manera insondable por el “erudito” Marx Arriaga jefe de contenidos educativos de la Secretaría de Educación Pública y ferviente apóstol “tretratransformador” que desde su más profundo rencor de clase, con manos y dientes apretados sentenció que “leer por placer es un acto de consumo capitalista”; el “tocayo” del autor de obras mundialmente famosas como “el Capital” y el “Manifiesto Comunista” tuvo un ataque de fundamentalismo enfermizo al exhibir el enanismo petulante que lo caracteriza, Marx Arriaga autor de frases altamente inspiradoras como “Mujeres, ¿Quieren cambiar este sistema machista? Necesitan dos cosas: Uno, cultura, lo cual les dará identidad y dos, educación, para desarrollar un pensamiento crítico. ¿Quieren ambas? Asistan a la biblioteca pública”, es la prueba viviente de que “lo doctor, no quita lo pendejo”, y lo “filólogo” menos; este remedo de intelectual de la ola transformadora nacional en su apuro por llamar la atención y recibir el reconocimiento de sus amos ideológicos se ve en la necesidad de mostrarse moralmente superior y hacerse el interesante desdeñando todo lo que no tenga una línea “revolucionaria” que fomente la doctrina de la transformación.
Marx Arriaga actualmente tiene en sus manos el manejo de contenidos de los libros de texto gratuitos de educación básica en México, desde luego que nada bueno se puede esperar en materia educativa cuando estos personajes que trepados en su ladrillo de poder no solo se marean, son capaces de mostrar la faceta más radical de un régimen que tiene como objetivo generar autómatas listos para la explotación intelectual y laboral; no sería para nada sorprendente que este maniático convocara a una gran quema de libros neoliberales causantes de placer en el Zócalo capitalino como parte de un aquelarre de fanatismo transformador.
Sin duda es muy peligroso tener un presidente ignorante y corrupto –pensando en Peña Nieto-, pero tener un Presidente ignorante, corrupto y fanático –pensando en López Obrador- es doblemente peligroso, ya que sus incondicionales amaestrados llegan a ser fanáticos esquizofrénicos que solo son advenedizos que se encargan de hacer una de las labores más nefastas de los regímenes autoritarios, que es lavar cerebros; que acto tan elocuente y subversivo sería no solo se leer por placer sino también presumirlo, es decir, leer solo por el placer de joder a esos idólatras “lopezobradoristas”, del mismo modo que el Gobierno presume y jode con burócratas entrenados para impulsar una ideología rancia fundamentada en el dominio a través de la ignorancia, la pobreza y la sumisión a un ególatra demagogo.
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