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El cantinero que sirve un vaso de cerveza, mujeres que hablan desde las ventanas, ropas que se secan en el tendedero, la procesión religiosa que cruza la plaza, una habitación que se encuentra desordenada.
Anyelo López / @anyelolopezart
anyelolopez@gmail.com
El cantinero que sirve un vaso de cerveza, mujeres que hablan desde las ventanas, ropas que se secan en el tendedero, la procesión religiosa que cruza la plaza, una habitación que se encuentra desordenada. Todas, escenas populares y cotidianas, en las que nos reconocemos como «pueblo», de acuerdo a referentes reales e imaginarios. Precisamente, de estos espacios y acciones, que nos habitan, habla la obra de Iván Rincón. Un artista plástico y gestor cultural con estudios de pedagogía en artes y un doctorado honoris causa en arte y cultura del Claustro Doctoral Iberoamericano de México.
Este artista colombiano nació en Fresno Tolima, un municipio ubicado en el norte del departamento y en el centro occidente del país, que se destaca por la explotación agrícola y por su delicioso café. Iván es un pintor dedicado, que crea y que busca rescatar las tradiciones. De conversación prolífica, se expresa en un español lleno de matices paisas (propios de la región cafetera colombiana), y no puede evitar que la emoción o, incluso, alguna lagrima, le nuble la mirada cuando relata las historias, recuerdos y experiencias que lo inspiran dentro de esa ruralidad que se niega a abandonar.
Su trabajo se viste de color, armonía y de personajes coloquiales en medio de escenas corrientes, aunque mágicas, capaces de transportarnos a distintos momentos de la niñez vivida en el pueblo o en el barrio, y a cada uno de los quehaceres, situaciones y oficios, tan simples como auténticos y, que dan vida a estos lugares. Su trabajo se visualiza en un lenguaje cercano y cálido, con composiciones nutridas de elementos y detalles que nos permiten hacer recorridos profundos para no perdernos de absolutamente nada. Cada pincelada cuenta.
La obra “las chismosas” es su pintura emblemática. En ella observamos a siete vecinas que interactúan mientras que, a la par, desarrollan labores diarias, tan universales y cotidianas, como barrer, tender la ropa y hacerse rulos en el cabello. El lugar es un vecindario con una arquitectura típica y colorida. Una escena llena de pequeños detalles que permiten al observador generar un dialogo interno y hacer parte de la obra. El espectador, perfectamente, puede tomar el lugar de un vecino que escucha escondido entre los tendederos.
La religión es otra de la grandes protagonistas en la pintura y temáticas desarrolladas por este artista, que de hecho, es un prolífico restaurador de arte religioso.
Más conocido como Rinconesarte, también es director de una Fundación, homónima, que se dedica a la promoción artística y cultural hace más de siete años. Desde allí apoya el crecimiento y divulgación del arte nacional y latinoamericano, pero da también bienvenida a artistas de todo el globo. Crea espacios para visibilizar autores de varias disciplinas, aunque predomina la plástica. Promueve, además, la realización de convocatorias y exposiciones nacionales e internacionales, de manera física y virtual. Cuenta actualmente con representantes en países como Venezuela, Guatemala, Costa Rica, Chile, Ecuador, España, Estados Unidos, Francia, Japón, México y Colombia, con más de sesenta miembros activos y con un alcance de cincuenta mil personas. Sin duda, nos encontramos ante un singular artista y gran gestor cultural.
Para acceder a la Fundación puedes escribir a fundacionrinconesarte@gmail.com y buscarlo en sus redes sociales como @fundacionrinconesarteinternacional