#InPerfecciones
El alto riesgo que representa la clase política para México insulta, ha provocado un luto permanente, hambre, incertidumbre, mucho dolor.
Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx
Ser político en México es una actividad de “alto riesgo”, sin duda el trabajo que desempeñan legisladores, secretarios, directores, voceros, consejeros y hasta el mismo Presidente, es una labor que sugiere peligro; tomar todas esas “complicadísimas” decisiones en materia económica, social, educativa, de seguridad, etc. no son para cualquiera, solo son para un selecto grupo de personajes que tengan el coraje para implementar sin dudar lo que habrá de beneficial al “pueblo” y parafraseando al el extinto Díaz Ordaz podemos recordar sus “ilustres” declaraciones respecto del año de 1968 donde con una serenidad soberbia apuntó lo siguiente: “…estoy muy orgulloso de haber podido ser Presidente de la República y haber podido, así, servir a México, pero de lo que estoy más orgulloso de esos seis años, es del año de 1968, porque me permitió servir y salvar al país, ¡les guste o no les guste!, con algo más que horas de trabajo burocrático, ¡poniéndolo todo!, vida, integridad física, horas, peligros, la vida de mi familia, mi honor y el paso de mi nombre a la historia, todo se puso en la balanza…”, sobra decir que la elocuencia y claridad –sin olvidar la ironía- del ex Presidente atienden a cabalidad el riesgo que representa una encomienda tan grande como la de ser Presidente.
Sin embargo, antes de que todos aquellos que se dedican a la política se sientan aludidos y aliviados por el “bálsamo” de comprensión que sugiere lo antes expuesto, cabe aclarar que la mencionada “actividad de alto riesgo” que representa su labor como servidores públicos, efectivamente, si lo es y la llevan a cabo con total suficiencia.
Es de alto riesgo para la población, el riesgo que representa la toma de decisiones al vapor, el riesgo que representa mantener en altos cargos públicos a corruptos, ignorantes, indolentes, mentirosos, manipuladores, psicópatas, incompetentes, etc. el riesgo que representa poner en sus manos la vida, la salud, la educación, el bienestar y los recursos de toda la ciudadanía para que con toda su verborrea justifiquen con marcada “imbecilidad” que lo hecho corresponde a un logro por el que pretenden se les aplauda y reconozca, algo así como si se le tuviera que agradecer al ladrón la transgresión a nuestra tranquilidad y a nuestras pertenencias.
Queda totalmente claro que su actividad –señores políticos- rebasa todo límite, pone en riesgo deliberado a toda la población, su incompetencia mata, su ignorancia empobrece, su limitado entendimiento enferma, su farsa provoca desgracia, pero su cinismo y doble moral es la característica más aberrante que los pinta de cuerpo entero cuando con total descaro se plantan frente a una cámara o cuando se trepan a un templete a vociferar encendidos discursos para pedir el voto, han convertido las campañas electorales en un baile de cretinos, un espectáculo donde se puede leer entre líneas “vota por mi, yo te voy a robar menos que el de enfrente”, “vota por mi, te vas a enfermar, pero no te vas a morir” o ya de plano “vota por mi, te vas a morir, pero te voy a otorgar tres días de luto nacional por mi incompetencia”.
La clase que representan, ustedes que se ostentan como “profesionales” de la política no es más que una mafia perfectamente organizada, se cobran derecho de piso, pactan bajo la mesa, se reparten territorios, implementan campañas de terror, se cubren las espaldas y hasta se masturban en grupo y en público presumiendo el alto nivel de impunidad que les da manejar la ley a modo, manipulando y comprando magistrados, se organizan enormes campañas de propaganda para chantajear al electorado, contratan aplaudidores y lame suelas sin un ápice de dignidad para que se pongan de tapete, implementan una narrativa de descalificación para quién se manifieste de manera crítica ante sus descarados actos de grado delictivo.
El alto riesgo que representa la clase política para México insulta, ha provocado un luto permanente, hambre, incertidumbre, mucho dolor. Pero sigan encaramados en su estatus de poder, su país de las maravillas, su justicia a modo, su demagogia, su anquilosada ideología. Un aplauso señores –y señoras- políticos, ustedes, han elevado a niveles insospechados y tildado de “honorable” la palabra criminal.