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EN BÚSQUEDA DE LOS MAESTROS MARCO VITRUVIO POLIÓN parte 24

#Arquitectura
Para las cornisas no debe emplearse el yeso sino solamente mármol de idéntica textura, pues si el yeso está colocado prematuramente, impedirá que toda la obra se seque de manera uniforme.

 

 

Carlos Rosas C / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx

Continuemos con el Libro Séptimo, acompañemos a Vitruvio para conocer lo relacionado con los enlucidos en muros, que resultará muy interesante por la cantidad de detalle con la que describe dichos trabajos. Sigan con nosotros en el especial de arquitectura “En búsqueda de los maestros” sobre los Diez Libros de Arquitectura de Marco Vitruvio Polión. 

 

LIBRO SÉPTIMO

 

CAPITULO SEGUNDO

 

PREPARACIÓN DEL ENLUCIDO

 

Terminado el tema de los pavimentos, pasemos ahora a explicar lo referente a los enlucidos. Se logrará un buen enlucido si se maceran las mejores piedras de cal mucho tiempo antes de que se utilicen, con el fin de que, si hubiera algunas piedras que no están suficientemente cocidas en el horno, queden bien cocidas tras permanecer largo tiempo en maceración, sin interrupción. 

 

Cuando la cal no está perfectamente macerada y es reciente, como tiene pequeñas piedrecitas sin cocer, al echarla produce ampollas, se va deshaciendo y acaba destruyendo la superficie del estuco, si se macera una vez comenzada la obra. Cuando la maceración se ha realizado con método y todo se ha preparado cuidadosamente, tómese una azada y, como si se tratara de cortar madera, azólese la cal macerada en el mismo hoyo.

(PROCESO DE CONSTRUCCIÓN)

Si la azada chocara con algunas piedrecillas, indica que la cal no está suficientemente macerada; si sacamos la azada completamente seca y limpia, es señal de que es cal muerta y seca; pero si está pringosa y bien macerada se adherirá a la azada como si fuera engrudo, lo que demostrará clarísimamente que la cal está en perfectas condiciones. Entonces, colocados los andamios, se pondrá a punto la estructura de las bóvedas en las habitaciones, a no ser que su estructura sea de artesonados.

 

CAPITULO TERCERO

 

EL ENLUCIDO

 

Cuando las circunstancias exijan formar techos abovedados, procédase del siguiente modo: se colocarán unos listones -o pequeñas vigas- rectos que guarden entre sí una distancia no mayor de dos pies; preferiblemente serán de ciprés, pues si son de abeto rápidamente se corrompen por la carcoma y por el paso de los años. Cuando los listones hayan sido fijados formando un arco, se asegurará el entramado o bien el techo abovedado mediante tirantes de madera, y con abundantes clavos de hierro quedarán bien sujetos. Los tirantes han de ser de una madera tal que no sea afectada ni por la carcoma, ni por el paso del tiempo, ni por la humedad, como es el boj, el enebro, el olivo, el roble, el ciprés y otros de similares cualidades; se exceptuará la encina, ya que se retuerce y, al abrirse, provoca grietas en las obras donde se utiliza.

(SISTEMA CONSTRUCTIVO DE BÓVEDA ROMANA)

Fijados los listones, se sujetarán entre sí mediante una textura de cañas griegas aplastadas, que se atarán con cuerdas de esparto hispano, según lo exija la curvatura de la bóveda. Por la parte superior de este armazón de cañas que forma la bóveda, se extenderá una capa de mortero, de cal y de arena, con el fin de que no pasen al enlucido las posibles gotas que cayeran de los entramados o del techo. 

(BÓVEDA ROMANA)

Si no se dispone de cañas griegas, se usarán carrizos que crecen en las lagunas; atándolos con cuerdas de esparto se formarán unos manojos con una longitud justa y del mismo grosor, procurando que no haya más de dos pies de separación entre los nudos de los manojos y que, como antes se dijo, queden atados a las pequeñas vigas con cuerdas de esparto, introduciendo algunos palos de madera. Los restantes pasos se darán según lo expuesto anteriormente.

 

Cuando ya estén colocados y entretejidos los techos abovedados, se dará una capa de yeso con la llana por toda su parte inferior, luego se igualará alisándola con arena y, por fin, se enlucirá con greda o con mármol. Una vez enlucida la bóveda, deben colocarse debajo unas cornisas muy finas y sencillas, pues parece que así son más idóneas; si las cornisas fueran de grandes proporciones, caerían por su propio peso, ya que no pueden mantenerse en su sitio. 

 

Para las cornisas no debe emplearse el yeso sino solamente mármol de idéntica textura, pues si el yeso está colocado prematuramente, impedirá que toda la obra se seque de manera uniforme. Debe evitarse también en las bóvedas la antigua costumbre de dejar las cornisas con un saliente excesivo, pues constituyen un verdadero peligro por su enorme peso. Hay cornisas que son lisas y hay otras que son entalladas.

(CORNISAS)

En las habitaciones cerradas, donde hay fuego o antorchas para iluminar, las cornisas deben ser lisas, pues así se pueden limpiar con mayor facilidad; en las habitaciones abiertas que se usan en verano y en las estancias para las tertulias, donde ni el humo ni el hollín causan ningún perjuicio, las cornisas deben ser entalladas. En efecto, debido a su excelente blancura, el enlucido fácilmente se ennegrece por el humo provocado no sólo en la propia casa sino también en las casas vecinas. 

(DETALLE DE CORNISA)

Cuando ya estén terminadas las cornisas, con la llana se dará una mano de yeso a las paredes, de manera tosca y basta. Al secarse la mano de yeso se extenderá sobre ella la argamasa, cuidando que su longitud horizontal quede fijada por la regla y el cordel para alinear; su altura se ajustará con la plomada y sus ángulos o esquinas con la escuadra. De esta forma, resultara inmejorable su superficie para las pinturas al fresco. Al secarse, se dará una segunda mano y una tercera mano, pues cuanto más sólido sea el revestimiento de argamasa, tanto más estable y duradero será el enlucido.

 

Cuando se hayan dado no menos de tres capas de argamasa, sin contar la mano de yeso, es el momento de extender otra capa de grano de mármol, siempre que la mezcla de mármol esté tan batida que no se pegue a la paleta o a la llana, sino que salga perfectamente limpia del mortero. Después de extender esta capa de mármol, dejaremos que se seque y daremos una segunda capa de grano más pequeño.

(VESTIGIO DE ENLUCIDO DECORADO EN DOMUS ROMANA)

Cuando se haya extendido esta segunda capa y quede bien alisada, se aplicará una tercera mano de grano muy fino. Las paredes quedarán muy sólidas con estas tres capas de argamasa y de mármol y se evitará que se agrieten o que tengan algún otro defecto. Si queda perfectamente batido con el pisón, con la firme solidez del mármol y con su blancura, la pared quedará completamente pulida, mostrando un brillante esplendor cuando se plasmen colores sobre ella. 

(ENLUCIDO DECORADO EN POMPEYA)

Cuando se pintan las paredes cuidadosamente al fresco, los colores no palidecen sino que mantienen su viveza durante largos años, porque la cal adquiere porosidad y ligereza al reducir su humedad en el horno y, debido a su sequedad, absorbe cualquier sustancia que casualmente entre en contacto con ella; al mezclarse, se impregna con gérmenes de otros elementos y cuando se solidifica con los distintos ingredientes que la conforman, recupera sus propiedades de sequedad, de modo que de nuevo parece poseer las cualidades específicas de su propia naturaleza. Así pues, los enlucidos que están perfectamente elaborados no se vuelven ásperos con el paso del tiempo, ni palidecen sus colores cuando se limpian o se lavan, a no ser que se hubieran plasmado de manera descuidada y en seco. 

(ENLUCIDO DECORADO CONSERVANDO SU COLOR)

Si los enlucidos se han hecho en las paredes tal como hemos descrito, poseerán solidez, brillantez y se conservarán en perfectas condiciones de manera permanente. Pero si únicamente se ha aplicado una capa de arena y una de mármol fino, su finura reduce considerablemente su consistencia, acaba rompiéndose con facilidad y no poseerá el brillo que produce el pulimento, precisamente por su reducido grosor.

(ENLUCIDO DECORADO)

Sucede lo mismo que con un espejo de plata, hecho con una lámina muy delgada que ofrece un brillo muy débil y muy borroso; pero si está hecho con una lámina más sólida, al tener una terminación mucho más firme, refleja unas imágenes nítidas de quienes se miran en él, de igual modo, los enlucidos que se extienden formados de un mortero fino, no sólo se agrietan sino que rápidamente se echan a perder; pero los enlucidos compactos por la solidez de diversas capas de arena y de mármol poseen un grosor idóneo, si han sido elaborados con repetidos pulimentos; por todo ello resultan brillantes y además reflejan unas imágenes muy claras a quienes los contemplan, gracias precisamente a este trabajo tan efectivo.

 

Los estucadores griegos consiguen resultados ciertamente duraderos no sólo siguiendo los pasos descritos, sino haciendo un mortero mezclando cal y arena; con la ayuda de una cuadrilla de obreros trituran la mezcla con pisones de madera que sólo la utilizan cuando se prepara en una fosa. Algunos estucadores, arrancando planchas del enlucido de las paredes viejas, las utilizan como tableros de pintura; incluso los mismos enlucidos, con un reparto alternante de dichas planchas y de espejos prominentes, reflejan la imagen de quienes los observan.

 

Si los enlucidos van a ir en paredes de zarzos o de emplenta, necesariamente se producirán grietas junto a las maderas verticales y transversales, debido a que se recubren con barro, que las llena de humedad inevitablemente; cuando se van secando, producen grietas en el enlucido, ya que sufren una paulatina disminución; para hacer frente a este inconveniente, procédase de la siguiente manera: cuando la pared esté completamente embarrada, colóquense unas cañas formando una hilera continua, que se sujetará con clavos, de cabeza ancha; luego se dará una nueva capa de barro y si las primeras cañas han quedado fijadas a los maderos transversales, clávese una segunda hilera de cañas en los maderos verticales; conforme se ha dicho, se aplicará una capa de arena y de mármol y una completa de enlucido. La doble hilera de cañas, fijada diagonalmente en las paredes, permitirá una larga duración y evitará todo tipo de grietas o de rupturas.

 

CAPITULO CUARTO

 

LOS ENLUCIDOS EN LUGARES HÚMEDOS

 

He descrito la manera más conveniente de preparar los enlucidos en lugares secos; pasaré ahora a explicar la manera de prepararlos en lugares húmedos, de forma que puedan mantenerse sin deficiencias. En primer lugar, en las estancias cerradas que están al nivel del suelo, desde la parte más baja del pavimento hasta una altura de tres pies aproximadamente, se dará una primera mano de una mezcla de polvo de barro, en lugar de arena, y se allanará bien con objeto de que estas partes del enlucido no se deterioren por causa de la humedad. 

 

Pero si alguna pared tuviera humedad de manera continua, se levantará otra pared más delgada guardando una pequeña separación, y se abrirá un canal entre ambas paredes, ligeramente más bajo que el nivel de la estancia; este canal desaguará en el exterior, en una zona que quede al descubierto. De igual modo, según se vaya levantando la pared se irán dejando unos respiraderos; ya que, si la humedad no tuviera salida ni por la parte inferior ni por la superior, se extendería inevitablemente por toda la pared nueva. Hecho esto, se dará a la pared una mano de polvo de barro, se alisará bien y finalmente se dará una última mano con el enlucido.

 

Si por razones de espacio no fuera posible levantar una doble pared, se abrirán unos canales y unos desagües hacia una zona que quede al aire libre. A continuación colóquense unas tejas de dos pies de anchura sobre el borde del canal y por la otra parte se levantarán unos pilares con ladrillos de ocho pulgadas, donde puedan asentarse los ángulos o aristas de dos tejas, que disten de la pared no más de un palmo. Se asegurarán a la pared posteriormente unas tejas curvadas, en toda su verticalidad, desde la parte más baja hasta la parte superior; se untarán de pez por su parte interior, cuidadosamente, con el fin de que no penetre la humedad. Además, tanto en la parte inferior como en la parte superior, sobre la bóveda, deben tener también unos respiraderos.

 

A continuación se blanquearán con cal y agua, para que no se produzca un rechazo de la mezcla de ladrillo molido; debido a la sequedad que los ladrillos adquieren en los hornos, no pueden ni recibir ni mantener la mano de cal, salvo que la cal interpuesta consolide ambos elementos entre sí y facilite su unión. Una vez que se eche una mano de la mezcla de polvo de barro en lugar de arena, se allanará bien y se concluirá con diversas capas, tal como antes se dijo al tratar sobre los enlucidos.

 

La ornamentación de los enlucidos debe estar en correcta correspondencia con las normas del «decoro», de modo que se adapte a las características del lugar y a las diferencias de los distintos estilos. En los comedores de invierno, por ejemplo, no ofrece ninguna utilidad adornarlos con pinturas de grandes objetos, ni con delicadas molduras en las cornisas bajo las bóvedas, ya que se echan a perder por el humo del fuego y por el hollín continuo de las antorchas. 

(ENLUCIDO Y DECORACIÓN DE PISOS)

En estos comedores deben labrarse y pulimentarse unos rectángulos de negro sobre el zócalo, intercalando unos triángulos de ocre, o bien de bermellón; las bóvedas se terminan simplemente pulidas. Irá bien con el pavimento mantener la práctica de los griegos respecto a sus comedores de invierno, pues no son nada suntuosos y su disposición es bastante práctica. Así es, se ahonda el suelo del triclinio aproximadamente dos pies, dejándolo bien nivelado; se apisona el suelo y se tiende una capa de ripio o de ladrillo molido, dejando el pavimento ligeramente inclinado de manera que tenga sus propios desagües en el canal. 

(DETALLE DE ENLUCIDO DECORADO)

Posteriormente se echa una capa de carbón, bien apretado y consistente, que se cubrirá con una mezcla de arena gruesa, cal y ceniza, con un grosor de medio pie. Perfectamente nivelado y pulimentado «con piedra de afilar», adquiere el aspecto de un pavimento negro. Durante los banquetes, lo que se derrame de las copas y los esputos se secan al momento; quienes sirven a la mesa, aunque vayan descalzos, no se mancharán con el vino vertido, debido a esta especial clase de pavimento.

 

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