#Sexualidad
Esta es tu vida… Y no es que haya sacado de golpe el cobre…
Dr. Juan Manuel Carvajal Blancas
Doctor en psicología y
Psicoterapeuta Humanista
Contacto: 9512262913
sexualidad@inperfecto.com.mx
En psicoterapia he tenido la oportunidad y el privilegio de conocer las profundidades de las experiencias de pareja, muchas de las cuales, después de limpiar sus resentimientos, maldecir, mentar madres y victimizarse mutuamente por un rato, llegan al punto de mirar su propia responsabilidad. Es ahí donde reside la posibilidad del cambio y del crecimiento:
– “Es verdad, desde un principio me di cuenta que era egoísta, pero pensé que no me afectaba”
– “En ocasiones me llamaba “tontita”, parecía tierno y que se preocupaba por mi, reconozco que pude detener sus agresiones que llegaron a niveles lamentables…”
– “Era demasiado arrogante y en ocasiones sus palabras me herían cuando se burlaba de mi forma de pensar, pero tenía una inteligencia notable, me seducía esa forma tan segura de hablar que me recordaba tanto la sabiduría de mi padre…”
– “De novios solía controlar mis amistades y mis horarios, decía que era su forma de quererme y que lo hacía por protegerme; a mi me desagradaba eso, pero al mismo tiempo me hacia sentir importante, porque ni mis padres se preocupaban por mi, menos darme amor…”
– “Empezó preguntándome de que hablaba con mis amistades cuando me reunía con ellas, yo le contaba todos los detalles porque nada tenía que ocultar… terminó interviniendo mis cuentas personales y exigiéndome revisar mi celular… es verdad, lo vi y se lo permiti porque quería que hubiera confianza…”
– “Tenía ella de vez en cuando sus berrinches; a veces se enojaba de la nada y se ponía celosa porque le hablaba yo a mis amigas que le desagradaban… jamás pensé que llegara a tanto su agresión; hoy reconozco que no quise mirarlo… sí, me daba señales…”
– “Cuando recién nos casamos me dijo que el administraría el dinero que ambos ganabamos…. no me pareció, me sentí molesta, sin embargo, lo permití por miedo a que me dejara, después de todo siempre fui pésima organizando mis gastos. Tiempo después me controlaba hasta las llaves de la casa y todo lo puso a su nombre…. es verdad, si lo vi y lo permití…”
– “Me dolía tanto pensar en que se fuera de la casa, sentirme abandonada y preferí aguantarle todo… años después comprendí que el sentimiento de abandono que provocó la ausencia de mi padre, marcó mi vida hasta que decidí trabajarlo en psicoterapia; no era a mi pareja a quien quería retener, sino más bien, evitaba volver a sentir el dolor de ausencia de mi papá…”
– “Es que si vi que era infiel, pero algo de bonito tenía mirarlo tan importante y querido, pícaro como un Don Juan, muy divertido a la hora de hablar…así era también mi papá, sin embargo lo justificaba yo porque pensaba que, como estaba muy guapo, las otras lo provocaban. Siempre me decía que a mi era a quien quería. La primera ocasión se la pasé, las demás también porque me prometía que cambiaría; se iba y regresaba y yo lo permitía… Sí lo miré.”
– “De novios bebía en las fiestas y me parecía parlanchín y divertido; a veces hasta lloraba y me daba mucha ternura, ganas de protegerlo. Pensaba que con mi amor, él iba a dejar de beber y no fue así; su alcoholismo llegó a niveles desastrosos. Hoy reconozco que era a mi padre a quien quería yo rescatar de su alcoholismo.”
– ” Nos conocimos estando él separándose, me dijo que ella no lo comprendía, que le exigía mucho, que yo era diferente; estaba yo segura que conmigo sería otra historia distinta. Al final, también se fue con otra, diciéndome que yo no lo comprendía, que le exigía mucho… No quise mirarlo, pensé que conmigo tendría lo que las otras no supieron darle…”
Ejemplos son muchos y, si bien es cierto que la historia personal, familiar, transgeneracional, así como también los factores sociales, culturales, tienen un papel importante en la presencia de conductas agresivas y de indefensión, es también verdad que, en la mayoría de los casos hay indicadores desde la amistad y el noviazgo que advierten, si ponemos atención, lo proclive que es la relación al sufrimiento y al fracaso, debido a los rasgos de personalidad y asuntos pendientes por trabajar que ambos miembros de la pareja dejan ya mirar.
A los jóvenes con los que trabajo les sugiero ir a psicoterapia, para trabajar sus asuntos pendientes, como forma de sanación y prevencion, para atender su historia. Y principalmente, sanar el vínculo con sus padres. Es poco probable reconocer y mirar los rasgos y elementos que hacen vulnerable a la persona en una relación, en la medida que se conoce poco, tiene escaso trabajo personal y muchas heridas que sanar.
No es lo mismo amar desde la abundancia que vincularse desde el hambre afectiva y los vacíos de la propia historia.
Sánate, reconcíliate con tus figuras más importantes y contigo, ámate.
#DescúbreteEnPsicoterapia