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EN BÚSQUEDA DE LOS MAESTROS    MARCO VITRUVIO POLIÓN parte 19

#Arquitectura
Lo primero que debemos establecer son las reglas de la simetría de donde se deriven las diversas alternativas o modificaciones con toda exactitud; después, se determinará la medida longitudinal del solar del futuro edificio.

 

 

Carlos Rosas C / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

Como pudimos apreciar en la parte 18 de éste especial de arquitectura “En búsqueda de los maestros” sobre los Diez Libros de Arquitectura, específicamente el Libro sexto resulta muy interesante por las reflexiones que podemos encontrar en su introducción dignas de ser tomadas en cuenta. Teofrasto señala que es mejor ser sabios que poner toda nuestra confianza en el dinero; y lo pone de manifiesto de la siguiente manera:

 

«Solamente el hombre sabio no se siente extranjero en países lejanos, sólo él cuenta con numerosos amigos aunque haya perdido a sus familiares y parientes; en cualquier ciudad se comporta como un ciudadano más y sin ninguna clase de temor está capacitado para subestimar los infortunios; quien piense que la verdadera protección la dan únicamente las riquezas y no las ciencias, es como si marchara por caminos resbaladizos y, con toda seguridad, será víctima de una vida inestable e insegura.»

 

LIBRO SEXTO

 

CAPITULO SEGUNDO

LAS PROPORCIONES EN LOS EDIFICIOS

 

La mayor preocupación de un arquitecto debe ser que los edificios posean una puntual proporción en sus distintas partes y en todo su conjunto. Fijada la medida de su simetría y calculadas perfectamente las proporciones de tal medida, es entonces objetivo de su astucia elegir la naturaleza del lugar en relación al uso y a la belleza del edificio, ajustar sus medidas añadiendo o eliminando lo necesario para conservar siempre su simetría, de modo que parezca que todo se ha ido conformando correctamente y que en su aspecto exterior no se eche nada en falta.

 

Es muy distinto el aspecto de las cosas que tenemos a mano que el aspecto de lo que está en las alturas; no es lo mismo que, un objeto esté en un sitio cerrado que esté al aire libre; pues bien, en todo ello es objetivo prioritario de un juicio correcto determinar con exactitud lo que procede hacer.

 

La vista no ofrece siempre una fiel percepción del objeto, sino que con frecuencia hace equivocar el juicio de la mente: así sucede en las pinturas y decorados del escenario donde parecen sobresalir en relieve las columnas, las écforas de los modillones y las estatuas esculpidas, cuando en realidad todo está plasmado en unas planchas perfectamente planas.

 

Lo mismo ocurre con los remos de las naves, pues aunque son rectos, sin embargo bajo el agua ofrecen a la vista la imagen de que están doblados; la parte del remo que está fuera de la superficie del agua aparece totalmente recta, como es en realidad, pero la parte del remo sumergida bajo el agua, debido a la transparencia y poca densidad del agua, proyecta hacia la superficie horizontal del agua unas imágenes fluctuantes, como si fueran nadando desde los mismos remos. Da la impresión que estas imágenes cambiantes son las que producen en la vista el aspecto de unos remos doblados.

 

EFECTO VISUAL DE LOS OBJETOS BAJO EL AGUA RESPECTO DE LA SUPERFICIE

(EFECTO VISUAL DE LOS OBJETOS BAJO EL AGUA RESPECTO DE LA SUPERFICIE)

Bien, el hecho de que nosotros veamos se debe al estímulo de las imágenes sensitivas, o bien al estímulo de los rayos visuales que proceden profusamente de nuestros ojos, según la explicación que más satisface a los físicos; ambas alternativas parecen correctas para justificar la falacia del sentido de la vista, que ocasiona el que emitamos juicios erróneos. Por tanto, como lo que es objetivamente verdadero parece falso y como, con cierta frecuencia, se demuestra que algunos objetos no son tal como nos los ofrece la vista, en mi opinión no cabe la menor duda de que deben hacerse añadidos o disminuciones según la naturaleza o condiciones del lugar, pero teniendo siempre en cuenta que, en tales construcciones, nunca se eche nada en falta; esto se logra con habilidad e ingenio y no sólo con teorías estudiadas.

(ANÁLISIS DEL CAMPO VISUAL, LEONARDO DA VINCI)

Lo primero que debemos establecer son las reglas de la simetría de donde se deriven las diversas alternativas o modificaciones con toda exactitud; después, se determinará la medida longitudinal del solar del futuro edificio, cuyas dimensiones se fijarán a la vez; seguidamente se establecerá el ajuste exacto de la proporción, para lograr un aspecto exterior decoroso, de modo que quede perfectamente clara, a quien lo vea, la euritmia. Sobre la euritmia y sobre la forma de lograrla debo ofrecer una explicación, pero antes pasaré a exponer la forma de construir los atrios o patios de las casas.

(PLANTA Y ALZADO VILLA ROTONDA, ANDREA PALLADIO)

 

CAPITULO TERCERO

LOS ATRIOS

Deben distinguirse cinco clases diferentes de atrios, cuyos nombres responden precisamente a su aspecto: «toscano», «corintio», «tetrástilo», «displuviado» y «abovedado». Los atrios toscanos son aquellos en los que las vigas, que cruzan el ancho del atrio, tienen unos puntales pendientes y unos maderos (que soportan los canales para recoger el agua) que desde los ángulos de las paredes van a parar a los ángulos de las vigas que cruzan el atrio; mediante unos tirantes se forma una pendiente para que discurra el agua hacia el compluvio, situado en medio del techo del atrio.

(ATRIO TOSCANO, GIOVANNI BATTISTA)

En los atrios llamados corintios, colóquense las vigas y el compluvio de la misma manera que en el atrio toscano, pero sepárense las vigas de las paredes y apóyense en unas columnas que rodearán el espacio que queda al descubierto. Los atrios tetrástilos ofrecen una gran solidez, ya que poseen columnas angulares debajo de las vigas que le sirven de soporte, por lo que no deben sustentar una gran presión ni cargar con los puntales pendientes.

(ATRIO CORINTIO, HERCULANO, ITALIA)

Se llaman atrios displuviados a los que tienen las viguetas de los canales de manera que soportan la superficie de la abertura del tejado e impiden el vertido del agua. En invierno prestan una gran ventaja pues al estar sus compluvios levantados, posibilitan que penetre la luz en los triclinios; pero presentan un gran inconveniente debido a sus frecuentes reparaciones, ya que poseen unos canales por donde discurre el agua de lluvia en torno a las paredes; en ocasiones tales canales son incapaces de desaguar con rapidez toda el agua que reciben, por lo que el agua se desborda inundándolo todo, provocando un grave perjuicio tanto a la madera como a las paredes de estas construcciones. Se emplean atrios abovedados donde el vano no es muy ancho y encima de su entramado se da la posibilidad de habilitar habitaciones espaciosas.

(ATRIO DISPLUVIADO)

La longitud y la anchura de los atrios condicionan tres clases distintas. Primera clase: cuando se divida su longitud en cinco partes y se den tres de estas partes a su anchura; segunda clase: cuando se divida su longitud en tres partes y se den dos a su anchura; tercera clase: cuando su anchura quede fijada en un cuadrado de lados iguales y trazando en el mismo cuadrado una línea diagonal mida lo mismo que la longitud del atrio. La altura de los atrios hasta la parte que queda debajo de las vigas medirá una cuarta parte menos que su longitud; la parte restante será para los artesonados y para la cubierta de la casa, inmediatamente debajo de las vigas.

(PROPORCIÓN DE ATRIOS)

La anchura de las alas, a derecha e izquierda, medirá una tercera parte de la longitud del atrio, cuando éste mida entre treinta y cuarenta pies. Si mide entre cuarenta y cincuenta pies, se dividirá su longitud en tres partes y media y se dará a las alas una de estas partes. Si su longitud mide entre cincuenta y sesenta pies, la longitud de las alas será de una cuarta parte. Si mide entre sesenta y ochenta, divídase en cuatro partes y media y se dará a la anchura de las alas una de estas cuatro partes. Si mide entre ochenta y cien pies, divídase la longitud en cinco partes y se dará a la anchura de las alas una parte proporcionada. Los dinteles de las puertas alcanzarán una altura equivalente a su anchura.

 

Si la anchura del atrio fuera de veinte pies, el tablino ocupará dos terceras partes. Si fuera de treinta a cuarenta pies, se dará al tablino la mitad de la anchura del atrio. Cuando mida entre cuarenta y sesenta pies, divídase dicha anchura en cinco partes y se darán dos partes al tablino, ya que no es posible que los atrios más pequeños posean la misma proporción de simetría que los más grandes. En efecto, si hacemos uso de la simetría de los atrios más grandes aplicándola a los más pequeños resultarán francamente impracticables el tablino y las alas; si, por el contrario, aplicamos la simetría de los tablinos más pequeños a los más grandes, los elementos que componen éstos resultarán excesivamente grandes y desproporcionados. Por ello, he decidido concretizar la proporción exacta de sus dimensiones, atendiendo a su utilidad y a su aspecto exterior.

(TABLINO, CASA LIVIA, PALATINO)

La altura del tablino hasta las vigas se alzará una octava parte más de lo que mida de anchura. Su artesonado se elevará una tercera parte de su anchura. En los atrios más pequeños, la entrada tendrá dos tercios de la anchura del tablino; si se trata de atrios mayores su anchura será la mitad. Las imágenes, así como los elementos ornamentales, se colocarán a una altura que sea igual a la anchura de las alas.

 

La relación de la anchura de las puertas respecto a su altura coincidirá con la proporción dórica, si se trata de puertas dóricas; si son jónicas, se mantendrá la proporción del orden jónico, tal como han quedado expresadas las proporciones de simetría en el libro cuarto, al tratar el tema de las puertas. La anchura de la abertura del compluvio medirá no menos de una cuarta parte, ni más de una tercera parte de la anchura del atrio; su longitud guardará proporción respecto al atrio.

 

Los peristilos, colocados transversalmente, serán una tercera parte mayores en su longitud que en su profundidad. Sus columnas tendrán una altura equivalente a la anchura de los pórticos; los intercolumnios guardarán entre sí una distancia que no debe ser menor del triple ni mayor del cuádruple del diámetro de las columnas. Si las columnas del peristilo son de estilo dórico, los módulos guardarán la proporción de este estilo, descrita en el libro cuarto, y los triglifos se adaptarán a tales módulos.

(PERISTILO, VILLA POPEA, OPLONTIS)

La longitud de los triclinios deberá ser el doble de su propia anchura. La altura de las habitaciones que sean alargadas guardará la siguiente proporción: sumaremos su longitud y su anchura; tomando la mitad de la suma total, se la daremos a su altura. Pero si se trata de exedras o bien de salas cuadradas de reuniones, su altura medirá lo mismo que su anchura más la mitad. Las galerías de pintura (pinacotecas) deben tener amplias dimensiones, como las exedras. Las salas corintias y tetrástilas, llamadas «egipcias», guardarán las mismas proporciones que anteriormente hemos descrito al tratar sobre los triclinios; pero, como tienen intercaladas unas columnas, han de ser más espaciosas.

(TRICLINIOS)

He aquí la diferencia entre las salas corintias y las salas egipcias: las corintias tienen una sola hilera de columnas, que se apoya en un podio, o bien directamente sobre el suelo; sobre las columnas, los arquitrabes y las cornisas de madera tallada o de estuco, y, encima de las cornisas, un artesonado abovedado semicircular (rebajado). En las salas egipcias, los arquitrabes están colocados sobre las columnas y desde los arquitrabes hasta las paredes, que rodean toda la sala, se tiende un entramado; sobre el entramado se coloca el pavimento al aire libre, ocupando todo su contorno.

 

En perpendicular a las columnas inferiores y sobre el arquitrabe se levanta otra hilera de columnas, una cuarta parte más pequeñas. Encima de su arquitrabe y de los elementos ornamentales se tiende el artesonado y se dejan unas ventanas entre las columnas superiores; de esta forma, las salas egipcias se parecen más a las basílicas que a los triclinios corintios.

 

También hay otro tipo de salas que no siguen el uso y la costumbre de Italia, que los griegos llaman cyzicenos. Estas salas están orientadas hacia el norte y, sobre todo, hacia zonas ajardinadas; en su parte central poseen unas puertas de dos hojas. Su longitud y su anchura deben permitir que se puedan ubicar dos triclinios, uno en frente de otro y un espacio suficientemente amplio a su alrededor; a derecha y a izquierda se abren unas ventanas de doble hoja, para poder contemplar los jardines desde los mismos lechos del triclinio. Su altura será equivalente a su propia anchura más la mitad.

 

En todas estas clases de construcciones se deben seguir las normas de la simetría que puedan observarse, adaptándolas a las condiciones del lugar; sin ninguna dificultad se conseguirá suficiente luz si no se levantan paredes tan altas que impidan su paso; pero si se encuentra un serio obstáculo por ser muy angostas las calles o por otros inconvenientes, será la ocasión de añadir o eliminar algunas normas de la simetría con ingeniosa habilidad, siempre que se consiga un resultado elegante, que responda a las normas auténticas de la simetría.

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