#InPerfecciones
Simular el destacamento militar como si fuera Guardia Nacional es una cosa, el atrevimiento de hacerlo sin el respaldo de las leyes secundarias es temerario.
Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
Hace nueve meses terminaron las campañas electorales, hace nueve meses los discursos atascados de promesas debieron terminar para entrar con las acciones y planteamientos de implementación del régimen entrante y así encaminar los destinos nacionales, sin embargo, hace nueve meses nos encontramos en un proceso de coyuntura constante y no de baja intensidad, así es, el golpeteo ha sido constante y muy agreste.
El pasado domingo 28 de abril, durante el discurso dirigido a los presentes en Juchitán Oaxaca, el Presidente Andrés Manuel López Obrador se aventó una copia fotostática de cualquier discurso hecho durante la campaña electoral a la presidencia que nos “chutamos” a lo largo del pasado proceso electoral. “Se terminó la corrupción”, “millones de hectáreas de árboles maderables y frutales”, “los conservadores quieren que nos vaya mal”, “los fifís” etc. y desde luego la presunción de los programas sociales donde se entregan becas o apoyos económicos para los menos favorecidos.
La situación no radica simplemente en el hecho de seguir reciclando el discurso de campaña que ahora se ha convertido en promoción de las acciones del Gobierno, y aunque el “pregón” que sostiene que entre los gobiernos anteriores y el nuevo la diferencia es abismal puesto que no son iguales, la contradicción abunda, los montajes siguen siendo iguales que en las administraciones anteriores, y las excusas se han vuelto el pan de cada día durante los discursos presidenciales.
Destacar a la Guardia Nacional sin el respaldo de las leyes secundarias que acoten la actuación de los militares con todo y que constitucionalmente se encuentre justificada su presencia en las calles es uno de las tantos señalamientos que se comentaron sobre la utilización de las fuerzas armadas por parte del Ejecutivo Federal sin tener que solicitar permiso al Congreso, y para ponerle sal y pimienta al asunto, lo grave es la simulación de colocar a los efectivos militares un brazalete con las iniciales “GN”, aspecto que se contrapone al constante discurso del Presidente que por un lado sostiene que “nada por encima de la ley”, pero que gracias al vacío que generan las inexistentes leyes secundarias pues estrictamente no hay más que seguir que lo que dice la Constitución.
La estrategia política de decir una cosa y hacer otra para “despistar al enemigo” tiene el riesgo de generar incertidumbre además de coyuntura y resulta no ser nada nuevo más que la forma en que se justifica de manera discursiva las acciones de gobierno en la que lejos de predominar el afán de reconciliación lo que se está fomentando es la división.
El caso es que se siguen dando palos de ciego pensando que un personaje o un partido sacarán de la chistera la panacea que solucionará por fin todos los males nacionales; postura que solo exhibe la inmadurez política que se tiene al depositar en algunos casos toda la fe en quienes se venden como si fueran los profesionales de la política milagrosa.