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La última cena de Leonardo da Vinci

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La última cena, de Leonardo da Vinci, captura el momento en que Jesús enuncia que alguien de ellos, sus queridos apóstoles, lo traicionará.

 

Edgar Vargas / @_EdgarVargas_
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La última cena, de Leonardo da Vinci, captura el momento en que Jesús enuncia que alguien de ellos, sus queridos apóstoles, lo traicionará.

 

Esta obra fue requerida por Ludovico Sforza, para ornamentar el refectorio del convento de Santa Maria delle Grazie en Milán, Italia, hacia 1498.

 

La obra encargada tenía como tópico representar la última cena que Jesús había tenido con sus apóstoles antes del trágico desenlace de su vida física, que ya había sido vaticinada por su padre. El refectorio era el lugar donde los monjes tomaban sus alimentos, y así, podrían ellos comer junto con Jesús en comunión.

 

Leonardo se había caracterizado por ir más allá de un simple encargo. Era un polímata que gustaba de observar y analizar el mundo que lo rodeaba, para poder plasmar en sus creaciones los conocimientos de los que era partícipe. Fue así, que decidió darle una vuelta de tuerca al prototipo de tan trillado tema. En la mayoría de esta representación en tiempos del renacimiento, Judas Iscariote no formaba parte del grupo de apóstoles, por lo que era aislado colocándolo del otro lado de la mesa, para acrecentar que era él quien traicionaría a Jesús. Leonardo, quien abogaba por destruir los típicos estereotipos solemnes de la Edad Media, decidió incluirlo en la mesa, del mismo lado que todos los demás, como seguramente debió haber ocurrido. No había razón para que Judas cenara del otro lado, si nadie conocía con antelación que él iba a ser el que traicionaría a su maestro. Esto provocó, junto con otras obras, el inicio de un gran naturalismo ante estas escenas estoicas bíblicas, con numerosas copias por parte de los siguientes pintores.

 

Además de incluir a Judas en el mismo lado, Leonardo hace uso de su técnica para mostrar profundidad en un espacio cerrado: los ventanales. Al fondo de la escena principal se encuentran tres vanos, que muestran el paisaje natural en contraste con la solidez de la edificación. Se hace presente la técnica del sfumato, donde las orillas de las formas se van difuminando, debido a las partículas del viento y la lejanía de la óptica visual. De estos tres ventanales, la luz entra con su atmósfera para iluminar todo el cuarto.

 

La ventana de en medio es la más grande, y la que brinda mayor luz a Jesús; con esto, Leonardo retira la aureola de su cabeza, código entre los pintores para resaltar la santidad, y así lo realiza con todos los apóstoles, por lo que los vuelve más humanos y próximos al ente de carne y hueso.

 

La triada platónica: verdad, bondad y belleza, fue un elemento que se rescató del platonismo, y el pintor lo hace evidente en los grupos de apóstoles: Bartolomé, Santiago el Menor y Andrés en el primero; Judas Iscariote, Pedro y Juan en el segundo; Tomás, Santiago el Mayor y Felipe, en el tercero; y Mateo, Judas Tadeo y Simón el Zelote en el cuarto. La constante en todos, es que sus acciones muestran su reacción psicológica ante la famosa declaración que Jesús realizó en la cena y que sorprendió a todos. Se mueven, hacen muecas y giran sus cuerpos, todo esto realizado con gran naturalismo y maestría en la perspectiva.

 

Se ha discutido mucho sobre ciertos símbolos ocultos en este mural. El más popular ha sido sobre Juan, debido a el libro de Dan Brown, “El código Da Vinci”, en el que se plantea que probablemente María Magdalena es quien se encuentra en lugar del apóstol. Tópica bastante debatible.

 

Hay dos símbolos importantes sobre los que se sigue discutiendo. Uno es sobre el cuchillo que porta Pedro. Este personaje es muy controvertido por todo lo que la Biblia comenta de él, y lo que le fue destinado hacer después con la iglesia. El otro es la figura de Judas y su bolsa en mano, la cual resguarda las monedas por las cuales traicionó a Jesús. Se comenta que Leonardo observó a varios hombres con poca ética, como ladrones y prisioneros, para poder aplicar la psicología a su personaje.

 

A Leonardo le interesaba la creación pragmática. No pensaba en que sus obras fueran a pasar a la historia, o al menos, no hizo mucho esfuerzo para lograrlo. Deseaba que fueran realizadas en el momento y que estuvieran bien construidas. Es así como trató de innovar y darle más brillo a su mural aplicando la técnica del óleo en un fresco, lo que provocó que la pintura comenzara a deteriorarse pocos meses después de su ejecución. Lo que vemos actualmente es una restauración a interpretación de lo que alguna vez pudo haber existido: un fantasma de la pintura original.

 

Esta imagen ha atraído a miles de turistas, en la que hay que adquirir el pase con dos meses de antelación, y solamente 15 minutos son permitidos para ver una de las mayores creaciones del renacimiento. El mural sigue dando cabida a diversas especulaciones por romper con el esquema tradicional, pero, sobre todo, sigue dando pautas de investigación que continúan indagando sobre la genialidad de Leonardo.

 

 

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