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“La estrategia oficialista, en materia electoral, tiene como objetivo repercutir el añorado costumbrismo político de un régimen afecto a manipular las elecciones en México”
Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx
El oficialismo en México se encuentra transitando por una crisis en materia de imagen, los escándalos por corrupción, asignaciones directas, tráfico de influencias y la suspicacia generada por la sospecha del financiamiento a la campaña presidencial de López Obrador en 2006 con fondos del narcotráfico, ha pegado fuerte en contra de la narrativa del Jefe del Ejecutivo y el aparato de Gobierno, que ha tenido que trabajar horas extra para intentar minimizar el daño a la imagen del Gobierno encabezado por el oriundo de Macuspana Tabasco, lo interesante radica en la reacción que ha tenido el Presidente de la República, quién apegado a la bravata cotidiana, en principio, exigió una disculpa al Gobierno de los Estados Unidos para después recular y justificar lo que evidentemente fue una falta de valor para mantener su dicho frente a la opinión pública señalando que en llamada telefónica con el mandatario norteamericano solo se trató lo tocante al problema de migración, para terminar cediendo y recibir a la comitiva del vecino del norte.
Parafraseando al Presidente López Obrador, “el que nada debe, nada teme” y ante lo que puntualmente es una pregunta del periodista norteamericano Tim Golden en el reportaje publicado por ProPublica, la sobre reacción del Jefe del Ejecutivo mexicano demostró que si bien la investigación realizada por la DEA en 2010, se encuentra “cerrada” como tuvo a bien declarar el embajador Norteamericano en México, Ken Salazar para “tranquilidad” del oficialismo “lopezobradorista”, la sospecha razonable irremediablemente se sumó al comportamiento y al discurso presidencial porque aunque saquemos de la ecuación el reportaje de Golden, la postura del discurso y el comportamiento del Jefe del Ejecutivo frente al crimen organizado o al narcotráfico nos da una lectura diferente, los resultados en materia de seguridad, la escalada de violencia, los desplazados, las masacres, los secuestros, etcétera, ponen sobre la mesa la duda razonable de que la libertad con la que puede actuar la criminalidad en el país solo puede derivarse de un acuerdo, es decir, no es necesario leer el artículo publicado por ProPublica para sospechar que la violencia en México se debe no solo a esa herencia maldita del neoliberalismo de la que tanto se queja el Presidente, sino que, tal parece que la pretensión es robustecer dicha herencia para cedérsela a la siguiente administración.
Esto, sin duda, afecta de manera negativa en la pretensión de incidir de manera velada en el proceso electoral para dar soporte a la candidata oficialista Claudia Sheinbaum, la cercanía de la millonaria multa impuesta por el Tribunal Electoral del Poder Judicial por gastos irregulares de precampaña al partido oficialista –Morena- para favorecer a Sheinbaum Pardo, ha sido un duro golpe a la narrativa de los que se autodenominan diferentes, no corruptos y campeones de la superioridad moral; evidentemente, el nervio por mantener un ambiente electoral estable en torno a la candidatura oficialista ha llevado a la dirigencia de Morena a cometer errores en la estrategia de campaña, ya que el apetito por mantener una percepción de la supuesta intención del voto masivo por la otrora dirigente estudiantil parece no tener el apuntalamiento suficiente, provocando incluso que el mismo Presidente en un afán por incidir ilegalmente en el proceso electoral haya señalado que el paquete de reformas presentado al Congreso de la Unión el pasado 5 de febrero, estuvo motivado por encontrarnos justamente en un periodo electoral, dictando así las ordenes para su candidata que no tuvo más remedio que abrazar dichas propuestas y nuevamente quedar al margen como sombra del Presidente, estrictamente es una lástima que la que puede llegar a ser la primer Presidenta de la República se encuentre atada de manos y a disposición del Presidente saliente, sin embargo, en términos simples, la sumisión política e ideológica de Sheinbaum Pardo representa sin duda la continuidad tan anunciada.
Tal parece que la estrategia oficialista, en materia electoral, tiene como objetivo repercutir un añorado costumbrismo político de aquel régimen afecto a manipular las elecciones en México, sobre todo si la estrategia pretende encaminar a la Cuarta Transformación a mantenerse setenta años en el poder como lo consiguió la vieja guardia priista, mentora de muchos oficialistas; de modo qué, así como bien puede tener sustento la sospecha del financiamiento “irregular” la campaña presidencial del 2006 de López Obrador –qué, por cierto solo bastaba con negar categóricamente sin hacer más ruido-, la sospecha de que se esté orquestando un fraude electoral el próximo 2 de junio, se encuentra en el horizonte, el comportamiento y el discurso van dejando patente que las viejas prácticas tienen una vigencia brutal, algo así como el maridaje perfecto, pacto criminal y elecciones,
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