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Ensayo: Ya cómete la maldita mandarina

#Cultura
¿Por qué las mandarinas caen tan fácilmente ante los influjos de las palabrerías de las naranjas?

 

Ricardo Sandoval / @LuisRSandoval5
luizandcar18@gmail.com 

Este ensayo fue escrito durante la época de la pandemia, en una de mis clases en línea. Los nombres de las mandarinas son los nombres reales y una especie de guerra entre dicho cítrico y las naranjas. No involucro ni a los limones ni a las toronjas porque ya tienen entre sí un conflicto.

Se dice que en la cultura popular hay un dicho que dice así: “comerse una naranja es como llevar un buen matrimonio; ¡ya cómete la maldita naranja!” Puntos extra si entienden la referencia. Pero en este caso, no será una naranja, sino una mandarina.

Pero, ¿Por qué las mandarinas caen tan fácilmente ante los influjos de las palabrerías de las naranjas?, debe ser porque, a pesar del odio que existen entre ambas, aún hay algo de amor. Las naranjas las conquistan, las van conociendo. Todo con mucha calma. Las partes que les quitan y las que aceptan. También están las semillas, lastiman los dientes. Las tragan por distraídos, pero cuando son plantadas, con los cuidados necesarios, ese brote se puede convertir en un árbol. 

Por su forma esférica representa el mundo de color naranja, la cual nos sorprende. Las hay más coloridas que otras. Más maduras algunas, con puntos negros. Una que otra está verde, pero con el tiempo madura hasta ser comestible. Se adapta a las situaciones de la vida diaria. Cambia de piel con facilidad. Suelen ser atractivas a la vista y eso nos hace querer comprarlas en los puestos del mercado. Sobre todo en temporada de invierno que es cuando se cosechan. No le temen al frío, ni mucho menos al cambio. Las mandarinas pecan de ingenuidad.

Su humor suele ser muy ácido cuando no están en su punto, solo que pasan a ser las estrellas de la función por su dulce y melodiosa voz. Los baños diarios resaltan por su suave y fresco olor. Esta característica vuelve loco a las naranjas que tratan de hacerlas suyas.

Los del segundo grupo son peyorativamente peores que otras. Son los que confunden las mandarinas con los mandilones. Se dejan hacer de todo lo imaginable y no dicen ni pio, pero cuidado y tocas la semilla cuando está germinando porque sí que hay problemas con ellos. Estos apodos son más conocidos en Ecuador y México. Aunque la lucha con su prima-hermana la naranja, quien busca imponerse sobre las mandarinas para ser del gusto de la gente, solo que ni uno ni otro ha logrado, aún, imponer sus ideas. Cuando crean que la naranja se encamina a la victoria, en un fuerte sprint, la mandarina regresa para empatar.

Pero regreso a si comerse o no antes a la mandarina. Está claro que las naranjas suelen hacerlo. Por ser unos glotones terminan con un árbol antes de tiempo. De manera irónica, el mundo esférico se convierte en su todo. Incluso, mencionan las propias naranjas, gracias a su gran ego y tamaño y por ende, de manera curiosa, más difíciles de pelar pero siempre les terminan haciendo caso, que la semilla de mandarina muchas veces necesita alguna especie de tratamiento para mejorar el tamaño y estar ambas frutas a la misma altura. Las diferentes mandarinas, como nombres en el mundo son muchos: por ejemplo, la Marisol y la Loreta tienen pleito cazado, porque a la Loreta la piden antes que a la Marisol. El Esteban, mejor conocido por su apodo de Esbal, no soporta las lluvias y a pesar de su tierna edad, padece de dolor de huesos cuando es dicha temporada. En cambio a la Hernandina sí que le gusta salir a mojarse, con el único detalle que tarda dos meses en recuperase de su fuerte gripa. 

Por eso, hay que disfrutar, en la medida de lo posible, comerse la mandarina. Porque como le sucede a la cuidadosa de la Hernandina, quien le explica a su esposo, la naranja, sin semillas no hay polinización. A su vez, las mandarinas de apellido oriental, como Okitsu, debieron aprenderle algo a la joven cultura latinoamericana, ya que gracias a la música y otros factores; causa impulsada por las contradicciones del amor y odio de las naranjas; son  sumamente precoces los primos lejanos japoneses. Apenas las plantan y ya para septiembre dan sus frutos.

Así que, cuando te digan que ya te comas esa maldita naranja o mandarina en este caso, recuerda las siguientes palabras: Aunque alguna salga con mucho ácido, fue porque aún no estaba madura. Hay que ser paciente porque no sabes si la que sigue después es dulce. En caso que sea favorable, saboréala, pélala, a su debido tiempo planta la semilla, riégala con mucha agua y palabras buenas para que cuando sea su momento, la siguiente generación de mandarinas va a salir mejor que la anterior, todo gracias a los cuidados que le diste.

 

#InPerfecto 

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