#InPerfecciones
“La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes.”, Bukowsky
Pablo Ricardo Rivera Tejeda / @PabloRiveraRT
pricardo.rivera@gmail.com
A pesar de la inmensa polarización que enfrentamos como nación, es posible darse cuenta de que la única cosa –esperando que erre en el juicio–, en la que todos los mexicanos podríamos estar de acuerdo es en la importancia de la democracia.
Desde las sociedades clásicas, la preocupación común por el destino de la nación –en el subjetivo sentido de la palabra–, es algo que ha movilizado al hombre para lograr hacer historia en la sociedad. Antes, las polis griegas que funcionaban como ciudades-estado tenían sistemas democráticos eficientes. Es en esa época donde se da la llamada “democracia directa” los ídolos políticos eran parte de la historia y cultura. Cómo olvidar al gran Pericles o las ideas expuestas en textos platónicos como la Apología de Sócrates. Sin embargo, quien diría que a cientos de años después, tendríamos en juego algo tan valioso como ese concepto antiguo.
Las últimas semanas han sido de gran ajetreo en temas político electorales. El INE, desde inicios de este año, ha visto su autoridad socavada por los constantes ataques del castillo del “monarca”. Desde constantes marchas, que, diga lo que diga Martí Batres o Claudia Sheinmbaum, han sido un éxito, y se ha demostrado que, siendo el INE perfectible y por ende con defectos, es una institución que ha defendido a capa y espada la democracia mexicana.
Sin embargo, las amenazas han seguido. Después del fracaso en la Reforma Electoral que proponía el presidente de la República, se demostró que aun hay una diferencia en el poder legislativo, y que la balanza, si bien tiende a inclinarse hacia un lado en específico, aun sirve de contrapeso los esfuerzos de la cobarde derecha. Empero, el plan de López Obrador no termina, es bien sabido que lo que se propone, de alguna u otra manera, lo logra. El “Plan B” es una de las estrategias más sonadas en cuanto a temas electorales.
Analizar tal cosa no es para nada sencillo, pero creo que una vez más –como menciono cada vez que tengo oportunidad–, pensar críticamente, sin ninguna especie de fanatismo, es imperante. El “Plan B” no es del todo malo, tiene propuestas que a mi parecer son buenas y eficaces; por ejemplo, la reducción de salarios para los funcionarios del INE o la disminución de gastos de una democracia que, ciertamente, nos sale muy cara. Debemos, –decía un profesor con el que recientemente dialogué–, eliminar la burocracia dorada que tanto nos ha afectado.
En este sentido, no seamos sumisos ante las presiones de las ideologías políticas. Debemos tener convicción de lo que apoyamos, sobre todo cuando ésta esta fundada en argumentos y evidencia, algo que tanta falta hace hoy en día.
Sigamos marchando, con los estandartes y la frente en alto. Así, el voto no sólo será promesa de campaña, sino una justa realidad cumplida para cada uno de los mexicanos.
¡Te mando un abrazo!