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8 de marzo de 2021, 16:48

#Sexualidad
“El patriarcado se va a caer, se va caer, arriba el feminismo que va a vencer, que va a vencer” cantaban las mujeres unidas en una sola voz.

 

 

Dulce Merlos
redaccion@inperfecto.com.mx

Desde la ventana de la nave podía observarlas, un solo colectivo, una gran mole de color morado, con vivos blancos y negros. Un sólo monstruo moviéndose al compás de los gritos. Pancartas arriba y abajo que simulaban una gran ola. Uno de los botones de la consola empezó a pitar, beep, beep. Normal. El gran calor que emanaba la energía de esos especímenes en la tierra calentaba los motores. Ya nos había

pasado antes cuando habíamos presenciado guerras.

“Extraña esta raza humana” dije a Dinah mirándola fija a los ojos, hace mucho que dejamos de emitir sonidos para entendernos. Ella sólo me miró fijo y complemento con un “matan lo que dicen amar, tampoco entiendo demasiado”.

Dinah miró el volante, y con un abrir y cerrar de ojos lo impulsó para que pudiéramos seguir

observando lo que sucedía debajo de nosotras. De pronto otro gran beep sonó anunciando que la compuerta principal de la nave se había abierto. Dinah volteó y me miró con sus grandes ojos dorados, corrí hacia la gran puerta de metal… imposible que alguien se hubiera colado. Nuestra nave es de

última generación construida por las mejores venusinas de Asthar.

Dinah grito:

-¡Selenita, mira!

Corrí a asomarme por la ventana y una de nuestras pequeñas venusinas, Lyria para ser exactas, había descendió de la nave y ahora danzaba alegremente entre el colectivo de mujeres terrícolas. Fiel a lo que le habíamos enseñado de inmediato se había transformado en una bella mujer de piel cobriza, cabello negro, piernas largas y camiseta morada con un nudo en la cintura. En la mano llevaba una pancarta grande que decía “Vivas nos queremos”.

-Tenemos que bajar por ella Selenita.

Conduce la nave, yo bajaré, dije acercándome a la compuerta principal y descendiendo por el tubo de luz diseñado para ello.

En un nanosegundo me encontré entre el colectivo. Vaya la energía allí abajo era mucho más potente de lo que la nave había registrado. Las voces, los cantos, las mujeres tomadas de las manos, las caras de orgullo, de llanto y de impotencia eran como la flauta que tocan para hipnotizar a las serpientes. Entendí que eso era lo que había atraído a Lyria.

En clase habíamos estudiado las emociones humanas, unas tan hermosas y bellas cuyo sentir es imposible definir con palabras y aquellas tan horrendas que destruyen todo a su paso. El amor y el horror, como dos caras de la misma moneda. Algo que en nuestro planeta no es concebible.

Presté atención para localizar a Lyria, teníamos que volver a la nave, no esta permitido interactuar si no tenemos un objetivo claro.

La encontré detrás de varias mujeres una rubia muy bonita con cara de muñeca, otra bajita y morena de rasgos profundos y otras rapadas, con un antifaz pintado en la cara y los senos al aire.

Lyria estaba hipnotizada con su fuerza, desde donde yo estaba podía sentirlas. Me teletransporté hacia ella y mentalmente le dije debemos volver a la nave. Cuando de pronto escuché:

– A mí me metió la mano debajo del vestido.

-A mi amenazo y me ofreció 1000 pesos para acostarme con él, quédate con el cambio aunque no lo vales dijo la morena.

-A ustedes por lo menos sólo las amenazaron, a mi me violaron en la calle como a un animal- gritó una de las cabezas rapadas al tiempo que pintaba un monumento con una lata de aerosol.

Al sentir el caudal de emociones humanas, Lyria comenzó a perder el disfraz, impotente ante lo que sintió. Tuve que cubrirla con mi escudo para que no fuera descubierta.

-¿Qué pasa contigo?

-No soporto el hedor, no ves cómo huele a muerte e injusticia. Tú me has enseñado a luchar por la vida, nosotras no tenemos a donde ir, viajamos por todo el cosmos y ellas, míralas, tampoco tienen un hogar.

 

Cada quien vive su propio viaje Lyria, recuerda que el equilibrio se logra cuando las especies entienden que todos tenemos un lugar en el espiral. Ellas luchan por el suyo. Tú y yo luchamos por el nuestro. Es hora de volver.

Mi ojo superior lanzó un rayo al de Lyria y en un abrir y cerrar de ojos estuvimos de nuevo en la nave.

-¿Y bien? dijo Dinah

– No importa el lugar, no importa la época, no importa el espacio, ni la raza, todas hemos perdido.

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