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Hemos sido tolerantes hasta excesos criticables. 

#InPerfecciones
El domingo pasado se cumplieron 54 años de los acontecimientos del dos de octubre en la plaza de las tres culturas en Tlatelolco, en esta capital, hechos que sin duda alguna cimbraron el sistema político y social del México de ayer y hoy.

 

 

Daniel Blanquel / @DHBlanquel
editorial@inperfecto.com.mx 

 

El domingo pasado se cumplieron 54 años de los acontecimientos del dos de octubre en la plaza de las tres culturas en Tlatelolco, en esta capital, hechos que sin duda alguna cimbraron el sistema político y social del México de ayer y hoy.

Durante estas más de cinco decenas de años la historia y el colectivo social nos han compartido una parte de la historia que todos conocemos por documentales, libros, películas y el comentario de gente que vivo o no dichos sucesos. 

Todos podemos saber lo que tradicionalmente se nos comenta, la gran mayoría se ha formado un criterio con los dichos ajenos y muy probablemente hasta han generado odio por algunos de los personajes que intervinieron en aquellos movimientos. 

La plática de hoy no pretende menospreciar ningún suceso histórico ni mucho menos pasar por alto la pérdida de vidas humanas en la tarde de aquel dos de octubre de 1968.

Nuestra intención es resaltar ciertos aspectos que probablemente se han omitido o tratado de ocultar durante años, por conveniencia o por simple descuido institucional.

En todas las bibliografías se ha dejado mal parado a los personajes que ocupaban los espacios de la política más importantes de nuestro país, desde el mismo Presidente de la Republica, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverria Secretario de Gobernación, el Secretario de la Defensa Nacional Marcelino García Barragán quien era abuelo del actual Secretario de Seguridad Ciudadana de la CDMX, Omar García Harfuch, así como el Jefe del Departamento del entonces Distrito Federal Alfonso Corona del Rosal.

Sin dejar de lado la incipiente participación en un movimiento de tal envergadura del rector de la máxima casa de estudios, Javier Barros Sierra, que dicho sea de paso es de los mejores funcionarios que ha tenido la Universidad Nacional Autónoma de México, probablemente equiparable a la gestión que tuvo en su momento Manuel Gómez Morin. 

El movimiento o la matanza del dos de octubre no fue un hecho aislado en el que participaran estudiantes de la UNAM el IPN, Chapingo u otras universidades del país como la Universidad de Chihuahua, la UDG y hasta la Escuela Libre de Derecho, empero, tomo relevancia debido a el número de vidas que se perdieron esa tarde, así como su cercanía a la inauguración de la XIX edición los Juegos Olímpicos, primeros en desarrollarse en Latinoamérica. 

Durante una entrevista años después de que el Presidente Díaz Ordaz terminara su sexenio en el año de 1977 cuando se le nombro embajador de México en España se le pregunto cuales habían sido sus logros de gobierno y entre otros pronuncio una frase donde decía que:

De lo que más me siento orgulloso es del año de 1968, porque me permitió servir y salvar al país….y el paso de mi nombre a la historia

Cuánta razón tenía, pues cincuenta y cuatro años han pasado y él junto con Luis Echeverria son los únicos que la historia ha señalado como genocidas y culpables de tan trágicos momentos vividos en esa tarde noche. 

Pero realmente solo ordenaron una matanza estudiantil para satisfacer su ego o fue una verdadera estrategia para frenar el avance de ciertas corrientes ideológicas, políticas y económicas que afectarían el desarrollo de la nación. 

En el año de 1968 por primera y única vez nuestro territorio albergo una gesta deportiva como las olimpiadas, cosa que no se ha vuelto a repetir y todo ello fue gracias a la estabilidad económica y social que se vivía en aquellos años, y usted me podrá decir que tiempo después México fue sede de dos copas mundiales de fut-bol y tiene razón, pero las olimpiadas, símbolo de unión y paz entre las naciones no han vuelto a pisar territorio azteca.  

El movimiento estudiantil estuvo comandado por un comité, el CGH Comité General de Huelga en que tenían representación las escuelas de educación media superior y superior, con personajes que hasta la fecha siguen inmiscuidos en la política nacional, personajes que han pasado por distintos partidos políticos, como los partidos socialistas de aquellos años, y los de hoy. 

Los libros, películas, monografías y de más acervos que tocan el tema no hablan más allá de la responsabilidad del gobierno y sus cabezas, cosa que no vamos a eximir, pero sería bueno que también se tocaran los puntos en los que el gobierno tuvo que decidir entre su popularidad y mantener la estabilidad social que a la fecha seguimos disfrutando.

Díaz Ordaz detuvo, junto con otros funcionarios el avance de fuerzas que pretendían instalar el socialismo y el marxismo, que como vemos hoy en día no es una de las mejores opciones para el desarrollo de un país, tampoco estamos diciendo que es lo peor, pero lo que hoy en día vivimos en nuestra nación y en otras más, sobre todo de América Latina, podemos advertir que no es el Mesías que se esperaba para el crecimiento económico, social y cultural. 

Gracias a las decisiones tomadas el avance del socialismo pudo esperar cincuenta años.

Hoy en día se ha violentado la autonomía de las universidades de nuestro país a pesar de que se han jactado en decir que la educación y el respeto a la misma son la base de toda sociedad. 

El respeto por las instituciones se ha desdeñado hasta por quienes deberían cuidarlas, protegerlas y representarlas ante cualquier circunstancia.

Ojala la historia de este y otros acontecimientos, escuche todas las voces que intervinieron, desde Presidentes de la Republica, que hoy ya están finados hasta los cabos del Ejército a los sobrevivientes y a quienes dirigieron las protestas que terminaron en lo que todos sabemos. 

Y que nunca más nos vuelvan a  decir que hay una verdad histórica ni que se tenga que crear un grupo de expertos extranjeros para dar solución a un problema nacional, y que ningún político utilice la desgracia ajena para atraer electores en una campaña, prometiendo dar solución a lo que según él, sus adversarios no pudieron, así como, que, quien ostente el poder en el momento de soluciones verdaderas.  

 

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