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IRRESPONSABLES.

#InPerfecciones
“No señoras y señores, los parásitos de la clase política no se hacen ni se harán responsables nunca de lo que ofrecen.”

 

 

Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx

¿Quién se hace responsable por la seguridad en México? Empezando porque cuando hablamos de responsabilidad suponemos que los que asumen un encargo público poseen la claridad suficiente de lo que representa no solo el encargo sino el concepto responsabilidad en su totalidad, sin embargo, al intentar encontrar la compatibilidad entre el concepto responsabilidad y discurso político, es donde empiezan los problemas.

 

Para un político lanzar cualquier cantidad de ofrecimientos en cualquier materia no representa dificultad alguna cuando se trata de conseguir votos –suponiendo que se encuentre en campaña-, pero una vez que el objetivo es alcanzado, los ofrecimientos no terminan y a la larga lista se suman compromisos con los que solo se rellenan los discursos. Sin embargo, el común denominador de dichos ofrecimientos o promesas es que carecen de un elemento fundamental que es precisamente la responsabilidad que se supone asumen cuando las ideas estallan en boca de los merolicos que se hacen llamar políticos.

 

Paradójicamente es la clase política la que hace un llamado muy sentido siempre que tiene oportunidad de hacerlo a los ciudadanos a que asuman la responsabilidad que tienen frente a la construcción de una democracia que los legitime en las urnas y por consecuencia en el poder, incluso las propuestas para castigar a quién no ejerza su derecho a votar se han puesto sobre la mesa en un intento por forzar a los ciudadanos a que cumplan con ese deber de apuntalar a la clase política o al grupo en turno que se encuentre en el poder, sin embargo, la pregunta que se cierne a esta situación es ¿quién debe vigilar que la clase política se haga responsable no solo de lo que declara sino de lo se supone deben cumplir una vez que asumen un encargo público?.

 

La contradicción abunda en la pregunta anterior pensando en que todos esos personajes que se trepan a un templete a prometer todo lo que prometen se harán responsables de sus declaraciones persiguiendo el objetivo de cumplir, pero esto solo es una ensoñación; a los ciudadanos se nos exige cumplir con la ley, con hacienda, con nuestro trabajo y hasta con la construcción que tiene que ver con el contrato social que como sociedad tenemos por sentado y que se fundamenta en el respeto hacia los demás, incluida por supuesto la responsabilidad que asumimos cuando empeñamos nuestra palabra.

 

Entonces, ¿qué exime a la clase política de cumplir con todo lo anterior y con el encargo que tiene?, en teoría, esa clase política bajo la ley está conformada por ciudadanos tan comunes y corrientes como todos los que votan por ellos y la ley debe aplicar de igual manera para todos, pero ya hemos visto que cuando se trata de poder, ahí si para nada somos iguales, de entrada porque si fuéramos iguales el Presidente no debería estar vociferando porque otro funcionario gana más que él, si fuéramos iguales el presidente debería cobrar lo que cobra el trabajador promedio en el México de sus maravillas, si fuéramos iguales el Presidente y toda la runfla de funcionarios lame botas se atenderían en el maravilloso sistema noruego de salud que prevalece en el país, si fuéramos iguales el Presidente tendría que pagar todas las cuentas que le corresponden por concepto del uso de servicios que también consume, tendría que pagar agua, gas, gasolina, comida, predial, energía eléctrica, internet, etcétera.

 

Pero ya vemos que no somos iguales porque ni siquiera cuando era candidato de la oposición pagaba sus cuentas porque vivía de las aportaciones para su movimiento, es decir, para el caso del Presidente, por supuesto que no es igual a todo ese pueblo que dice que representa, entonces, ¿qué nos hace pensar que el Presidente se hará responsable de todo lo que dice y promete?, no señoras y señores, los parásitos de la clase política no se hacen ni se harán responsables nunca de lo que ofrecen.

 

Desde luego, qué, regresando a la pregunta inicial sobre ¿quién se hace responsable de la seguridad en México? Podemos tener la certeza de que no es el Presidente quien se hace cargo de ella, vamos, ni siquiera la seguridad de los ciudadanos se encuentra en manos del Gabinete de Seguridad que se reúne a desayunar todos los días para echar chisme y manosear los datos que habrán de ofrecerse en la mañanera, porque la responsabilidad que se supone tienen en materia de seguridad la han trasladado a los enemigos imaginarios con los que se lavan la cara y las manos, con una narrativa que evade el compromiso adquirido, entonces, la culpa es de los conservadores, los opositores, los traidores a la patria, chayoteros y un largo etcétera, pero nunca del Gobierno Federal ni de los gobiernos locales.

 

Nuevamente tenemos frente a nuestros ojos la máxima aquella de “nadie ofrece tanto como el que no está dispuesto a cumplir”, López Obrador como el buen administrador de conflictos que es, minimiza la violencia de la que es responsable su administración victimizándose y poniéndose al centro de la discusión pública dejando de lado a las víctimas directas de esa violencia que ha provocado con toda esa laxitud que le caracteriza y con el entreguismo al crimen organizado que ha sido una constante del Gobierno mexicano administración tras administración.

 

Obviamente si volteamos a ver otras materias en las que la responsabilidad del Gobierno tiene que ver, entonces tristemente nos vamos a encontrar con que el gobierno de la improvisación alias la Cuarta Transformación se ha convertido en la trinchera de los resentidos y los mediocres, la trinchera donde solo basta ser cómplice y rendirle pleitesía al beato transformador para obtener un alto puesto en el que la única responsabilidad que tendrán será la de acatar los designios de un embaucador que cuando algo se sale del guión, implementa el tan socorrido y tradicional decreto que termina exhibiendo el alto grado de incapacidad para gobernar y el ánimo impositivo de un caprichoso acomplejado al que le estorba la ley. El triunfo de los mediocres irresponsables cuesta vidas, recursos, empleos y tranquilidad; tal parece que el concepto de bienestar para el Presidente solo tiene que ver con el círculo cercano de parásitos que colaboran con una muy torcida concepción del concepto responsabilidad.

#InPerfecto

 

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