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La guerra sucia en los años 70

#Cultura
“¿la historia escrita se considera literatura?”

 

 

Luis Ricardo Sandoval / @LuisRSandoval5
luizandcar18@gmail.com

Ahora que se están viviendo muchos cambios con el gobierno de López Obrador, no estaría mal que hagamos un poco de memoria sobre lo ocurrido en la década de los setenta. Dejaré expuesta una pregunta que en este texto no se va a responder: ¿la historia escrita se considera literatura?

 

Para entonces, la violenta reacción del Estado contra su propia población hizo su aparición de manera oficial durante la última parte de la década de 1960, pero no se agravó sino durante la década de 1970. Tras la masacre de 1968, las voces se alzaron en contra de un gobierno que no protegía a su población. Las masas oprimidas mientras buscaban justicia, no únicamente por lo ocurrido en la Plaza de las Tres Culturas, sino por el asesinato de Jaramillo en 1962, la caída de los precios de la agricultura y del peso frente al dólar, la inversión extranjera era menor y la solución a los problemas sociales no eran atacados.

 

Mientras tanto, la influencia extranjera se dejaba ver con la música, las películas, incluso, reflejada con la película Los Caifanes, donde se mostraba la diferencia de la alta sociedad con el pueblo, lo que incomodó a muchas personas. Los movimientos sociales como los grupos de ferrocarrileros, los petroleros, telegrafistas, que exigían un salario justo, fueron apoyados por los estudiantes, muchos de ellos traían ideas marxistas producto de los libros y la educación universitaria.

 

En su propio movimiento social, los estudiantes universitarios buscaban, entre otras cosas que se eliminara el artículo 145 del Código Penal Federal, la que mencionaba la libertad de presos políticos, la indemnización para las familias de víctimas del Estado, la destitución del Jefe de la Policía, etc.

 

Por su parte, el gobierno tenía mano de hierro y esto se vio reflejado principalmente con el mandato de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) y Luis Echeverría Álvarez (1970-1976). Ya que el Estado era incapaz de tener un diálogo abierto con las masas protestantes, fue el detonante para que grupos armados, como la Liga Comunista 23 de septiembre aparecieran.

 

A causa de esto, la imagen pública, no solo nacional sino internacional se dejó ver. Ya que la visión del famoso “milagro mexicano” de las décadas anteriores desapareció, de manera oficial, con ese acto del 2 de octubre de 1968 y se confirmó la violencia con el halconazo el 10 de junio de 1971

 

En relación con los grupos comunistas, estos buscaban que el país fuera gobernado por el pueblo para el pueblo, haciendo clara referencia a ideas marxistas donde el burgués es el “malo” y se apropia de las ganancias para un beneficio personal y no social. Debido a que la Guerra Fría estaba en su apogeo, se llegó a considerar esta lucha ideológica entre el capitalismo contra el comunismo como un asunto muy serio.

 

Por el contrario, dichos grupos como la Liga Comunista, cuyo mensaje a las poblaciones más vulnerables, sobretodo de las sierras, para intentar que la chispa revolucionaria de 1910 renaciera, hizo que el único ofrecimiento para dicho movimiento fuera el reaccionario, que dejaran su vida en pos de una lucha contra el Estado opresor y a que el capitalismo dejara de existir.

Dicho lo anterior, los grupos armados realizaban expropiaciones de armas, hicieron explotar bombas caseras en edificios de la Ciudad de México, Guadalajara, Oaxaca y Michoacán; secuestraban a miembros importantes o de gran poder económico y exigían la liberación de presos políticos y dinero para que pudieran seguir en la lucha. Dichos actos se consideraban como terroristas y subversivos contra la autoridad.

 

La violencia de los grupos rebeldes, movilizaciones callejeras, intentos de secuestros a diplomáticos y gente importante del mundo de los negocios. La línea anticomunista del Estado se manejaba gracias al control de los medios de comunicación. Dichos medios consideraban que la destrucción de los grupos rebeldes era de tal magnitud para hacer que la gente del pueblo se alejara de dicho movimiento.

 

A pesar de que dichos grupos, unidos bajo la bandera de la Liga Comunista 23 de Septiembre, como los Procesos, los Lacandones, entre otros muchos más de todo el país, sobretodo en del norte y sur-sureste del país, tenían muchas diferencias entre sí. De manera puntual me refiero a los Procesos, cuya idea estaba, de manera irónica, en contra del pensamiento marxista, cosa que otros grupos de la Liga era su base principal creando así una confusión y una paradoja innecesaria entre sus miembros. Es probable que pensaran que al tener el pensamiento marxista en sus filas (la de los Procesos), se intentara replicar la historia negra del Estalinismo Ruso en México y esto provocaría enterrar la verdadera ideología de la revolución.

 

Ahora veamos las “cuestiones fundamentales”, que fue el Manifiesto de la Liga comunista 23 de Septiembre:

 

  1. Construir al proletariado como clase.
  2. Derrocar a la burguesía dominante.
  3. Conquistar el poder político por parte del proletariado.
  4. Crear su partido político y tener su propio ejército.

 

Así mismo, después de las cuestiones fundamentales, tenían cinco acciones inmediatas:

 

  1. Ajusticiar a policías y militares.
  2. Realizar actividades militares que apoyaran al movimiento de las masas.
  3. “Recuperar” y conseguir armas.
  4. Hacer expropiaciones materiales y monetarias.
  5. A través de secuestros pedir (exigir) la liberación de presos políticos.

 

Considerando que la Liga Comunista realizaba dichas acciones, el Estado no se quedaba de brazos cruzados. Líderes del movimiento fueron detenidos, miembros estudiantiles y sus familias eran desaparecidos, mataban a algunos de sus principales cabezas, como lo ocurrido en Sinaloa, lugar en el que cayeron Fernando Salinas Mora, alias el Richard y Efraín González Cuevas, alias el Fermín.

 

Como se mencionó con anterioridad, uno de los ataques del Estado fue la guerra sucia en los medios de comunicación. Desde poner en primera plana asaltos bancarios en Monterrey o Guadalajara a dar a conocer y denunciar a posibles responsables de dichos actos. Por ejemplo, el Diario de Culiacán llegó a mencionar en una de sus notas del 21 de enero de 1972: “La policía descubrió el cuartel de los asaltantes bancarios en donde tenían una fábrica de “bombas molotov”, polígono de tiro al blanco para entrenarse en el uso de las ametralladoras y otras armas, así como una gran cantidad de parque. Para mañana rendirán su declaración preparatoria para responder a los cargos  de homicidio, asalto a mano armada, asociación delictuosa y otros delitos.”.

 

Debido a las acciones de los grupos rebeldes y a las notas inclinadas a la tendencia al uso de la violencia “sin sentido”, fue que el Estado Mexicano decretó el fin de las “pandillas”. De esta manera el Estado oficializaba y legalizaba su guerra. En un enfrentamiento murieron N cantidad de asaltabancos o secuestradores. En cambio, si un policía moría en dicho enfrentamiento, se le consideraba como un héroe caído.

 

Hay que mencionar, además, de que cuando uno de los secuestrados era una persona importante, el Gobierno de Luis Echeverría cumplía las demandas exigidas por los grupos rebeldes. Uno de estos casos ocurrió en Monterrey, Nuevo León el 8 de noviembre de 1972, por la Liga de Comunistas Armados, cuando un avión de Mexicana de Aviación fue secuestrado. En dicha aeronave, entre sus pasajeros se encontraban los hijos del gobernador de Nuevo León, Luis M. Farías y el cónsul estadounidense Wesley Parsons. A cambio de los pasajeros privados de su libertad, se exigía la liberación de cinco miembros rebeldes, municiones y varios millones de pesos.

 

Los programas de televisión y de radio de inmediato empezaron a transmitir la crisis. Los secuestradores, después de liberar a una parte de los secuestrados, se trasladaron a Cuba donde pidieron asilo político y así seguir con su lucha desde la isla. Esta situación dejó con muchas dudas hacia el gobierno mexicano. Aunque intentaron inculpar a los secuestradores de terrorismo y otros actos, además de la captura y deportación al gobierno Cubano, no pasó nada.

 

El 17 de septiembre de 1973, en el cruce de las calles Luis Quintanar y Villagrán, en la colonia Bella Vista, allá en la sultana del norte, la Liga hizo su debut y despedida. De acuerdo a las notas periodísticas recopiladas el coche donde iba Eugenio Garza Sada, fundador de la cervecería Cuauhtémoc y del Tecnológico de Monterrey, entre otras tantas empresas en el norte del país, junto a sus escoltas fue interceptado.

 

Pero recuerda Elías Orozco, alias el Ulises, que: “Al momento de la acción, cuando menos pensábamos ya teníamos dos compañeros caídos. Los guardias eran bastante eficaces. Y el enfrentamiento se dio. Éramos seis en el operativo. Murieron dos compañeros al instante. Uno resultó herido.”. Durante el tiroteo murió el empresario. De acuerdo a la versión de Orozco es que uno de los guardias tiró a matar para evitar el secuestro.

 

La indignación de la cúpula empresarial no se hizo esperar, culpando a Echeverría, de manera indirecta del ataque. Después del atentado, Echeverría declaró que no volvería a negociar con los insurrectos. Indirectamente les dijo a las autoridades policiales y militares que tenían carta blanca para responder con más violencia a los actos de la Liga.

 

Se infiere que los medios de comunicación tuvieron una gran parte de responsabilidad en la guerra de 1970 ya que enfocaban sus notas hacia un posible debate donde el Gobierno Mexicano casi siempre terminaba bien parado. Desde lo ocurrido con Jaramillo, pasando por el dos de octubre hasta la muerte de Eugenio Garza Sada, el Estado se valió de todos los medios para apagar un movimiento social que posteriormente evolucionó en la creación de grupos guerrilleros que buscaron derrocar un pensamiento ideológico.

 

Para concluir, la Universidad era considerada una fábrica de pensamientos. Se educaba tanto en la teoría marxista, que como se mencionó con anterioridad, no estaban tan de acuerdo los Procesos, como en el arte de la guerrilla en contra del capitalismo y el Estado. Al ser consideradas las universidades como fábricas, inevitablemente la educación se convertiría en una mercancía. Los medios de comunicación a su vez, consideraban a la propia universidad como una fábrica pero de rebeldes y matones viciosos.

 

Finalmente, el lenguaje utilizado para enseñar el pensamiento marxista era de muy difícil comprensión, incluso para los propios miembros de las facciones. Esto dificultaba un poco la lucha guerrillera, ya que se creaban vacíos de información o incluso, desinformación. También eran apoyadas las versiones a medias de periódicos y programas de televisión noticiosos donde infundían el miedo y tergiversaban las palabras de los grupos rebeldes, omitiendo las miles de desapariciones forzadas a personas de la sociedad de a pie de aquel entonces que solo quería una mejoría en su vida.

 

Les dejo los libros donde viene la información mencionada en este texto.

 

 

CASTELLANOS, Laura, Guerrilla urbana: lo que no salió en los periódicos, en México Armado 1943-1981, pp. 165-228, Ediciones Era, México, 2015

 

HIRALES Morán, Gustavo, La verdadera historia del asesinato de Garza Sada, en El blog de Fred L. Álvarez, 17 de septiembre del 2013, en https://fredalvarez.blogspot.com/2013/09/la-verdadera-historia-del-asesinato-de.html consultado el sábado 4 de diciembre de 2021

 

MEYER, Lorenzo, De la estabilidad al cambio, en Historia General de México, pp. 881-944, Colegio de México, México, 2000

 

MONSIVÁIS, Carlos, Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX, A partir de 1968 y Tlatelolco, en Historia General de México, pp. 1045, Colegio de México, México, 2000.

 

SÁNCHEZ Parra, Sergio Arturo y UZETA F., Antonio de Jesús: Periodismo y violencia política en México: 1970-1976. La mirada de El Diario de Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa, Facultad de Historia, México, en http://www.letrashistoricas.cucsh.udg.mx/index.php/LH/article/view/1780/1570 consultado el sábado 4 de diciembre de 2021.

 

¡Hasta la próxima!

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