Cultura

El enemigo de la humanidad: el ensayo

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“Nuestra felicidad depende de seguir los lineamientos, como una receta, para escribir un ensayo”

 

 

Luis Ricardo Sandoval / @LuisRSandoval5
luizandcar18@gmail.com  

 

Tenemos una forma más pura y que la ciencia ha comprobado que se llama el ensayo. Ambos están muy relacionados, porque investigan, plantean problemas que buscan solución. Ambos encuentran la respuesta después de mucho trabajo de fallos, investigación. Siguen lineamientos y como lo dice el mismo nombre de método científico que nos dice que hay planteamiento de problema, hipótesis, experimentación, descarte de resultados hasta llegar a uno que nos deje satisfechos. Pero de ahí, se desprenderán aquellos que busquen desprestigiar lo obtenido y ellos harán su propia metodología para lograrlo, aunque logren inflar números para ello.

 

Por su parte, el ensayo es menospreciado hasta por los propios ensayistas. Se dice popularmente que este género se encuentra desactualizado, aunque hable de una época en específico y a su vez está desprovisto de toda herramienta que si tiene un cuento o una novela que ayude a una sociedad a hacer algo que no le gusta: pensar.

 

Todo se busca que sea fácil, accesible, que las palabras nos seduzcan, que las frases sean espontáneas, que exista sorpresa. Pero para seducir no hay que mostrar todas nuestras armas porque sino, todo se vuelve aburrido. Siempre hay que dejar un pequeño secreto oculto para hacernos los interesantes y lo mismo ocurre con el ensayo. Lo tiene todo y a su vez, no tiene nada: es el conjunto y el individuo. Se encuentra en una especie de limbo, donde muy pocos nos atrevemos a entrar. 

 

Al colocarnos las batas blancas es porque ya estamos listos para el experimentar. Cuando tenemos un avance lo compartimos con otros colegas que podrán estar de acuerdo o no en que eso realmente signifique un ensayo. Se crean tablas, se habla del tema, se discute y hay una discusión para intentar convencer al otro de que yo tengo la razón. Pero no lo hago de manera directa porque hay que tener cierto tacto, porque nuestros compañeros científicos no saben la misma terminología. Es ahí donde entra el ensayo, con su absurdo universo de palabrerías y abrir mentes como una llave para que otras personas se acerquen a ese conocimiento que les queremos mostrar.

 

En el caso del ensayo es similar. Vemos un problema que queremos descifrar, nos planteamos dentro de nuestros laboratorios, usamos bases y ácidos para mezclar perfectamente nuestro tema a elegir.

 

Es justo porque la ciencia causa mucho pánico que se aleja de nuestro pensamiento, así como se alejan los ensayos de nosotros. Son temas que se podrían considerar tabú y muchas veces, también se consideran como no objetivos y personales. Una verdad que ahora ya se considera que no existe. Estoy seguro de que es como una especie de experimento científico, porque los ensayos también necesitan una receta o varias para llegar al resultado. Depende del investigador, qué tanto se encuentre involucrado al respecto, lo que vea a sus alrededores o los experimentos controlados que realice para así llegar a esa verdad que indudablemente será contra argumentada.

 

Eso es lo que buscamos los ensayistas. Revolucionar el mundo desde sus cimientos, poner en duda todo lo existente. Nos volvemos científicos, al exponer nuestras ideas. Dentro de nuestro laboratorio, con un pizarrón, los que lo tengan, cuadernos, apuntes, libros al igual que las probetas, tubos de ensayo, microscopios. Indagamos tanto en el ensayo, en este caso para descifrar qué rayos es y al mismo tiempo que no asuste al lector con términos científicos incomprensibles que ni los mismos científicos saben sí realmente significa eso, pero suena muy formal cuando se dicen los nombres a quienes no son científicos.

 

El ensayo nace del ocio y del pensamiento. Se puede desentrañar cualquier tema, por más insignificante que sea: desde una polilla como lo hace Virginia Woolf hasta el mismo ensayo como Hugo Hiriart o Vivian Abenshushan. Se teme al ensayo. Esto es porque se tiene la idea de que todo se ha dicho, de cualquier manera posible, de cualquier forma y de cualquier fondo. De todos sus primos hermanos literarios, el ensayo está más a la mano, pero al mismo tiempo se aleja de nosotros. También está la idea de que existe con el único propósito de lastimar ideas (valga la redundancia), cuando esa sea su única labor. 

 

Habla de la vida, como igual lo hace una novela, un cuento, incluso, una nota periodística. Solo que el ensayo examina de lejos, de cerca, de costado, arriba y abajo, de todos los lugares posibles para llegar a una conclusión que nos satisfaga, aunque quede ahí la duda de no cerrar completamente el círculo de pensamientos ociosos. No nos seduce por completo porque oculta palabras e ideas para que nosotros lleguemos a más razones para combatir los errores y quedarnos solamente con los aciertos. 

 

A pesar de que esos mismos pensamientos erróneos sirven por ser ideas. En esta sociedad perfeccionista, donde no se admiten las equivocaciones, el ensayo está condenado a no coexistir con nosotros por el hecho de que la contradicción radica en que nada es perfecto y ese temor es uno de los motivos que considero para que el ensayo sea menospreciado.

 

Le buscamos soluciones lógicas a cualquier problema, lo llevamos a su más mínima expresión para de ahí, llevarlo a su máxima expresión. Analizamos de todos lados, se experimenta por todos los métodos conocidos. Al llegar al resultado esperamos que dure por muchos años. Se vuelva una especie de ley para las generaciones futuras. Pero muchas veces, solo dura un día esa emoción, esa búsqueda por la verdad. Lo que ayer se consideraba como ley, hoy está desactualizado. Ya ni se molesten en ver al pasado, es lo que se comenta popularmente, porque lo de hoy es la clave para el mañana. Es una gran paradoja si lo miramos de esa manera. 

 

Hacer o no hacer, esa es la cuestión. Tal vez, tal vez nuestra felicidad depende de seguir los lineamientos, como una receta, para escribir un ensayo.  Inicio, desarrollo, argumento, conclusión. Sí, similar a una receta que sigue a pesar de los años y que ha llevado a muchos personajes, conocidos y no conocidos a una de muchas conclusiones, para el desconcierto de otros tantos. Para que al final, esa persona muestre algo que ha ocultado por mucho tiempo: su sonrisa. Al final, la receta mostrará ser un desastre si se siguieron o no lo pasos. Puede que te salga al final un cuento en lugar de un ensayo, pero que en ese cuento se cuestione algo general en lugar de lo particular. 

 

Lo narrativo te termine ganando y por eso no salió el resultado que esperabas, pero te hagan creer lo contrario por no querer dañar tus sentimientos. Eso lo entiendo muy bien, pero muchas veces, para mejorar, hay que enfrentar la cruda realidad. Solo así sabremos que nuestro experimento no fue un fracaso, porque hay que seguir hasta el final, hasta agotar o al menos, así hacerlo parecer, todos nuestros argumentos. El elefante en la habitación es claro. Mostrar y qué mostrar para que el experimento “fallido” no lo sea. La clave aquí es la constancia y la seguridad de saber que podemos mejorar nuestro ensayo, de demostrarle al mundo que ese experimento fallido, no es tal. 

 

Eso es lo que considero que es un ensayo y un ensayista, porque al mismo tiempo que escribo estas líneas, dejo al aire la pregunta que me puede contra argumentar: ¿realmente existe la ciencia del absurdo del ensayo? La labor del ensayista  y por ende la del ensayo no es simplemente decir muchas frases repetitivas, atormentando a sus lectores con sus ideas precoces que no aportarán nada a si en verdad investiga del tema que quiere hablar, porque la mayoría de las frases que se escriben, ni siquiera las comprendemos. 

 

Por unos pocos del canon literario que no les gustan los ensayos y que irónicamente realizan para atacar al ensayo, es que se considera que no es importante. El ensayo habla de una época que se podría incluso considerar a la actualidad, algo contemporáneo. Debe hacerte pensar, llegar a conclusiones que no habrías pensado, pero en esta sociedad que todo lo quiere de inmediato, es imposible que eso suceda, porque ya ni pensar quiere la gente. Supongo que se debieron hartar de eso y solo viven por vivir

 

Por eso el ensayo se considera el patito feo de la literatura. Porque no se muestra la conciencia del ensayo. Es un trabajo que busca verdades completas pero por la misma incapacidad del ensayo, no puede lograrlas y de ahí surgen más y más dudas acerca de la veracidad del ensayo, pero a pesar del tiempo que pase y de todas las verdades a medias que se dicen, sigue siendo parte importante del desarrollo humano y es justo que aunque sea menospreciado, tiene una base importante en nuestra sociedad, porque termina uniendo a los hombres.

 

¡Hasta la próxima!

#InPerfecto