#InPerfecciones
“Como siempre, la marcha del pasado 8 de marzo le cruzó la cara a un Presidente incapaz de reconocer lo limitado e ignorante que es”
Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx
¿Quién dijo que estar rodeado de mujeres es ser feminista?, al menos ese argumento resulta irónico y simplista en términos de discurso; simplista por que se asume que el hecho de que más del 50% de la población en México se encuentra representada por mujeres le asigna al país una característica que está muy lejos de poseer, irónico porque esa población se encuentra bajo asedio de las políticas electorales que se adornan con rimbombantes discursos que hablan mucho sobre las bondades de la política feminista mientras los números y estadísticas demuestran que las dichas bondades no sirven porque simplemente o no se implementan o su alcance es insuficiente, es decir, la categoría de “la administración más feminista de todos los tiempos” solamente es un triste slogan de campaña.
La realidad para las mujeres en México es otra, en materia de seguridad, justicia y derechos humanos, las acciones se dan a cuenta gotas a pesar de la importancia que se le da a las mujeres en los discursos; mujeres y niñas siguen siendo asesinadas y desaparecidas, mujeres y niñas siguen siendo blanco de las organizaciones dedicadas a la trata y la pornografía, la justicia laboral sigue siendo insuficiente, las mujeres siguen ganando menos que los hombres por realizar los mismos trabajos, la política de salud ha recortado el presupuesto para tratamientos de padecimientos que afectan a las mujeres, la desaparición de estancias infantiles y escuelas de tiempo completo afectan directamente a las madres trabajadoras, el recorte presupuestal de refugios para mujeres víctimas de violencia intrafamiliar deja muy claro que hay un corto circuito severo entre lo que se dice y lo que se hace en esta materia.
Por otro lado, es muy interesante, que, siendo López Obrador el Presidente “más feminista” de todos los tiempos y pese a estar rodeado de muchas mujeres dentro de su Gabinete, su política y discurso se encuentren muy alejados de ese feminismo del que tanto se jacta que posee su Cuarta Transformación, es decir, supongamos que efectivamente la intención del Presidente es pasar a la historia como un político que por fin toma en cuenta de manera seria a las mujeres, sin embargo, ese gran feminista al mismo tiempo es quién descalifica a las mujeres que le exigen seguridad, justicia, salud y educación, porque es obligación del Estado observar que los derechos contenidos en la ley sean aplicados sin demora o sesgos de índole política o ideológica.
Contrariamente López Obrador se coloca al centro de la discusión como el principal afectado del movimiento feminista al que acusa de ser portavoz de los intereses de la derecha golpista hacia su régimen, tachando a esas mujeres de ser parte del movimiento conservador, tildándolas de violentas, y lo más interesante es que se atreve a señalar que “ese no es el verdadero feminismo”, ¡vaya dicotomía!, sobre todo cuando el centro del debate en una fecha como el 8 de marzo deben ser las mujeres, y resulta que es el Presidente que no solo se victimiza, sino quién de manera por demás arrogante asume que el verdadero concepto del feminismo lo tiene él.
Como respuesta, el Presidente se organiza una reunión “muy feminista” pertrechado en “su Palacio” con las mujeres transformadoras para que se rindan a sus pies y le ovacionen con aplausos y porras; sin duda esa dicotomía en el discurso revela que el Presidente es todo un conservador de las formas androcentristas más recalcitrantes, es decir, las mujeres de “su Transformación” son las que sirven como parapeto del Presidente cumpliendo un rol de mujeres serviles y abnegadas defensoras de su “dueño ideológico”, del que únicamente esperan órdenes para poder hablar y actuar cuando así lo decide.
Ejemplos hay muchos de cómo el Presidente constantemente falta a su promesa de ser un político cercano al pueblo y a las mujeres, no solo descalifica su lucha y su exigencia, desdeña su dolor, se ríe de sus manifestaciones, exige que no caigan en provocaciones durante las marchas, pero el es el primer provocador amurallando “su Palacio” como el perfecto cobarde que es, un cobarde que no le da la cara a las madres de los desaparecidos, un cobarde al que no le importa el sufrimiento de las madres que han tenido que ver a sus hijos con cáncer morir, un cobrade al que no le conmueve la interminable lista de mujeres muertas y desaparecidas que cada año le pintan en la cara, un cobarde que envía a su esbirro ideológico Martí Batres a decir que la marcha del pasado 8 de marzo sería sumamente violenta para apuntalar un ataque mediático e ideológico en contra de una marcha con la que el Presidente se achica y se oculta detrás de un muro de militares; esa es la “honestidad valiente” de un político al que le faltan los pantalones para asumir una responsabilidad que evade nada más porque no se le pega la gana dejar de ser el centro del debate.
De pena ajena resulta escuchar al Claudia Sheinbaum pretender apropiarse de un discurso feminista respaldando las políticas de un cobarde como el Presidente señalando que las conquistas feministas son producto de una política de izquierda impulsada por un régimen que se ha caracterizado por exigir sumisión y obediencia a un solo hombre; nuevamente hay que recordarles que las conquistas femeninas son precisamente eso, conquistas femeninas y ciudadanas que han costado literalmente sangre sudor y lágrimas, los derechos de los que hoy gozan todas las mexicanas no son un favor que otorga un Gobierno, al contrario, es el Estado el que sistemáticamente ignora, criminaliza y violenta a las mujeres, lo insultante es la violencia que se ejerce desde el pedestal mañanero hacia las mujeres que no están dispuestas a rendirle pleitesía a un cobarde ególatra que se rodea, si, de muchas mujeres pero que las irrespeta y utiliza con su conservadurismo misógino.
Un conservadurismo que no dialoga, un conservadurismo que criminaliza, un conservadurismo que desdeña el dolor, un conservadurismo que normaliza la venta de niñas, un conservadurismo que considera a las mujeres apéndice del hombre, un conservadurismo que violenta a quien disiente; creer que esa es la izquierda feminista es resultado de la miopía servil y la falta de análisis autocrítico.
Como siempre, la marcha del pasado 8 de marzo le cruzó la cara a un Presidente incapaz de reconocer lo limitado e ignorante que es, lo ególatra, cobarde e ingenuo que cree que habrá paz aunque no haya respeto y empatía hacia las mujeres; una vez más las mujeres le demuestran al presidente que hay algo más grande que todos sus apetitos y corrupción juntas, son las mujeres y su lucha, su resistencia, las mujeres que trabajan la tierra, las estudiantes, las profesionistas, las que han luchado toda una vida a contra corriente, las que no se doblan ni se intimidan, las que cantan, las que hacen arte, las que tienen la dignidad bien puesta y no se dejan seducir por las migajas que el Estado les tira y por las que pretende el Presidente le aplaudan; esas mujeres, señor Presidente son las que lo han pintado de cuerpo entero como el abyecto misógino que es. ¡todo el respaldo y todo el respeto para las mujeres en pié de lucha!