Editorial

SOPORTAR.

#InPerfecciones
“Resulta que en tiempos de Transformación estamos discutiendo si hay corrupción de la buena o de la mala, resulta que estamos discutiendo si robar poquito ahora es mejor que el robar mucho de antes.”

 

 

Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C 
carlos.rc@inperfecto.com.mx

¿Como es que tenemos el estómago para soportar tanto? Mi padre decía que la causa de la mayoría de los males que nos aquejan, era la tensión nerviosa, solía decir que hay enfermos y no enfermedades, y de algún modo tenía razón, aquello de los cuatro humores a los que Hipócrates hizo referencia en su momento cobra sentido, bilis negra, bilis amarilla, sangre y flema relacionados con los cuatro elementos de la naturaleza tierra, fuego, aire y agua se encuentran íntimamente ligados con el equilibrio o desequilibrio del cuerpo humano, para Galeno, los desequilibrios en las cantidades de humores tenían una influencia en el modo en el que pensamos, sentimos y actuamos, Dicho de otra manera, sus proporciones eran la base del temperamento de las personas. De manera natural, cada individuo tiene unos niveles de humores que en muy raras ocasiones son totalmente proporcionadas, y eso es lo que explica las diferencias de personalidad.

 

Lejos del breviario cultural, regresemos a la pregunta inicial ¿cómo es que tenemos el estómago para soportar tanto? Quizá somos muy tibios a la hora de manifestar lo que nos parece mal y por eso es que hay quién hábilmente se aprovecha de la situación, quizá el enojo nos paraliza y termina por llevarnos a la inacción, quizá somos demasiado indolentes como para expresar nuestra molestia so pretexto de lo inútil que ello sería si las cosas no van a cambiar, lo cierto es que el nivel de las cosas en el país ha llegado a niveles que hablan más de la apatía de los ciudadanos que de la incompetencia de quienes detentan el poder, incompetencia que se ve traducida en indolencia, burla, cinismo y mala entraña.

 

Criticar al gobierno por sus implementaciones barnizadas de alta demagogia discursiva no es un ejercicio nuevo, al gobierno se le ha criticado por sus múltiples y sistemáticas formas de reprimir a quién lo señala como el responsable de los males perenes que hemos visto generación tras generación, se le ha señalado por esa manera tan intransigente de interpretar el diálogo con los ciudadanos por medio de la represión armada a manos de militares y cuerpos policiacos, se le ha señalado por la manera en que olímpicamente se ha lavado las manos evadiendo la responsabilidad de situaciones que han costado vidas, se le ha señalado por la burla que supone el hecho de encubrir a los responsables de actos de corrupción o se le ha señalado por la manera tan cínica de ignorar el dolor de las victimas de la violencia en cualquiera de sus facetas; sin embargo, seguimos en lo mismo, seguimos entregándole en voto a esa familia política que cada tres o cada seis años regresa con bonitos discursos que hablan de justicia y esperanza, seguimos pensando que esa runfla de políticos que cambian de partido, movimiento, bancada o ideología son la solución porque no hay de otra.

 

¿Que necesitamos ver que suceda como para hacerle sentir a la clase política que estamos agotados?, que el discurso llegó a un límite donde las palabras dejaron de ser el reducto aquel donde podían descansar nuestras esperanzas; la Transformación, queda claro que no es más que una campaña de marketing político con el que se consolidó el último engaño que la clase política le recetó a México, la transformación no es peor, simplemente la transformación es igual que sus antecesoras ecuaciones políticas, una estratagema elaborada por los aprendices de aquellos dinosaurios que ahora gozan de cabal salud.

 

La miopía se ha vuelto tan crónica, que estamos discutiendo todo un cúmulo de boberías que se vierten a la opinión pública, y resulta que estamos tratando de encontrar el hilo negro de la estrategia política, resulta que en tiempos de Transformación estamos discutiendo si hay corrupción de la buena o de la mala, resulta que estamos discutiendo si robar poquito ahora es mejor que el robar mucho de antes, resulta que estamos discutiendo si las víctimas de la violencia de antes pesan más que las víctimas de la violencia de ahora; y por eso la pregunta cobra más peso todavía ¿cómo es que tenemos estómago para soportar tanto?.

 

Los ignorantes, ineptos, corruptos, violadores, asesinos, indolentes y mezquinos nunca se fueron del Gobierno, lo único que ha cambiado es el color, el partido y la ideología, con razón dice el Presidente que el pueblo es bien aguantador, porque aguanta la precariedad, porque aguanta la burla, porque aguanta que un bebé aparezca en la basura, porque aguanta que los periodistas sean asesinados en total impunidad, porque aguanta que pacientes con enfermedades crónicas no tengan medicamentos, porque aguanta que se criminalice la protesta que le exige al gobierno que cumpla con las obligaciones que tiene, pero por supuesto que somos bien aguantadores, es más, aguantamos que el Presidente monte su show de popularidad cada mañana para representar el papel que más le gusta representar, el papel de víctima, todo se trata de el, las víctimas de la violencia son víctimas para desacreditarlo, las violaciones las siente en carne propia porque es como si lo violaran a el, los enfermos se ponen más graves para enfermarlo a el, gracias a todos esos conspiradores el “presidentito” se pone enfermito y se va a su austero servicio médico que es de tan buena calidad, que le da la oportunidad de seguir practicando beisbol y tener la frescura de sacarse de la manga un testamento político que no es más que una “pendejada monumental” para seguir chantajeando a los ignorantes que se siguen tragando todas sus patrañas.

 

Vaya que si tenemos mucho estómago para soportar, de cualquier modo, es necesario no perder el ánimo para no quitar el dedo del renglón, la crítica le duele mucho al Gobierno, sobre todo cuando los implicados en ese gobierno se dan sus baños de pureza, esos son los más susceptibles a la crítica porque nunca se han asumido como servidores públicos, asumir la labor de recordarles que no son reyes es una responsabilidad que va más allá de las urnas, aunque también estamos en total libertad de agacharnos y aplaudir la maledicencia disfrazada de bienestar.

#InPerfecto