#InPerfecciones
“Año nuevo, lucha nueva. Deo Gratias” -San Josemaría Escrivá.
Maikel Ansted Hoffmann / @AnstedM
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Cierto es que cuando comienza un nuevo año, nuestra costumbre consiste más que nada en desear prosperidad a nuestros seres queridos. Deseamos que todos tengan esto o lo otro, pero muy pocas veces deseamos que sean realmente felices; hemos confundido (fruto de la publicidad) el ser con el tener. Estamos ya en el 5to día del 2022, sigue siendo histórico, es la segunda vez que pasamos de año con el COVID y ya estamos pensando en lo que tendremos o dejaremos de tener, pero muy poco o nada pensamos en lo que somos y seremos.
Vivimos como si el poseer, el tener cosas, afectos, y muchas otras cosas más, fuesen la razón última de nuestra existencia y al finalizar el año, nos damos cuenta de que esto es falso.
Ya desde hace largo tiempo ha surgido la inquietud sobre el que tener no significa ser feliz; es más, se ha comprobado que mientras más se tiene menos feliz se es, porque se vive preocupado por los bienes. Estos tiempos de austeridad pueden servirnos para, aparte de consumir menos a causa de la inflación, reflexionar sobre nuestra condición humana. Durante mucho tiempo hemos estado encadenados a un círculo vicioso fomentado por las grandes compañías, tanto de bienes como de servicios, en el sentido de seguir esta cadena: trabajar-consumir-trabajar. Si analizamos nuestra vida diaria caeremos en la cuenta de que no somos más que un eslabón en la cadena del consumismo. Trabajamos, ¿para qué? Simplemente para consumir. Cuando caigamos en la cuenta de este hecho podremos plantearnos la siguiente inquietud que surge como consecuencia de la primera: “¿Trabajo para ser o para tener?” En pocas palabras, ¿qué significa para mí trabajar?
Es costumbre también en cada año que comienza hacer determinados propósitos. La verdad yo no soy de esas personas, pero cada quién. Así, decimos: “este año dejaré de fumar o de beber, este año trabajaré más y ganaré más dinero, etc.” Podríamos este año tratar de ser un poco más originales y cambiar nuestra perspectiva. Pienso que está llegando un momento en que es de vital importancia dejar a un lado esos viejos esquemas tradicionales de la agonizante época industrial que nos impiden ser y, por el contrario, nos obligan al tener y al consumir. Esa vieja ecuación: “tanto tienes, tanto vales” debe dejar de ser ya nuestra motivación existencial; y, como conclusión me atrevo a lanzar la siguiente idea. Debemos iniciar a nivel local primero, y nacional después, una huelga de consumidores: dejar de consumir todo aquello que no sea necesario.
Es tiempo también de reflexionar. Pues bien, ¿reflexionar sobre qué? Cuestión no secundaria pero sí personal. Aquella frase célebre que según Platón pronunció Sócrates al encontrarse frente al templo de Delfos: nosce te ipsum. “¡Conócete a ti mismo!”, sigue teniendo vigencia. El hecho que de verdad importa es el plantearse en un momento de la vida un sencillo “¿por qué?”. ¿Por qué vivo, por qué trabajo, por qué defiendo estas u otras ideas? No importa tanto la respuesta, lo trascendente es tan sólo preguntarse, con toda honradez, ¿por qué?
Podemos ver, en nuestra vida cotidiana, muchos hechos que, como diríamos, “nos sacan de onda” y, así somos los humanos, preferimos seguir nuestro camino sin cuestionarnos.
Podemos seguir nuestro trayecto en la vida, sin jamás plantearnos un por qué. Pero de hacerlo así, ¿viviremos realmente como seres humanos?
Reflexionar es tarea difícil, implica soledad pues no está sujeta a la moda: es un trabajo solitario, personal.
Es tiempo ya de reflexionar, de dar la espalda a la tradición que nos encadena; es tiempo, en definitiva, de hacer a un lado a los políticos, a los empresarios, a los mal llamados “progresistas”, y a todos aquellos que se oponen a “dar el salto”. Debemos aceptar el reto de empezar a pensar por nosotros mismos.
Y después de todo este rollo, solo me queda decir: Feliz año nuevo, “Año nuevo, lucha nueva. Deo Gratias” -San Josemaría Escrivá.
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Saludos, un abrazo virtual.
#YoMeQuedoEnCasa