Editorial

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#InPerfecciones
El Deporte suele apegarse a sus propias marcas, parece que por momentos éstas son las únicas que dotan de validez a este campo, pero afortunadamente no es así, hay simbolismos que cobijan las hazañas deportivas.

 

 

Jorge García Vielma
jorge.garcía@inperfecto.com.mx 

Bendición es que los números no solo se desarrollen exclusivamente en el mundo de las matemáticas o cualquier otra disciplina que se le asemeje; si fuera de esta manera sería demasiado castigo para quienes no cuentan con mucha habilidad en esta área. ¿Qué tienen de extraordinario las cifras? Una de sus funciones principales está en fungir como herramienta para facilitar la vida, y claramente el Deporte no es ajeno a dicha inercia, los récords obtenidos en este campo se miden bajo una técnica cuantitativa aunque esto no significa que sea el único parámetro existente, ocurren más sucesos que traen consigo ingredientes bastante ricos para el análisis. 

Casi por regla general cuando el Deporte aparece en cualquier plática se piensa de inmediato en las estadísticas que conforman a las disciplinas deportivas, se pone a prueba la diferencia entre conocer y saber, aunque ambas parezcan ser iguales en esencia hay rasgos que hacen la diferencia en ambas. El campo deportivo no debe estar edificado solo por cifras, porque los datos que no son acompañados por historias o hazañas carecen de sentido, emoción y simbolismos; ¿cómo lograrlo? Hace falta ser más observadores, la vida en general suele ofrecer escenarios realmente impactantes pero no siempre se está listo para dimensionar aquello que se tiene frente a los ojos; el campo deportivo cuenta con grandes cantidades de magia pero al reducirla a números se esfuma todo en un abrir y cerrar de ojos.

Hombres y mujeres forjan su carrera deportiva a la par de lo que se van desarrollando algunas cifras, si se detiene un poco a pensar en la trayectoria de cualquiera que se desempeña en este ámbito siempre hay números involucrados en su camino. Se debe despegar un poco respecto a los datos que significan cosas totalmente rígidas y centrar la mirada en aquellos que están cargados de una gran dosis de simbolismo, esos mismos que se llevan en la espalda o en casi cualquier lugar en la indumentaria deportiva. Hay disciplinas donde quedan señales de pureza y no existe ninguna desfachatez en preferir nombrar a una persona por su número de posición que desempeñan en el terreno de juego antes que hacerlo por su propio nombre, principalmente ocurre en el futbol. 

La memoria colectiva se encarga de resguardar en un lugar seguro los números que portaron los deportistas que han dejado su huella en este plano terrenal. Cada departamento deportivo tiene a sus favoritos, no cualquier camiseta puede pasar a la historia, hay quiénes dicen que si juegan por el escudo que se lleva en frente, el nombre y número que luce en la espalda será recordado para siempre, bueno, eso es lo que se menciona. ¿Por qué el 23? Hay una leyenda en toda la extensión de la palabra que lo inmortalizó, el mejor basquetbolista de todos los tiempos: Michael Jordan, se volvió todo un privilegio poder disfrutar al norteamericano portando su mítico jersey de los Chicago Bulls, no habría ningún problema en afirmar que su figura es la que mejor portó, porta y portará un veintitrés en toda la historia.

A pesar de todo lo que significa la figura de Jordan esta no es la razón por centrarse en el papel de los números en el Deporte, particularmente el veintitrés. Cuando se publique esta editorial el calendario marcará una vez más 23 de diciembre, la antesala de la nochebuena y navidad, hoy resalto este número porque hace un par de años que comenzó a tener un significado fuerte. El presente texto, todos los que se han ido y aquellos que vendrán siempre estarán dedicados a la persona responsable de dotar de simbolismo al número 23, es bueno poder nombrar las cosas, hoy se termina un año más y una de las mejores maneras para cerrarlo es dedicarle algo a quién amas. Esto es para ti, yo sé que estás feliz por el camino que estoy recorriendo, un abrazo y beso gigante, MGVG. 23

Rueda el balón, rueda la vida

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