Editorial

¿Qué de raro tiene?

#InPerfecciones
En el último fin de semana tuvo lugar un hecho deportivo que atrajo la mirada de propios y extraños: el partido por el campeonato del futbol mexicano; aunque se trató de un solo acontecimiento éste se conformó por algunos otros sucesos que lo dinamitaron.

 

 

Jorge García Vielma
jorge.garcia@inperfecto.com.mx 

El Deporte se caracteriza por ser el espacio favorito a la hora de volver realidad aquellos sucesos que en el papel lucen extremadamente complicados de lograr, desafiar las leyes de la estadística y probabilidad parece ser una de las actividades que mayores satisfacciones otorgan al campo deportivo. Ilusionarse gracias a un partido sigue siendo un privilegio a pesar de las múltiples circunstancias que lastimosamente ensucian los valores primordiales que caracterizan a la actividad deportiva. Cada cierto periodo la magia emerge de la lámpara y sé es testigo de acontecimientos únicos, dimensionarlos a primera instancia es una tarea complicada pero el mejor aliado es el tiempo para poder lograr entender que acaba de suceder.

Pero a todo esto, ¿qué fue lo que aconteció? Aunque parezca ser una historia sacada de un trama de ficción no lo es, el Atlas de Guadalajara se proclamó campeón del futbol mexicano después de una larga sequía de setenta años. Inexplicable. Realmente pocos confiaban en que el equipo rojinegro llegaría a la parte más alta en el balompié nacional, probablemente quiénes sí les tuvieron fe, y siempre la han tenido, son sus aficionados, encabezados por La Barra 51 el principal grupo de animación con el que cuenta la escuadra jalisciense; vienen las primeras preguntas, una de ellas es la misma que se hizo el pequeño hijo del arquero Camilo Vargas: ¿por qué el Atlas cuenta con varios aficionados si habían pasado muchos años sin poder alzar un título? Sinceramente no hay una respuesta certera y quizá tampoco hay que empecinarse mucho en tratar de hallar algo que brinde elementos para más o menos entenderlo, hay que confiar en que son cosas del Deporte, principalmente del futbol.

Las series para definir al campeón del futbol mexicano en este cierre de año estuvieron llenas de emociones, partidos disputados y agradables para el aficionado, pero dijera el recién fallecido Vicente Fernández: “¿Qué de raro tiene?”. No es común ver a una pareja de recién casados estar a la expectativa de lo que suceda con su equipo en el terreno de juego, las gradas del Estadio Jalisco fueron el sitio elegido por unos novios para ir después de unirse en matrimonio, ninguno de los dos reflejaba disgusto por estar ahí sino al contrario, la felicidad fue total después del tiro penal ejecutado por Julio Furch que significaba el segundo campeonato en la historia del club rojinegro. También un sector de los hinchas al Atlas que cuentan con un negocio por iniciativa propia decidió implementar promociones por si el día lunes amanecían con una estrella más bordada en el escudo; temerosos pero entusiastas aportaron algo al equipo de sus amores en su papel de espectador pasivo y activo; al final hubo miles de tortas ahogadas y tacos gratis para muchos.

Existen creencias bastante marcadas en la industria del balón, una de ellas está abanderada por la “pasión y el aguante”, ambos son elementos que provienen de la parte sur del continente americano pero han traspasado fronteras, ¿qué entender cuando se les menciona y como relacionarlo con el recién logro del Atlas? Casi de manera automática hay un discurso bastante utilizado en el campo futbolístico donde se le otorga gran peso al rol que cumple el aficionado, se le agradece el nunca “abandonar ni dejar de alentar”, es aquí donde se ven representadas las categorías antes señaladas; está de más recalcar que la hinchada del rojinegro cumple a la perfección con ambas cualidades.

Por si faltarán más elementos para el análisis, resulta que después de conseguir el título, los del Atlas fueron a una iglesia a dar gracias por haber cumplido la misión titánica, resultó curioso ver a un par de sacerdotes con su ornamenta alzando el título para la foto del recuerdo. También circuló un video donde un camión que transportaba a soldados adscritos al Ejército Mexicano se unían al festejo de los aficionados atlistas en una de las avenidas de la ciudad de Guadalajara. Pero también alguien que causó sensación fue un hincha invidente y sordo que mostró su emoción por el triunfo de su equipo, al sentir la copa su rostro brilló más que ésta; de igual manera hubo quienes por el gozo decidieron llevar tatuado en la piel un símbolo como señal de lo que habían vivido la noche del domingo.

Múltiples son las manifestaciones a raíz del segundo título del Club Atlas, cada quien expresa de una manera diferente pero no dejan de mostrar una de sus pasiones, lo anterior arremete contra la postura que se encarga de reducir todo a un simple partido de futbol, hay cosas mucho más allá del rectángulo verde. Solo queda volver, volver a la cancha otra vez; casi como lo diría un cantante mexicano. 

Rueda el balón, rueda la vida.

#InPerfecto