Ícono del sitio

El parasitismo de los hombres

#InPerfecciones
Como por arte de magia, los platos se limpian, sus calzones se lavan, la comida se hace y los hijos crecen. Pero no es magia, son las mujeres.

 

 

Karla Soledad / @kasoledad  
k28soledad@gmail.com

 

Los hombres no limpian la mesa cuando se levantan de comer. Los hombres no saben dónde están los condimentos en la cocina. Los hombres no saben utilizar la lavadora ni cómo sostener una escoba. Los hombres son como huracanes. Dejan rastro por donde quiera que pasan, y nunca reparan en el desastre que dejan detrás. 

 

Los hombres no saben hacerse cargo de las cuestiones mínimas de su existencia. Les es sencillo caminar por el mundo con los zapatos sucios, pues para ellos el camino se barre solo. Como por arte de magia, los platos se limpian, sus calzones se lavan, la comida se hace y los hijos crecen. Pero no es magia, son las mujeres. Cada cosa que se les olvidó hacer, cada cosa de la que no se dieron cuenta, cada cosa que les dio flojera o dejaron para después la resolvió una mujer en su lugar.

 

En el 50% de los casos, los hombres sí son conscientes de lo que no hacen y de las responsabilidades que abandonan. En muchos casos lo hacen sabiendo que la mamá, la hermana, la amiga, la roomie, la novia o la suegra lo harán por ellos. A eso, yo le llamo descaro, cinismo, falta de empatía, de madurez y de vergüenza.

 

En el otro 50% de los casos están los hombres que realmente no se dan cuenta de estos comportamientos, aquellos que de verdad están cegados por su privilegio. Sin embargo, el hecho de que no lo sepan no los hace menos culpables. La ignorancia no los hace menos machos. A esto yo le llamo desinterés, comodidad y falta de autocrítica. 

 

Con razón las mujeres somos históricamente invisibilizadas. No solo se nos impone el papel pasivo y mal pagado de la cuidadora, la protectora y el hada madrina de los hombres, sino que ellos dan por sentado que ese es nuestro lugar y se olvidan que también existimos. Se les olvida que compartimos el mundo y que tienen una corresponsabilidad hacia nosotras.

 

Hay un concepto que explica en una sola palabra ambas caras de la misma moneda: el parasitismo. No recuerdo bien dónde lo leí, ni quién lo acuñó con una mirada feminista, pero desde que lo conocí no encuentro una mejor manera para describir cómo los hombres existen a costa del trabajo de las mujeres.

 

Encontré esta definición perfecta: “El parasitismo es un tipo de simbiosis, una estrecha relación en la cual uno de los participantes, el parásito, depende del otro, el huésped, y obtiene algún beneficio. En la mayoría de los casos el huésped percibe un daño o perjuicio por parte del parásito en algún momento del ciclo”.

 

El parasitismo de los hombres se manifiesta en momentos simples de la vida diaria como no levantar un plato de la mesa, pero se extiende a aspectos más complejos como la incapacidad de lidiar con sus emociones y la falta de responsabilidad afectiva. De ahí que se vuelvan seres que se desentienden del mundo y se deslindan de sus acciones. Ellos llegan, comen, se van… y nosotras levantamos la mesa. Ellos llegan, nos rompen el corazón, se van… y nosotras recogemos los pedazos.

 

Por su parasitismo, las mujeres vamos por la vida maternando o siendo las psicólogas de los hombres que nos topamos. Esto nos afecta directamente porque cargamos con el desgaste emocional, físico y mental de resolverles las cosas y hacerles la vida más fácil aún si para nosotras eso significa más esfuerzo, más recursos y más tiempo.

 

Si eres un hombre leyendo esta columna, te invito a que regreses sobre tus pasos y te des cuenta de todas esas cosas pequeñas que dejas de hacer por flojera, por desinterés o por procrastinación. Date cuenta que usualmente hay una mujer que las hace por ti. Usualmente, hay una mujer pagando los platos que rompes.

 

Si eres una mujer leyendo esta columna y tienes vínculos con hombres que replican estos patrones, te invito a que pongas un alto. Dejemos de pensar que los hombres son hombres, y por lo tanto son inútiles por naturaleza. Dejemos de pensar que tenemos que resolverles las cosas, y dejemos de pensar que les debemos algo. Mujer… deja de ignorar acciones que te incomodan. Deja de quedarte callada si tus exigencias son válidas. Deja de dejar pasar. Mujer… Deja de vivir tu vida como huésped de alguien más.

 

#InPerfecta

 

Ilustración de Vicollage

Salir de la versión móvil