#InPerfecciones
Claro que el Presidente en un arranque de sobrada modestia señala que todas las decisiones que toma son emanadas de las legitimas peticiones del “pueblo bueno”.
Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx
Decir que el Presidente ha perdido el piso, es, por así decirlo, muy gentil, sobre todo si pensamos en la cantidad de adjetivos que se le otorgan a diario como parte de una “bonita” costumbre por criticar al Jefe del Ejecutivo cada que se le ocurre abrir la boca para dar cátedra en materia de todas las materias, después de todo sería poco educado y desde luego muy poco democrático censurarlo quitándole el derecho a llevar a cabo su terapia ocupacional matutina, el señor se levanta muy temprano para reunirse con su gabinete y calentar motores para recibir a los “periodistas” que le “cuestionan” quisquillosamente ¿por qué es tan “buen Presidente”?, obviamente no sería justo privarlo de ese gusto si es lo único que hace, pero tampoco sería justo privarnos del gusto de tildarlo de todo lo que se nos ocurra, sobre todo si se pone de a “pechito” con sus desvaríos, aún así, resulta interesante analizar las motivaciones incluidas en su narrativa porque nos vamos a encontrar con elementos muy reveladores.
Claro que el Presidente en un arranque de sobrada modestia señala que todas las decisiones que toma son emanadas de las legitimas peticiones del “pueblo bueno” qué, además de “sabio” no se le puede engañar –para no decir que no es tonto-, es decir, el Presidente, estrictamente, según su discurso, no decide nada si el “pueblo” no se lo pide; entonces nos encontramos que bajo esta lógica la precariedad en materia de económica, de salud, de seguridad y educativa –por mencionar solo algunas- es únicamente decisión y responsabilidad del pueblo, el ejemplo más claro se encuentra en la Consulta Popular para “enjuiciar a los ex presientes” que se llevará a cabo el próximo 1º de agosto, donde lo de menos es si la “pregunta” de la consulta es confusa o no, aquí lo interesante es que en caso de que en cualquiera de los escenarios más adversos para la consulta, que son 1) no alcanzar la cantidad de votos suficiente y 2) que gane el “NO”, la responsabilidad de no aplicar la ley y por lo tanto de no hacer justicia será responsabilidad del pueblo y no del Gobierno en turno, con lo cual, una vez más, el Presidente podrá lavarse las manos con el tema y habrá legitimado el pacto de impunidad vía el pueblo, una trampa disfrazada de “democracia participativa”.
El Presidente a todas luces es un irresponsable, el pánico que demuestra a verse expuesto lo ha llevado a montar un tinglado muy elaborado, atiborrado de salidas de emergencia que le permitan escapar para no dar una sola explicación clara y detallada del destino de los recursos públicos, adornándose con la verborrea de costumbre, ocurrencias “populacheras”, otros datos y moralinas religiosas.
Utilizando la estrategia de ponerse al centro de la discusión sin hacerse responsable directo de las implementaciones del Gobierno, sostiene la imagen de un “caudillo impoluto” lejano de cualquier tipo o nivel de corrupción que se geste dentro de su administración o de su familia, repitiendo religiosamente que es blanco de una cruel campaña de desprestigio en su contra utilizando a conveniencia la investidura presidencial, vamos, cuando le conviene es Presidente, y cuando no, solo es un humilde líder moral del “pueblo bueno”, incluso nos podemos permitir ironizar al respecto especulando sobre la salud mental de este personaje y su relación tóxica con la investidura presidencial que va y viene según el nivel de psicosis en la que se encuentre, pero lejos de lo que pudiéramos señalar como un cuadro de esquizofrenia, el manejo del discurso alborotador que estimula el fanatismo tanto de sus seguidores como de su grupo más cercano, lo dota de un perímetro de acción muy amplio que le permite apuntalar un régimen sumamente militarista y represor.
Efectivamente, la responsabilidad que debe asumir la ciudadanía por colocar en el Gobierno a los políticos que se ofrecen para tal cometido no se puede evadir, sin embargo, la responsabilidad debe ser compartida según el rol que a cada quien le toque jugar sin perder de vista la crítica y el escrutinio de las acciones implementadas; argumentos como “nos dejaron un cochinero” solo demuestran la incapacidad y complicidad con la que opera la clase política para darle continuidad a los costumbrismos políticos que terminan justificando cínicamente trasladando la culpa a terceros imaginarios o incluso a la población, justo como pretenden hacerlo con la Consulta Popular que terminará siendo una farsa que costará 500 mdp, una extorsión en toda la extensión de la palabra; votar y pagar para que no se cumpla la ley ni se haga justicia, si, por muy “kafkiano” que parezca, solo en México.