#InPerfecciones
Brandon Moreno se convirtió en el primer campeón de la UFC proveniente de México, su actuación y declaraciones cimbraron más allá del campo deportivo en el país.
Jorge García Vielma
jorge.garcia@inperfecto.com.mx
México se ha caracterizado por ser tierra fértil en cuestiones boxísticas, el país ha visto crecer a campeones y campeonas mundiales durante varias décadas, resulta habitual observar que una gran mayoría de las grandes funciones de box son protagonizadas por boxeadores aztecas. Es válido decir que el deporte de los puños por excelencia ha echado raíces en suelo mexicano y los frutos han sido bastos, esta disciplina cuenta con bastante arraigo: levanta pasiones y hace vibrar los corazones.
Pero en la actualidad algunas otras variantes en torno a deportes de contacto y alto impacto se han ido posicionando en el gusto del aficionado, un claro ejemplo es lo que ocurre con la UFC, una industria que va a la alza y sin duda alguna llegó para quedarse. Lo anterior es maximizado cuando ocurre un hecho como el del pasado sábado, donde Brandon Moreno, oriundo de Tijuana, se alzó con el cinturón de peso mosca de dicha compañía, dando paso a convertirse en el primer mexicano que logra esta osadía. Fue todo un espectáculo sobre el octágono de combate, una batalla digna de campeonato pero quizá la parte más rica para el análisis ocurrió después de finalizado el encuentro.
El éxtasis que se apodera de un deportista después de salir victorioso en alguna competición se vuelve indescriptible, y en el caso del tijuanense no fue la excepción. Se le vio realmente emocionado, muy sonriente, pero ¿cuál fue su reacción inmediata? Moreno en su entrevista arriba del octágono y en algunas otras resaltó que proviene de un país dónde la bandera del “sí se puede” siempre ondea hasta lo más alto pero son pocas las veces que realmente se alcanza el objetivo. La tónica discursiva del peleador siguió con el mismo enfoque, su meta es demostrar que trabajando incansablemente los sueños se vuelven realidad. Cuidado.
Este tipo de discursos se sitúan de manera muy frecuente en el campo deportivo, y primeramente se vuelve peligroso porque se comienza a interiorizar que una de las funciones del Deporte es “enderezar” caminos. También se topa con la idea de que si alguien logró triunfar significa que todos podemos hacerlo, ¿por qué afirmar dicha premisa? Tampoco se debe demeritar el esfuerzo del deportista pero de igual manera no creer que logró todo porque “le echo muchas ganas”. Brandon Moreno se desempeña en un sitio particular del espacio social porque su habitus fue direccionándolo a tal camino, y también su trayectoria social tiene total injerencia en el porque elegir ser boxeador profesional de la UFC antes que cualquier otra cosa, sus relaciones con prácticas, cosas o agentes fueron determinantes para verlo el sábado pasado ostentando el cinturón que lo abala como campeón. Por eso recurrir y confiar meramente en el “si se puede” es peligroso, las condiciones son diferentes para cualquier ser social y es a partir de éstas que se va tejiendo un camino para llegar a una meta, la cual a veces va cambiando conforme más se avanza.
Una cosa que va de la mano es el nacionalismo bastante marcado en la mayoría de logros deportivos, sino es que en todos. De inmediato a Brandon Moreno se coloca el adjetivo del primer mexicano campeón, se le da una bandera nacional la cual posa sobre sus hombros, y por si fuera poco él mismo hace alusión cuando declara que un mexicano nace donde quiera. Es obvio que estas palabras causan revuelo para el aficionando pero también en quiénes de inmediato buscan colgarse de este triunfo para posicionarse de una u otra manera; en México sucede siempre: cuando se gana se dice “ganamos” pero cuando se pierde no se deja escapar la oportunidad para dirigir los ataques hacia la yugular del deportista. Resulta vital alejarse un poco de los encabezados comerciales y tendenciosos para comenzar a realizar un análisis que vaya más allá del júbilo y las fanfarrias.
Rueda el balón, rueda la vida.