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DEMOCRACIA IMAGINARIA.

#InPerfecciones
Cuando López Obrador habla de democracia, queda claro que habla de “su democracia”, una democracia imaginaria respaldada por 30 millones electores.

 

 

Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

Desde luego que a ningún mandatario le van a gustar las especulaciones que sugieran un mal desempeño durante su administración, mucho menos admitir errores que cuestan empleos, usencia de inversión, vidas, etc. y peor aún, críticas y cuestionamientos que le hagan pasar momentos de ridículo nacional o internacional, no, un mandatario no está para esos menesteres, porque ello implicaría una madurez política extraordinaria y literalmente un hígado de acero, amén de jactarse de ser el más respetuoso de las formas que la democracia moderna exige, sin embargo, efectivamente, en México ni hay madurez política y mucho menos madurez democrática; llevamos quizá medio siglo hablando de una naciente democracia que no termina por apuntalarse o afianzarse porque eso implicaría dejar de lado un sin fin de prácticas que nada tienen que ver con la democracia.

 

Si bien el esfuerzo por alcanzar una democracia sólida ha rendido ciertos frutos como la creación de organismos independientes que aseguren al menos que los comicios sean transparentes, resulta que el retroceso más fuerte en esta materia se da justo en el momento en el que se instaura un régimen que planteó la transformación de la vida pública del país como eje rector de un proyecto de nación que no se concentra en vigilar el correcto funcionamiento de dichas instituciones, al contrario, socava el terreno para sugerir su desaparición descalificando su actuación si los asuntos que se dirimen el ellas no benefician la imagen del régimen de gobierno.

 

Cuando López Obrador habla de democracia, queda claro que habla de “su democracia”, una democracia imaginaria respaldada por 30 millones electores que le favorecieron con su voto, olvidando que la labor de convencimiento más fuerte la debió hacer con el resto de los ciudadanos que no lo vieron como una opción en 2018, después de todo es muy sencillo jactarse de haber obtenido más del 50% de los votos sin tomar en cuenta que existe otro 50% que lo estaría cuestionando todo el tiempo, es decir, al Presidente se le olvidó –convenientemente- que tenía que gobernar para todos.

 

La democracia imaginaria del Presidente no podía sostenerse por si misma ante el sin fin de cuestionamientos en contra de su administración por la simple y llana nimiedad de que los argumentos expuestos y “cacareados” como Proyecto de Nación, Cartilla Moral, Economía Moral, etc. carecen de sustento jurídico, económico y político que no alcanza para marear a todos los ciudadanos, las implementaciones en materia de programas sociales no representan una solución contundente al tema de la pobreza porque son sumamente inmediatistas y muy clientelistas; claro está que ante la andanada de cuestionamientos la respuesta fue rodearse de todo un selecto grupo de propagandistas, porristas y expertos en justificar todas y cada una de las implementaciones barnizadas con el sello de “primero los pobres”.

 

Así fue mucho más sencillo organizar las mañaneras con otro selecto grupo de periodistas que le rinden pleitesía y sirven de tapete para magnificar todo lo que diga “el Presidente de la República”, el resto de la narrativa iría por cuenta de López Obrador que se pinta solo cuando de salirse por la tangente se trata, o de normalizar, descalificar y minimizar todo lo que vaya en contra de su imagen o de su Cuarta Transformación, la indolencia, la burla y los adjetivos son artilugios con los que hace malabares para desviar el interés de la agenda de Gobierno, de ese modo es capaz de normalizar la violencia y los asesinatos de candidatos en época electoral, es capaz de señalar que los padres de menores enfermos de cáncer obedecen a grupos de intereses creados, es capaz de organizar festivales de 10 de mayo privados mientras a las madres de desaparecidos les manda a sus peones a recibirlas en la banqueta, es capaz de levantar un perímetro a Palacio Nacional para no dar la cara a las mujeres que exigen seguridad y justicia y para terminar los ejemplos, es capaz de señalar que quienes más lo atacan son el sector con mayor preparación académica en el país.

 

Claro que está bien que el Presidente haga un llamado para terminar con la violencia, lo que no está bien es que ese llamado se haga desde el romanticismo contemplativo de los abrazos y no balazos, no está bien si desde el templete mañanero se continúa violentando a todo aquel que le cuestiona fomentando una narrativa intolerante.

 

El Presidente que se lleva y no se aguanta, hace un llamado a respetar la veda electoral siempre y cuando no le pregunten del tema porque lo provocan para romper la ley y está muy claro que tiene una voluntad muy débil para no meter las manos en el proceso electoral, voluntad que le llevará a descalificar un proceso electoral que le pudiera resultar adverso, después de todo puede terminar declarando que es normal que los presidentes no reconozcan los resultados electorales.

 

#InPerfecto 

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