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EN BÚSQUEDA DE LOS MAESTROS, MARCO VITRUVIO POLIÓN parte 31

#Arquitectura
El universo es la expresión totalizadora de todas las sustancias naturales; comprende también al firmamento con sus constelaciones, armónicamente dispuestas.

 

 

Carlos Rosas C / @CarlosRosas_C 
carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

El libro IX de los Diez Libros de Arquitectura es por demás interesante, el conocimiento y manejo de la astronomía parecería en este momento para el oficio de la arquitectura un instrumento en desuso, sin embargo a lo largo de esta obra podemos obtener muchas pruebas de lo contrario.

 

El movimiento de los astros representa no solo una maravilla en el imaginario colectivo, la utilidad que representa se podrá comprobar a lo largo de este libro, Vitruvio ha legado su conocimiento no solo para el deleite, sino para todo aquel que desee interesarse y voltear al cielo para conectar y materializar el conocimiento. 

 

Resulta por demás interesante la concepción del universo que describe Vitruvio en su obra, sin embargo lo que destaca es sin duda el conocimiento que muestra sobre el movimiento de los astros en el cielo, aspecto que nos permite reflexionar sobre la cantidad de conocimiento que debe poseer el arquitecto, sobre todo si consideramos que actualmente existen muchas herramientas con las cuales podemos acercarnos al conocimiento.

 

Nos acercamos al desenlace de una obra extraordinaria llena de conocimiento. Sigan con nosotros en el especial de arquitectura “En búsqueda de los maestros” sobre los Diez Libros de Arquitectura de Marco Vitruvio Polión. 

 

LIBRO IX

CAPITULO PRIMERO

EL UNIVERSO Y LOS PLANETAS

 

Ciertamente es un fenómeno regulado por la mente divina, que proporciona una profunda admiración a quienes consideran por qué la sombra del gnomon, en el equinoccio, es de una determinada longitud en Atenas, de otra diferente en Alejandría y también distinta en Roma; en Placencia su longitud es diversa, como lo es en otras partes del mundo. Esta es la causa de que sean muy diferentes los trazos y las sombras que proyectan los relojes, cuando nos referimos a un lugar o a otro: la longitud de las sombras en el equinoccio determina de un modo concreto la disposición de los analemas, que actúan de referencia para fijar los husos horarios, de acuerdo con las sombras del gnomon y la ubicación geográfica de cada lugar.

 

GNOMON

 

Se define el analema como un exacto diagrama que resulta de observar el curso del Sol y de constatar la sombra que va creciendo hasta alcanzar el solsticio de invierno; por medios arquitectónicos y gracias a los trazos del compás se posibilita descubrir los efectos del sol en el universo.

 

ANALEMA SOLAR

 

El universo es la expresión totalizadora de todas las sustancias naturales; comprende también al firmamento con sus constelaciones, armónicamente dispuestas. El universo gira continuamente en torno a la tierra y al mar, apoyado en unos goznes situados en los extremos de su eje. El poder de la naturaleza ha dispuesto y colocado en estos puntos los ejes como si fueran los centros: uno, desde la tierra y el mar hasta lo más alto del universo más allá de las estrellas de la Osa Mayor y el otro, en la parte diametralmente opuesta, debajo de la tierra, en la región del mediodía; rodeando estos ejes, la misma naturaleza ha construido unos anillos, como si fuera con el torno, que en griego se denominan «ápsides» y que permiten el movimiento circular y eterno del universo. La tierra y el mar ocupan de manera natural el centro, el punto intermedio.

 

ESQUEMA LÍNEA DE ÁPSIDES

 

Todo está dispuesto por la naturaleza de manera que, en el norte, el centro quede a una altura mayor respecto a la tierra, y en el sur, el centro se encuentra en una región situada bajo la tierra, oculto por la misma tierra. A lo largo de la parte intermedia se extiende una zona transversal e inclinada hacia el mediodía que configura los doce signos. El conjunto de los doce signos con la distribución de las estrellas en doce partes iguales presenta un aspecto que nos ofrece una imagen concreta plasmada por la misma naturaleza. Estos signos luminosos, junto con los astros y constelaciones, giran en torno a la tierra y al mar y completan su periplo según la figura esférica del cielo.

 

LOS DOCE SIGNOS

 

Estos signos se hacen a veces visibles y a veces invisibles, según las exigencias de cada estación. Seis giran en el cielo por encima de la tierra y los otros seis recorren su camino bajo la tierra, cuya sombra los oculta. Por tanto, siempre hay seis signos que completan su órbita sobre la tierra. Así es, cuando una parte del último signo se oculta bajo la tierra, al declinar su curso por el movimiento de rotación, desde la parte contraria aparece otro signo por la misma exigencia del movimiento de rotación y emerge desde las sombras hacia regiones visibles. Es una misma fuerza impulsiva la que determina, desde los dos lados a la vez, que una parte se eleve y la otra se oculte.

 

RECORRIDO DE CONSTELACIONES Y PLANETAS

 

Estos signos -que son doce- ocupan cada uno una duodécima parte del cielo, completan su curso desde el este hacia el oeste de una manera continua y, como ascendiendo por medio de escalones, se mueven en sentido contrario la Luna, Mercurio, Venus y el mismo Sol; Marte, Júpiter y Saturno se trasladan de oeste a este en el firmamento, recorriendo cada uno órbitas de diferente longitud. Veintiocho días más una hora aproximadamente es lo que tarda la Luna en recorrer su órbita y regresar de nuevo al signo donde inició su periplo, lo que determina el mes lunar.

 

MAPA ESTELAR HEMISFERIO NORTE

 

El Sol recorre el espacio de su signo, que es la duodécima parte del cielo, en un mes; al recorrer los doce signos en doce meses, cuando regresa de nuevo al signo de donde partió, completa el espacio de un año corriente. En consecuencia, el Sol recorre en doce meses la misma órbita que completa la Luna trece veces en los mismos doce meses. Los planetas Mercurio y Venus, girando en torno a los rayos del Sol, como si fueran su centro, sufren retrocesos, retrasos e incluso paradas en sus recorridos circulares; a causa de sus órbitas tan especiales, se detienen en los espacios de algunos signos determinados.

 

ANALEMA LUNAR

 

Claramente podemos observar este fenómeno en el planeta Venus: Venus va siguiendo el curso del Sol y poco después de su ocaso aparece brillante en el cielo, por lo que se llama «la estrella del atardecer»; por el contrario, en otras épocas precede al Sol y aparece antes del amanecer, por lo que se denomina «la estrella del amanecer». Hay veces que estos dos planetas se detienen varios días en un signo y hay veces que rápidamente pasan al signo siguiente. Debido a que no recorren en un mismo número de días cada uno de los signos, recuperan su retraso acelerando su marcha y concluyen así su periplo en el tiempo fijado. El tiempo de más que se detienen en algunos signos no constituye un obstáculo para finalizar su propio recorrido, pues, cuando se liberan de sus detenciones, aceleran su marcha.

 

RECORRIDO DE VENUS EN EL CIELO

 

El planeta Mercurio completa su órbita en el firmamento de manera que, recorriendo en trescientos sesenta días los espacios de todos los signos, regresa al signo donde inició su curso y su primer giro; su trayecto mantiene una gran exactitud pues emplea treinta días aproximadamente en cada uno de los signos.

 

RECORRIDO DE MERCURIO FRENTE AL SOL

 

Cuando el planeta Venus se ve libre del obstáculo de los rayos solares, atraviesa el espacio de un signo en treinta días. En relación a los días de menos respecto a los cuarenta que Venus gasta en cada signo, los recupera sufriendo una demora en otro signo, hasta completar el número total de días. Por tanto, después de recorrer su periplo en el firmamento a lo largo de cuatrocientos ochenta y cinco días, de nuevo regresa al mismo signo donde inició su órbita celeste.

 

Marte recorre el espacio de las constelaciones aproximadamente en seiscientos ochenta y tres días y regresa al punto donde comenzó anteriormente su recorrido; pasa con rapidez por algunos signos, pero se detiene en otros y así equilibra la proporción de días, ajustándola al cómputo total. Júpiter va subiendo lentamente, como si fuera por escalones, por el lado contrario al movimiento circular del firmamento y emplea cerca de trescientos sesenta días en recorrer cada signo; después de once años y trescientos trece días hace un alto y retorna al signo donde estaba doce años antes. 

 

RECORRIDO DE MARTE

 

Saturno tarda en recorrer el espacio de un signo veintinueve meses y algunos días; regresa de nuevo al cabo de veintinueve años y ciento sesenta días al punto donde se encontraba treinta años antes. Debido a que recorre su órbita a escasa distancia de la circunferencia periférica del universo, da la impresión de que es muy lento en atravesar el enorme círculo de su órbita.

 

RECORRIDO Y CONJUNCIÓN DE JÚPITER Y SATURNO

 

Los planetas que recorren sus órbitas por encima del curso del Sol, cuando están situados en el trígono donde ha entrado el Sol, especialmente en esa posición, no siguen avanzando sino que se detienen y retroceden hasta que el Sol pase de este trígono a otro signo.

 

A algunos les satisface explicar este fenómeno como una consecuencia del alejamiento del Sol, pues al situarse el Sol a una considerable distancia los astros van errantes por el espacio, siguiendo su curso a oscuras y se detienen precisamente por el obstáculo de la oscuridad. Una explicación que no nos parece correcta. En efecto, el esplendor del Sol es perfectamente perceptible y patente sin la menor oscuridad en todo lo ancho del universo, de manera que nosotros observamos las regresiones y los estacionamientos de los astros. Por tanto, si nuestra vista puede advertir este fenómeno a tan gran distancia, ¿cómo podemos concluir que la oscuridad es un serio obstáculo para estos astros divinos y luminosos?

 

En consecuencia, nos parece más convincente el siguiente planteamiento: el calor provoca la atracción de todas las cosas hacia si, como vemos en los frutos que, por causa del Sol, brotan desde la tierra misma y van creciendo; y como vemos también en los vapores de agua que se elevan desde las fuentes y forman el arco iris; por la misma razón, la intensa fuerza del Sol, que extiende sus rayos formando un triángulo, atrae hacia sí a los planetas que van detrás de él; y va como frenando y reteniendo a los planetas que le preceden, impidiendo que sigan avanzando y obligándolos a retroceder y a situarse en el signo de otro trígono.

 

Quizás alguno deseará saber por qué el Sol, por fuerza de su calor, ocasiona estas retenciones de los planetas, ubicados en el quinto signo, antes que los situados en el segundo o tercer signo, que están más próximos a él. 

 

Pasaré a exponer mi opinión sobre este fenómeno: los rayos del Sol se prolongan en el firmamento formando la figura de un triángulo equilátero que únicamente se plasma en el quinto signo a partir del Sol, ni más lejos ni más cerca. Si los rayos solares se difundieran por todo lo ancho del universo en forma circular y no definieran la figura de un triángulo, sin duda que calentarían los signos más cercanos a él. Me da la impresión que Eurípides, poeta griego, había observado esta misma circunstancia, pues afirmó que cuanto más lejos del Sol están situados los cuerpos celestes, poseen un calor más fuerte, y al contrario, los que están próximos a él, poseen una temperatura más templada. Escribe en su obra Faetón, «abrasa los cuerpos que están distantes y los que están próximos poseen un calor moderado». Si la experiencia, la lógica y el testimonio de este antiguo poeta corroboran este fenómeno, en mi opinión, no cabe mantener otra explicación distinta de la que hemos expresado en líneas anteriores.

 

La órbita que describe Júpiter, entre las de Marte y Saturno, sigue un recorrido mayor que el de Marte pero menor que el de Saturno. De igual manera, los planetas que giran a mayor distancia de los confines del firmamento y se mueven en las proximidades de la Tierra, parecen describir su órbita a mayor velocidad, pues cada uno de ellos, al recorrer una órbita más pequeña, pasa con más frecuencia por debajo de otro planeta situado en una órbita superior y lo adelanta.

 

Lo podemos clarificar con el siguiente experimento: si se colocan siete hormigas en el torno de un alfarero y se horadan siete canalitos concéntricos, incrementando su longitud a mayor distancia del centro, y si se obliga a que las hormigas describan un círculo en su canalito haciendo girar la rueda en sentido contrario, forzosamente recorrerán su camino pero al revés del sentido del torno; la hormiga que ocupe el canalito más próximo al centro caminará con más rapidez que la que ocupe el más alejado, y aunque ésta se mueva también con rapidez concluirá su recorrido en mucho más tiempo, debido a la mayor longitud de su circunferencia; del mismo modo, los planetas, avanzando en dirección contraria al movimiento del universo, completan su propio circuito; pero, por el movimiento del cielo, los planetas son conducidos en sus revoluciones y arrastrados a conformar la rotación diaria.

 

La causa de que unas estrellas sean templadas, otras sean calientes y otras frías, parece ser la siguiente: el fuego posee llamas que se elevan hacia lugares más altos; por ello, el Sol, con sus rayos abrasadores, calienta el éter, que ocupa el espacio por encima de él y es por donde el planeta Marte recorre su órbita; Marte resulta ser un planeta cálido, debido al calor del Sol; Saturno es extremadamente frío porque se mueve en los confines del firmamento y pasa por las regiones gélidas del cielo. Júpiter, como recorre su órbita entre las de ambos, parece poseer una virtualidad muy templada, ya que es una combinación del frío y del calor, por su posición intermedia.

 

Tal como lo he recibido de mis maestros así he ido exponiendo todo lo referente a la zona de los doce signos y a la actividad y movimiento en sentido contrario de los siete planetas; he explicado la etiología y la proporción numérica que controlan su paso de un signo a otro, así como sus revoluciones circulares. Ahora pasaré a explicar la luz creciente y menguante de la luna, tal como nuestros predecesores nos lo han transmitido.

 

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