#InPerfecciones
El mundo parece sencillo, pero está lleno de múltiples realidades. Lo construimos al habitarlo, desde cada posición, perspectiva y distorsión.
Manuel E. Herrera Flores / @Manumataum
manumataum@gmail.com
Cuando alguien menciona la frase: “la base de la pirámide”, entendemos que el enunciador refiere a las personas menos privilegiadas de la cadena de producción sobre la que se sustenta el orden en que vivimos. De ese modelo de estratos sociales, se deriva la creencia de que podemos ascender en los niveles de esa pirámide. Una creencia sumamente arraigada dentro de nuestro imaginario cultural.
Tal creencia sirve de fundamento y sostiene la cultura del “echaleganismo”. Ésta dicta que las personas que quieran mejorar su condición social deberán, sin querer ser redundante, “echarle ganas”, y con eso bastará para mejorar su estatus. Esa perspectiva del mundo nos ha regalado frases célebres como: “El pobre es pobre porque quiere” o aquella que pudimos leer en menos de 280 caracteres la semana pasada: “…la base de la pirámide tiene la autoestima por los suelos.” emitida por la rockstar de las inversiones financieras Patricia Armendáriz.
Y es que solemos escuchar por ahí que hay personas “desconectadas de la realidad”, pero no, amable y querido lector. A pesar de que haya quienes no se conforman con un sueldo de 50,000 pesos, no es así. Lo que ocurre es que habitamos diferentes realidades. Estas se encuentran e intersecan en la convivencia que realizamos día con día con otras personas, grupos sociales, o entre los diferentes niveles de la pirámide. Que no necesariamente son compatibles unos con otros, a pesar de que los estratos superiores necesitan a los inferiores para existir.
Este señalamiento no tiene intención de ser clasista. En realidad, trata de hacer visible que la sociedad es sumamente desigual y que por ello no basta con que usted tenga una autoestima por los cielos y le eche ganas para lograr la movilidad social. Usted no tiene, y jamás tendrá, las mismas oportunidades que la señora Armendáriz o el ingeniero Carlos. Que, gracias a su elevada autoestima, gallardía, cuidados médicos y atención personalizada, logró vencer al Covid-19.
La desafortunada línea en cuestión fue redactada por la empresaria a partir del fallecimiento, derivado de las complicaciones del Covid-19, del señor Alfredo Serratos, su colaborador de toda la vida. En el tweet hizo mención de que el señor Serratos jamás se quejó de algún malestar y que ello denotaba una clara falta de autoestima.
Pero bien podríamos increparle: “No se deje engañar, señora Paty. Su realidad, varios peldaños por sobre la base que carece de autoestima, le está impidiendo ver que no todo se reduce al amor propio y a lucir fabulosa en cenas de gala compartidas con jefes de Estado. La falta de autoestima que usted observa, en realidad, es una falta de capitales, patrimonio y seguridad social”. Es un hecho que la base de la pirámide no puede darse el lujo de no trabajar, a pesar de estar convaleciente de Covid-19. Que todo lo anterior parezca una autoestima “por los suelos”, para quien mira desde el culto a la personalidad y la opulencia, es otra cosa.
Si usted, querido lector, quiere profundizar en este tema y sumarse a la discusión acerca de lo complejo que es el mundo y sus múltiples realidades, revise la película White Tiger del director Ramin Bahrani (2021). Que, actualmente, se encuentra en el catálogo de Netflix. Nos leemos el siguiente lunes con la segunda parte.
Cuídese. Si es usted una persona privilegiada, quédese en casa, quiérase mucho y échele ganas. Ah… y sonría, que así luce mejor y se ve con más autoestima.