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EN BÚSQUEDA DE LOS MAESTROS, MARCO VITRUVIO POLIÓN parte 28

#Arquitectura
Todas las aguas calientes tienen propiedades medicinales, aun teniendo un sabor desagradable; se debe a que las aguas están muy recalentadas, lo que provoca que adquieran virtualidades añadidas.

 

Carlos Rosas C / @CarlosRosas_C  
carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

Continuemos con el libro Octavo; Vitruvio aborda un tema de vital importancia no solo en la práctica de la arquitectura, sino de la vida misma y nos ofrece un extenso análisis de las cualidades del agua según el lugar de donde provengan. El capítulo tercero de éste libro octavo resulta muy interesante por el nivel de detalle con el que Vitruvio describe incluso cualidades medicinales de algunos tipos de agua.  Sigan con nosotros en el especial de arquitectura “En búsqueda de los maestros” sobre los Diez Libros de Arquitectura de Marco Vitruvio Polión. 

 

CAPÍTULO SEGUNDO

EL AGUA DE LLUVIA.

 

El agua que se recoge procedente de las lluvias posee unas propiedades más salubres, ya que es el resultado de los más sutiles y más finos elementos que proceden de todas las fuentes o manantiales; se trata de un agua filtrada por el movimiento agitado del aire, que cae sobre la tierra licuándose por las tormentas. En las llanuras, las lluvias son menos frecuentes que en las montañas o en sus proximidades, debido a que, al despuntar el día, se elevan unos vapores húmedos que dirigiéndose hacia cualquier parte del cielo, ponen en movimiento el aire; posteriormente, al agitarse estos vapores, atraen tras ellos masas de aire que se precipitan allí mismo, por el vacío que se ha originado. 

 

El aire, a su vez, en sus desplazamientos arrastra con violentas ráfagas los vapores húmedos hacia todas las direcciones, formando las corrientes impetuosas de los vientos que se desarrollan progresivamente. Estos vapores húmedos, que proceden de fuentes, de ríos, de lagunas y del mar son arrastrados por los vientos por todos los lados y se van condensando por la fuerza calorífica del sol, se elevan hacia las alturas y forman las nubes. Después, cuando son empujados por las corrientes de aire, llegan a las montañas chocan contra ellas y se licúan en chaparrones por causa de su densidad y de su peso, se van dispersando y, de esta forma, se originan las precipitaciones sobre a tierra.

 

La causa que provoca que surjan de la misma tierra los vapores, las nieblas y la humedad, parece ser la misma tierra que encierra en sí misma calores ardientes, impresionantes corrientes de aire, algunas partes frías y una inmensa cantidad de agua, y todo al mismo tiempo; por ello, cuando el sol del amanecer actúa sobre el globo terráqueo, enfriado durante la noche, se originan soplos de viento que se abren paso a través de las tinieblas y, a su vez, se elevan las nubes desde los parajes húmedos. Es entonces cuando el aire, calentado con fuerza por el sol, hace elevar, como es natural, la humedad de la tierra, tal como vemos en las salas de baños, por ejemplo. En efecto, las bóvedas de las salas de baño templado no tienen sobre ellas ningún manantial ni fuente de agua y sin embargo el techo queda recalentado, debido al vapor caliente procedente de los hornos que evaporan el agua desde el pavimento y la elevan hasta la concavidad de la bóveda, donde se mantiene; la causa de este fenómeno es que el vapor caliente siempre tiende a elevarse hacia partes más altas; en un primer momento, el vapor se mantiene en lo alto a causa de su escaso peso, pero según se va condensando con una mayor cantidad de agua, no puede mantenerse en suspensión, ya que adquiere mayor peso, lo que provoca que gotee sobre la cabeza de los bañistas. Por la misma causa, cuando el aire de la atmósfera se calienta por el calor del sol, absorbe la humedad de todas las partes, la eleva y la va acumulando a las nubes. Así como la tierra, al calentarse, despide su propia humedad, así también el cuerpo humano produce sus propios sudores, por causa del calor.

 

Los vientos corroboran este fenómeno natural: los que se originan y soplan desde zonas más frías, como son el viento del norte y el cierzo, arrastran corrientes de aire enrarecidas por la sequedad; el viento del sur y los vientos que soplan desde la parte del curso del sol, son muy húmedos y siempre arrastran las lluvias, ya que llegan muy calientes desde las regiones abrasadas por el sol, evaporan la humedad de los países que atraviesan y descargan el agua en las regiones del norte.

 

Las cabeceras de los ríos pueden servirnos de prueba sobre lo que acabamos de describir; según los mapas y el testimonio de las descripciones que han plasmado los escritores, en todo el orbe terráqueo la inmensa mayoría de los ríos y los más caudalosos tienen sus cabeceras en el norte. En la India, el Ganges y el Indo nacen y descienden desde el Cáucaso; en Siria, el Tigris y el Éufrates; en Asia, en el Ponto el Dniéper, el Bug y el Tanais; en la Cólquída, el Faso; en Galia, el Ródano; en la Galia Céltica, el Rin; en el lado más próximo de los Alpes, el Timavo y el Po; en Italia el Tíber; en Maurusia, que nosotros denominamos Mauritania, el río Dyris, que desciende desde el monte Atlas, tiene su nacimiento en la región septentrional, discurre a través de regiones septentrionales, hasta desembocar en el lago Eptabolo, donde cambia de denominación y se llama Agger; desde el lago Eptabolo atraviesa montes desérticos bajo tierra, aflora a lo largo de las regiones meridionales y va a parar en unas zonas lacustres llamadas genéricamente «Marjales», rodeando el territorio Meroe, que es el renio de la Etiopía Meridional; desde estas zorias lacustres, después de formar con sus meandros los ríos Astansobas, Astoboa y otros muchos, a través de las montañas llega a la catarata; desde aquí se precipita atravesando regiones septentrionales entre Elefantina, Síene y las llanuras de Tebas y penetra en Egipto, donde se denomina Nilo.

 

RIO TIBER, ITALIA

 

Está suficientemente constatado que la cabecera del Nilo discurre desde Mauritania, pues desde el otro lado del Atlas discurren igualmente otros ríos que desembocan en el océano Occidental, donde nacen y viven ichneumonos, cocodrilos y otras especies de animales salvajes y de peces, excepto hipopótamos.

 

En conclusión, se puede observar en los mapas o descripciones de la tierra que todos los ríos caudalosos tienen sus fuentes en el septentrión y que las llanuras de África, como ocupan la parte meridional castigada por el curso del sol, poseen en su subsuelo aguas profundamente ocultas, no afloran manantiales y las corrientes de agua son muy escasas; de todo ello se induce que los manantiales más caudalosos son los que brotan en el norte y en el noreste, salvo que en su curso encuentren parajes ricos en azufre, alumbre o bituminosos; en este supuesto, sus aguas sufren un profundo cambio pues, sean calientes o frías sus fuentes, de hecho discurren con un olor y con un sabor francamente molestos. 

 

No es cualidad natural del agua el ser caliente; lo que sucede es que el agua fría, cuando encuentra en su curso una zona caliente, adquiere una mayor temperatura y caldeada brota a través de las venas manando al exterior. Por esto, no se mantienen calientes durante mucho tiempo, sino que se enfrían rápidamente. Si el agua fuera naturalmente caliente no perdería su calor. El agua no recupera ni su sabor, ni su olor, ni su color pues son propiedades inherentes al agua, debido a su natural porosidad.

 

CAPÍTULO TERCERO

CUALIDADES NATURALES DE DIFERENTES AGUAS

 

También existen fuentes calientes de las que brota un agua de excelente sabor y tan agradable al paladar que no tiene nada que envidiar a las fuentes de Camenas ni a las de Marcia. Estas aguas son naturalmente extraordinarias, por las siguientes circunstancias: cuando el fuego se reaviva en el subsuelo por contacto con el alumbre, el betún o el azufre, con su fuerte calor eleva la temperatura de la tierra que está encima; ésta despide hacia lo alto un vapor hirviente y si precisamente en este lugar nacen fuentes de agua dulce, al quedar afectadas por este vapor se van calentando entre los poros de la tierra y brotan manteniendo su propio sabor.

 

Por el contrario, hay fuentes frías cuyo olor y sabor son desagradables; nacen a muchos metros de profundidad, atraviesan por medio de lugares ardientes, pasan luego a través de la tierra recorriendo una larga distancia y afloran a la superficie completamente enfriadas, manteniendo su sabor, su olor y su color inalterados; así sucede con el río Albula en la Vía Tiburtina y en la región de Ardea, que posee unas fuentes frías con el mismo olor que las llamadas «sulfuronas»; sucede lo mismo en otros muchos lugares de similares características. En realidad se trata de aguas frías y, sin embargo, da la impresión que son cálidas; he aquí la causa: en una zona muy profunda del subsuelo, las aguas van a caer sobre una parte muy caliente y al chocar entre sí el agua con el fuego, ésta se ve afectada por la vehemente colisión, al recibir violentas corrientes de aire; aumentan su volumen por la fuerza de este viento concentrado e hirviendo manan por las fuentes. Las aguas que no afloran al exterior, sino que quedan retenidas por las rocas, son lanzadas violentamente por la fuerza del viento a través de angostos cauces hasta lo alto de las colinas. Quienes piensan en la posibilidad de la existencia de manantiales en las cimas de las colinas, se ven defraudados al abrir pozos en una ancha extensión.

 

RIO ALBULA

 

Lo mismo sucede con una vasija de bronce que se llenara de agua no hasta su mismo borde, sino dos terceras partes de su capacidad y que se cubriera con una tapadera: al ponerla al fuego, el agua alcanza necesariamente una temperatura alta y, debido a su natural porosidad, al penetrar en ella el calor experimenta una expansión que llena por completo la vasija y además levanta con violencia su tapadera, como consecuencia del vapor; sigue subiendo y subiendo y acaba por desbordarse; pero si levantamos su tapadera los vapores se expanden al aire libre y recupera de nuevo su nivel anterior. Del mismo modo, cuando los manantiales de las fuentes se hallan oprimidos por angostos canales, las corrientes de aire empujan hacia arriba borbotones de agua y simplemente con dejar al aire libre estos canales, los borbotones pierden el aire por la porosidad que contienen los líquidos, recuperando su nivel natural. 

 

Todas las aguas calientes tienen propiedades medicinales, aun teniendo un sabor desagradable; se debe a que las aguas están muy recalentadas, lo que provoca que adquieran virtualidades añadidas. Las aguas sulfurosas son una buena terapia para las enfermedades de los nervios, ya que van consumiendo con su poder calorífico los humores nocivos del cuerpo humano. Las aguas aluminosas son muy efectivas cuando los miembros pierden su movilidad por una parálisis o por alguna enfermedad similar, pues, al circular por los poros abiertos, con la fuerza de su calor contrarresta la frialdad de los miembros atrofiados, que recuperan su motricidad primitiva. Las aguas bituminosas son un buen remedio como purgantes, pues al beberlas curan las enfermedades internas del cuerpo. Existen también unas aguas frías con elementos alcalinos – como son las aguas de Penna, en la tierra de los Vestinos; las aguas de Cutilio y otros lugares semejantes- que al beberlas actúan como purgantes al pasar por los intestinos e incluso reducen los tumores de las paperas. Donde hay minas de oro, plata, hierro, cobre, plomo y de otros minerales similares abundan las fuentes de agua, pero son de pésima calidad. Como las aguas calientes contienen azufre, alumbre y betún, al penetrar en el cuerpo recorren las venas hasta alcanzar los nervios y las articulaciones; al beberla, los endurece, inflamándolos. Por tanto, los nervios, hinchados por esta dilatación, reducen su longitud, ocasionando enfermedades como artritis o gota; se producen porque estas aguas saturan los poros de las venas con elementos durísimos, tremendamente pesados y muy fríos.

 

Hay también una clase especial de agua que no es muy transparente y mantiene en suspensión, en su superficie, algo parecido a la espuma, que, por su color, nos recuerda al vidrio purpúreo. Son aguas especialmente apreciadas en Atenas. Desde sus propios lugares de nacimiento son conducidas a la ciudad y al puerto del Pireo; brotan a chorro, pero nadie bebe de ellas ya que simplemente se utilizan para lavar y para otras necesidades; en consecuencia, beben el agua de los pozos para evitar sus efectos nocivos. En Trecene es imposible resolver este problema, ya que no hay otra clase de agua, sino la que se suministra desde fuentes contaminadas; ésta es la causa de que todos o la mayoría de sus habitantes sufran enfermedades de los pies. En Cilicia, en la ciudad de Tarso, corre un río llamado Cydnos que tiene la propiedad de aliviar los dolores de gota de quienes bañan los pies en sus aguas.

 

RIO CYDNOS

 

Podemos enumerar otras muchas clases diferentes de agua, que poseen propiedades muy concretas y particulares; por ejemplo, las aguas del río Himera, en Sicilia, que desde su misma cabecera se divide en dos brazos: uno discurre frente a Etruria, atraviesa por medio del jugo dulce de su suelo y posee un exquisito dulzor; el otro brazo discurre por un terreno lleno de salinas y, en consecuencia, su sabor es salado. En Parentonio y a lo largo del camino que conduce al templo de Ammon y a las colinas de Casio, próximas a Egipto, hay unos lagos cenagosos con tanta salinidad que en su superficie aparece como una capa de sal. En otros muchos lugares surgen manantiales, ríos y lagos que, al atravesar minas de sal, inevitablemente sus aguas son saladas.

 

Al contrario, otros ríos discurren por venas de tierras grasas y emergen muy contaminados con aceite, como sucede en Soles, ciudad de Cilicia; quienes se lavan o se bañan en el río Liparis salen totalmente pringados de aceite por la grasa de sus aguas. En Etiopía, hay un lago que impregna de aceite a quienes se bañan en sus aguas; también en la India se extiende un lago, que durante el buen tiempo despide una gran cantidad de aceite. En Cartago, brota una fuente sobre la que aparece flotando aceite que despide un olor que recuerda el de la raspadura de una cidra, con el que normalmente untan a sus animales. En la isla de Zante y en las proximidades de Durazzo y de Apolonia, brotan unas fuentes que vierten un gran caudal de agua con abundantes peces. En Babilonia hay un lago de considerables dimensiones llamado «Lago del Asfalto» en cuya superficie flota un betún líquido; con este betún líquido y con ladrillos de tierra cocida, Semíramis levantó un muro que circunvala Babilonia. Encontramos también lagos en Jopé, ciudad siria, y en la Arabia de los Nómadas, de extraordinarias proporciones, que generan cantidades impresionantes de betún, de las que se aprovechan los habitantes colindantes.

 

ISLA DE ZANTE

 

Todos estos fenómenos no deben impresionarnos, pues son una consecuencia de las abundantes canteras de betún duro que se encuentran en sus proximidades. Cuando el agua irrumpe con toda su fuerza, pasando por estas tierras bituminosas, arrastra el betún en su propio caudal y, al brotar hacia el exterior, la misma agua despide este betún, liberándose de él. En Capadocia, en el camino que une Mazaca y Tyana, encontramos un lago extenso; si introducimos en este lago parte de una caña u otra sustancia vegetal y la extraemos al día siguiente, la parte que hayamos sumergido aparece petrificada, mientras que la parte que no haya tenido contacto con el agua mantiene y conserva sus propiedades naturales.

 

 

De manera parecida, brota a borbotones un gran caudal de agua caliente en Hierápolis, importante ciudad de Frigia, que mediante unas zanjas conducen sus habitantes en torno a sus huertos y viñedos; al cabo de un año, estas zanjas quedan petrificadas y por eso levantan a derecha e izquierda unos márgenes de tierra para conducir el agua, que los utilizan como vallado o cercado de sus campos. Parece un fenómeno natural; en estos lugares y en la tierra donde brota el agua, subyace un líquido compacto, muy parecido al cuajo; cuando esta mezcla emerge con fuerza y sale al aire libre a través de las fuentes o manantiales, el calor del v del aire la solidifica, tal como sucede en la salinas. Hay fuentes que brotan con un sabor muy amargo, debido al fango amargo de la tierra donde nacen, como son las aguas del río Hipanis, en el Ponto. En su cabecera, aproximadamente a cuarenta millas, sus aguas poseen un sabor muy dulce, pero cuando el río alcanza unas tierras situadas a ciento sesenta millas de su desembocadura, recibe las aguas de una fuentecilla, extremadamente pequeña; al desaguar en el río provoca ese sabor amargo en todo el caudal, pues las aguas de la fuentecilla atraviesan tierras y venas de donde extraen sandaraca, que infecta las aguas con su amargo sabor.

 

Como sucede con los frutos, también las aguas adquieren sabores diferentes según las propiedades particulares de la tierra. Así es, si las raíces de los árboles, vides o cualquier otra planta no produjeran sus frutos chupando el jugo particular y peculiar de la tierra, en todos los lugares y en todas las regiones los frutos tendrían el mismo sabor. Pero, veamos: en la isla de Lesbos se produce el vino «protropos»; en Meonia, el «catececaumenites» en Lidia, el «tmolite»; en Sicilia, el «mamertino»; en Campania, el «falerno» entre Terracina y Fondi, el «cecubo» y así en diferentes lugares se crían incontables clases de vinos de muy diferentes propiedades. Tal variedad de vinos sería imposible si no fuera porque los jugos de la tierra, con sus peculiares características de sabor, son absorbidos por las raíces, nutren los sarmientos que los conducen hasta lo alto de las cepas y dan a las uvas ese sabor propio del vino de ese lugar.

 

ISLA DE LESBOS

 

Si la tierra no poseyera una variedad tan rica de jugos, no sólo en Siria y en Arabia tendrían el mismo olor perfumado las cañas, los juncos y todas las hierbas, pero es que tampoco los árboles del incienso ni los de la pimienta producirían sus bayas, ni la mirra destilaría sus preciosas bolitas de goma, ni las plantas del laserpicio se criarían exclusivamente en Cirene, sino que, en todas las partes de la tierra, todos los frutos poseerían el mismo sabor. La diversidad de climas y la proximidad o lejanía al curso del sol producen las variedades típicas y peculiares en cada región de la tierra; las propiedades de las aguas no sólo se perciben en los ejemplos citados, sino también en la ganadería, ovina o vacuna, y no sería así si las características de cada una de las tierras no se vieran afectadas por el poder y la influencia del sol.

 

Por Beocia corren los ríos Cefiso y Melante; por Lucania, el Cratis; por Troya, el Xanto, y por tierras de Clazomene, Eritrea y Laodicea corren ríos y fuentes que cuando acuden las ovejas a beber de sus aguas durante la ¿época del año más propicia para su reproducción, aunque sean de color blanco, paren crías de color gris en ciertos parajes, y en otros, sus crías son de color oscuro e incluso en otras zonas las crías poseen un color negro como un cuervo. Pues bien, cuando un líquido, con sus particulares propiedades, penetra en el cuerpo por infiltración produce en él las características específicas de su propia naturaleza. Y así, debido a que el ganado vacuno que se cría junto al río tiene un color rojo y debido a que las ovejas, sin embargo, poseen un color grisáceo, los troyanos denominan a este río -según dicen- el río Xanto.

 

También podemos encontrar una clase de agua que es letal, que posee un efecto mortífero por discurrir a través de jugos envenenados que posee la tierra; se dice que así era una fuente que brotaba en Terracina y que se llamaba «fuente de Neptuno»; quienes imprudentemente bebían de ella, perdían su vida; por esta razón los antiguos la taparon, según cuentan. En Tracia, el lago Chrods era tan mortífero que no sólo morían quienes bebían su agua, sino también quienes se bañaban en él. En Tesalia brota una fuente en la que no bebe ninguna res, pero es que ni siquiera se acercan a ella; muy cerca de esta fuente crece un árbol con flores de color púrpura.

 

TERRACINA, ITALIA

 

Por donde está situada la tumba de Eurípides, en Macedonia, corren dos riachuelos a derecha e izquierda del monumento, que curso abajo juntan sus aguas. En la orilla de uno de ellos suelen descansar los caminantes para desayunar, por la extraordinaria calidad de sus aguas; pero nadie se acerca al riachuelo que fluye por la otra parte del monumento, pues corre el rumor de que sus aguas están envenenadas. En Arcadia se extiende la región de Nonagris y en las laderas de sus montes corren unas aguas muy frías, que manan de las mismas rocas; los griegos las denomina «agua de Styx», pues no se puede recoger en ningún vaso, ni de plata, ni de bronce, ni de hierro, ya que se rompe en mil pedazos y se hace añicos; únicamente se puede conservar y recoger en un casco de mulo. Se dice que Antípatro hizo llevar esta agua tan especial a la provincia donde estaba Alejandro por medio de su hijo Iola y con esta agua él envenenó al rey.

 

En los Alpes, en el reino de Cotio, mana una fuente de agua que quienes la beben mueren en breves instantes. En la región de los Faliscos, en la vía Campana, se extiende un bosque sagrado que ocupa la llanura de Corneto, donde mana una fuente; allí se pueden observar huesos de pájaros, lagartos y otros reptiles, tirados por el suelo.

 

Encontramos algunos manantiales de agua ácida, como es la del río Lincesto, como la que fluye en la región de Velino en Italia, en la región de Teano en Campania y en otros muchos lugares; se trata de una clase de agua que posee esta virtualidad: deshace las litiasis que se forman en la vejiga. Esta propiedad terapéutica parece algo natural y se debe a la presencia de un jugo fuerte y ácido bajo tierra, por donde manan las venas de agua que se van impregnando con esta acidez y cuando penetran en el cuerpo humano disuelven los sedimentos y la acumulación de sustancias nocivas, originadas por el agua en el interior del cuerpo humano. Podemos apreciar la causa de la disolución de tales sustancias por efecto de las aguas ácidas, de la siguiente manera: si se introduce un huevo en vinagre durante un tiempo, su cáscara se ablandará y se disolverá; de igual modo, si introducimos plomo -que es muy dúctil y pesado- en un vaso lleno de vinagre y lo tapamos sellándolo herméticamente, se comprobará que el plomo se disolverá y se convertirá en cerusa.

 

Siguiendo los mismos pasos, si la prueba la realizamos con cobre -que es más sólido y resistente –éste  se disolverá convirtiéndose en cardenillo. Lo mismo sucede con las perlas; y también con el sílex o pedernal, que ni el hierro ni el fuego son capaces de disolverlos por sí mismos, pero si lo calentamos al fuego y lo rociamos con vinagre, el sílex se hace añicos y se disuelve. Por tanto, si ante nuestros propios ojos vemos tales fenómenos, concluiremos que los que padecen cálculos pueden curarse de manera natural, tomando aguas ácidas.

 

Descubrimos otras fuentes, que aparentemente parece que sus aguas están mezcladas con vino, como sucede con una fuente que mana en Pafaglonia, cuyas aguas llegan a embriagar aun cuando no se haya bebido vino. En el territorio de los Ecuos en Italia, y también en la tribu de los Médulos en los Alpes, corre un agua muy especial que provoca el bocio en quienes la beben. En Arcadia hay una ciudad relativamente famosa llamada Clitor y por sus campos corren unas aguas que brotan en una cueva con la peculiaridad de que anulan todo deseo de beber vino a quienes las prueban. 

 

RUINAS DE LA CIUDAD DE CLITOR, ARCADIA

 

Cerca de la fuente podemos leer un epigrama, grabado sobre la roca con caracteres griegos, advirtiendo que no es apta para el baño, ni para regar los viñedos, pues junto a ella Melampo, siguiendo los ritos de un sacrificio, liberó de la locura a las hijas de Preto, consiguiendo que sus mentes recuperaran la sensatez. He aquí lo que dice el epigrama grabado:

 

«Pastor, si te aprieta la sed al mediodía cuando conduces tu rebaño y te acercas al borde de la fuente Clitor a beber de sus aguas, detén todo tu rebaño de cabras junto a las vírgenes aguas; mas guárdate de tomar un baño en esta corriente de agua para que no te dañen las auras de la agradable borrachera; huye de esta fuente, hostil a las viñas, donde Melampo liberó de la locura a las hijas de Preto y éstas recuperaron su salud mental; sumergió profundamente todos los objetos, siguiendo un misterioso sacrificio expiatorio, cuando llegó desde Argos a las montañas de la áspera Arcadia.»

 

En la isla de Quío, mana una fuente que hace perder la razón a quienes imprudentemente beben sus aguas; un epigrama grabado advierte en su texto sobre el agradable sabor del agua de esta fuente, pero también del peligro de perder la sensibilidad de los sentidos, si se bebe de sus aguas. Estos son sus versos: «Agradable es beber esta agua fresquita que mana de la fuente, pero quien la pruebe verá petrificada su mente.»

 

En Susa, capital del reino de los Persas, brota una fuentecilla que provoca la caída de los dientes a cuantos beben sus aguas. Un epigrama grabado refleja esta idea: para bañarse, es un agua excelente, pero arranca de raíz los dientes si se bebe de ella. Los versos griegos de este epigrama son los siguientes:

 

«Extranjero, estás contemplando unas aguas que manan de una roca, donde los hombres pueden lavarse las manos, pues son inofensivas; pero si ingieres el agua de la frondosa cueva rozándola simplemente con el borde de tus labios, ese mismo día tus dientes, afilados por masticar la comida, caerán al suelo, dejando huérfanas las cuencas de las mandíbulas.»

 

En algunos lugares nacen fuentes con la propiedad de proporcionar a los nativos una extraordinaria voz para el canto, como sucede en Tarso, Magnesia y en otras regiones similares, y también en Zama. Zama es una ciudad de África, fortificada con doble muro por el rey Juba, que fijó allí su palacio real. A veinte mil pasos de Zama se encuentra la plaza fuerte de Ismuc; la superficie de sus tierras ocupa una vastísima extensión. A pesar de ser África madre nutricia de bestias salvajes, especialmente de serpientes, sin embargo en los límites de Ismuc no nace ninguna clase de estas fieras y si, en alguna ocasión, llevan allí alguna, muere al instante. Pero esto no es todo: si se transporta tierra de estos parajes hacia otro lugar, las consecuencias son las mismas. Según dicen, la tierra de las islas Baleares Posee estas mismas características; además esta tierra contiene una virtualidad aún más impresionante, que me fue comunicada en las siguientes circunstancias.

 

Cayo Julio, hijo de Masinissa, era el dueño de las tierras de toda la ciudad y sirvió en el ejército al lado de tu padre César; se hospedó en mi casa y como nuestra convivencia era muy familiar, inevitablemente caímos en conversaciones sobre temas de filología. En cierta ocasión estuvimos dialogando sobre el poder y las propiedades del agua y él me informó que en su país manaba una fuente con la particularidad de que, quienes allí se criaban, poseían una voz muy apropiada para el canto; precisamente por esto compraban hermosos jóvenes al otro lado del mar y muchachas casaderas; los casaban con el fin de que sus hijos tuvieran una voz extraordinaria y además una buena planta.

 

De hecho, se da una variedad complejísima que es fruto de la naturaleza, pues ella la otorga a cosas muy distintas y así como el cuerpo humano posee un componente de tierra, en cierta proporción, también posee varias clases de humores, como la sangre, la leche, el sudor, la orina, las lágrimas; si, pues, en una pequeñísima parcela de tierra encontramos tan marcada diferencia de sabores, no es nada sorprendente que en la inmensa extensión de toda la tierra se encuentren innumerables variedades de jugos, que impregnan las aguas que discurren a lo largo de sus venas subterráneas y emergen a la superficie a través de las fuentes; la causa de que broten fuentes con diferentes propiedades y cualidades estriba en la diversidad de los lugares, en las virtualidades propias de cada región y en las propiedades específicas del suelo.

 

Personalmente he comprobado y observado algunos de estos datos; otros los he tomado de libros griegos, cuyos autores son Teofrasto, Timeo, Posidonio, Hegesias, Herodoto, Arístides y Metrodoro; ellos, con una constante atención y con una encomiable afición, plasmaron en sus libros la tesis de que las propiedades de los lugares, las virtualidades de las diferentes aguas y las cualidades de los suelos están distribuidas de acuerdo a su latitud y a su orientación. Siguiendo sus indicaciones, he manifestado en este libro todo lo que me ha parecido suficiente para diferenciar la diversidad de aguas, con la finalidad de que, a partir de estas notas introductorias, se elijan las fuentes de agua que puedan hacer llegar a las ciudades y municipios para su uso.

 

De todas las sustancias naturales, ninguna cubre mayor número de necesidades que el agua; así, observando la naturaleza de todos los seres vivos, aunque carezcan de forraje pueden conservar su vida alimentándose con los frutos de los árboles, con carne, con pescado, o cualquier otra comida; pero, sin agua, ni los seres vivos, ni el poder nutritivo de la comida pueden darse, ni mantenerse, ni prepararse. Por todo esto, debe ponerse la máxima atención y habilidad en buscar y elegir bien los manantiales para proteger la salud de los vitae humanos.

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