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Mario Molina es sin duda uno de los científicos más importantes,ya que logró descubrir un problema del cual nosotros desconocemos por completo, pero con el potencial de terminar nuestra forma de vida.
Marto GoAg / @MartoGoAg
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Actualmente, la humanidad ha acelerado su crecimiento de una manera alarmante, y no solo en una cuestión de población, sino al crecimiento energético, ya que cada día las demandas de energías, de comida, es mucho más grande, y se ha tratado de suplir esa demanda a costa de la naturaleza.
En las grandes ciudades, entornos artificiales que hemos creado para subsistir, pensamos que la naturaleza y el medio ambiente es algo incluso secundario, pero gracias a las investigaciones de Mario Molina, pudimos identificar un problema, el cual tiene el potencial de destruir la vida como la conocemos, y a un tiempo casi justo para poder revertirlo.
La capa de ozono es uno de los elementos indispensables para la vida en la Tierra, puesto que esta una protección natural del planeta para absorber un gran porcentaje de la radiación ultravioleta que llega a la Tierra, permitiendo la vida, además de regular el clima, el movimiento de las masas de aire frío y caliente sobre los océanos y masas continentales, por lo cual debería de ser uno de los elementos más cuidados del planeta.
Desafortunadamente nuestra gran obsesión por tener energía nos ha llevado a crear energía de maneras contraproducentes, creando un agujero en la capa de ozono, un problema que puede causarnos una gran cantidad de problemas, y que tiene el potencial de extinguirnos como humanidad, y Mario Molina, fue el hombre detrás de la investigación para identificar este problema.
Mario Molina era un hombre curioso, y esa misma curiosidad fue la que lo llevó a uno de los más grandes descubrimientos del siglo pasado, puesto que el mismo Mario Molina indicó que su proyecto de investigación sobre el devenir de los clorofluorocarbonos en la atmósfera, fue simplemente impulsado por la curiosidad científica.
Al principio le costó trabajo a Molina y a Rowland, puesto que en 1974 se publicó una advertencia en la revista Nature sobre la creciente amenaza de los gases CFCs, y como estos amenazaban a la capa de ozono, y por supuesto, muchos investigadores los tildaron de locos, excesivos, siendo muy criticados, pero su constancia y su gran habilidad en este ámbito los llevó a ser reconocidos en varias reuniones de científicos a nivel internacional, hasta que el 11 de octubre de 1995, Molina y Rowland recibieron el premio Nobel de química por ser los pioneros en establecer una relación entre el agujero de ozono y los compuestos de cloro y bromuro en la estratosfera.
Igualmente, el 4 de diciembre, fueron premiados por el programa de la ONU para el Medioambiente (UNED) por su contribución a la protección de la capa de ozono.
En cuestión Molina descubrió uno de los más grandes problemas existentes para la vida humana, el agujero en la capa de ozono en la antártida formado por los CFCs, lo cual es un punto de partida para todas las investigaciones que buscan reparar este daño, y por otro lado, la concientización sobre el uso de esos gases que pueden ir desde el nivel industrial, hasta el cotidiano.
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