#InPerfecciones
Mucha nostalgia viene a nuestra mente cuando románticamente recordamos a López Obrador y sus cuates levantando la voz enérgicamente en contra de la militarización del país.
Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx
Decreto, decreto, decreto, el argumento favorito del Presidente cuando de resolver se trata, pero además de aquel argumento, el Jefe del Ejecutivo gusta de acompañarlo con su correspondiente botana, y vaya que las alegorías quedan a pedir de boca, porque en eso –en botana- ha convertido el Presidente al Ejército y la Marina en México, o lo que puede llamarse también “el ajonjolí de todos los moles” o esos “todólogos” que a pesar de estar en contra de las ocurrencias del Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, por simple disciplina militar, la opción es acatar si o si lo que se le venga en gana al Presidente con el afán de resolver como sea un problema que ni la Guardia Nacional ni Alfonso Durazo al frente de la Secretaría de Seguridad Ciudadana están cerca de mitigar.
Ni hablar en este momento de aquellos años que con mucha nostalgia vienen a nuestra mente cuando románticamente recordamos a López Obrador y sus cuates levantando la voz enérgicamente en contra de la militarización del país, cuantos datos pusieron en la mesa para señalar que cuando el ejército se hace cargo de labores de seguridad pública –para las que no fue diseñado-, los derechos humanos se vulneran con mayor frecuencia, que años aquellos en los que a colación venían los recuerdos del 68 y el 71 y Aguas Blancas –por nombrar algunos- para sustentar el rechazo de la presencia del ejército en las calles, sin embargo, queda muy claro que aquel tiempo solo quedó en el olvido, igual que la manera de percibir las acciones del gobierno desde la oposición –o algo parecido-, porque resulta que ahora que ya son Gobierno, ahora si se justifica la presencia del ejército en las calles, ahora si es una institución que “toda la gente respeta”, ahora si es salvaguarda de la soberanía nacional.
La entrega del control de las aduanas al Ejército y Marina por decreto, se suma al decreto para “apoyar” a la Guardia Nacional en labores de seguridad pública, a los trabajos en Santa Lucía, etc. como un elemento del que el Presidente echa mano cada que literalmente no sabe que hacer, sin voltear a evaluar a quien lo rodea y que evidentemente no está cumpliendo de manera efectiva con las tareas encomendadas. Las reflexiones en torno a las labores que desempeña el ejército actualmente en México, oscilan desde las más recalcitrantes que rechazan en su totalidad la presencia castrense en la vida civil hasta las que justifican estas labores olvidándose que los cuerpos de seguridad –civil- que se encuentran en activo -pero sin funcionar-, además de estar generando un gasto –inútil-, lo que están causando es lástima.
El problema no sería si el Presidente se abriera de capa para admitir que la actuación de las fuerzas de seguridad están rebasadas por la delincuencia y así justificar la presencia del ejército para estas labores, el problema es la negación y la intentona por diluir el tema lanzando lisonjas y bonitos pensamientos, al final el ejército tiene amor propio y el Presidente se está encargando de denostarlo con semejante subutilización, quizá terminemos viendo a soldados y cadetes sirviendo de meseros donde al Presidente le gusta pararse a comer durante sus eternos viajes de campaña.