Editorial

BUENOS VECINOS.

#InPerfecciones
La narrativa de la visita de López Obrador a Estados Unidos resulta compleja en términos de claridad, se habla tanto de dignidad que se delata la sumisión.

 

 

Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx

Supongamos por un momento que la visita de López Obrador a Estados Unidos efectivamente no corresponde a una orden de su homólogo Donald Trump, en términos “lópezobradoristas” podría resultar “mezquino” suponer que llegó la hora de comenzar a pagar los favores gringos para con México, sobre todo viéndolo desde un punto de vista electoral que beneficie a Trump que literalmente tiene las elecciones a la vuelta de la esquina.

 

¿Y para que están los amigos?, bien, pues queda claro que la presunción de que las buenas relaciones con el vecino del norte se encuentran como nunca ha dado resultados positivos, no hay exabruptos, no hay malas caras, vamos, hasta en la forma de colaborar con un apéndice del muro de Trump se nota la buena voluntad mexicana, al final, ¿para que están los buenos vecinos?.

 

Si todo está preparado –como debe de ser-, no hay nada de que preocuparse, ni por el viaje en vuelos comerciales, ni porque López Obrador no sepa hablar ingles –el idioma de los negocios-, vamos, ni por el COVID-19 habrá que preocuparse, total, si López Obrador carga con su detente, las nano partículas de cítricos y además no roba, no miente y no traiciona, no hay mejor momento para reunirse a celebrar la puesta en marcha del T-MEC, que aunque no contará con la presencia de Justin Trudeau, ni falta que hace, sobre todo si se atreve a desentonar usando cubre bocas en la foto oficial.

 

La ventaja de que López Obrador se haga acompañar por una parte del poder económico nacional es motivo de celebración, al menos durante la cena no habrá silencios incómodos cuando el Presidente mexicano le pida la sal a Salinas Pliego o a Carlos Hank en español, tampoco Donald Trump habrá de preocuparse si al hacer un comentario hilarante nadie vaya a reírse y por eso insisto, ¿para que están los cuates?. 

 

Lo que definitivamente no puedo dejar de pensar es si para el traslado hacia Estados Unidos, la comitiva del poder económico que asistirá al poder político viajará en primera clase o clase turista -como López Obrador- incluso podríamos pensar que el mensaje sería más poderoso si se hubieran aventado la puntada de viajar el autobús todos juntos compartiendo cantos para amenizar el trayecto, hubiera sido un derroche de dignidad llegar a una “no reunión” de estado con las piernas entumidas pero eso si, con todo el ánimo para celebrar la entrada en vigor del T-MEC.

 

La narrativa de la visita de López Obrador a Estados Unidos resulta compleja en términos de claridad, se habla tanto de dignidad que se delata la sumisión y la intención de una visita totalmente electorera, la postura frente al muro resulta tan tibia que todo parece dispuesto para el lucimiento de Trump a costillas de López Obrador, sin embargo, ¿qué puede salir mal?, al final, ¿qué tiene de complejo decir a todo que “yes”?.

 

#InPerfecto