#InPerfecciones
“Planta un árbol y estarás sembrando conciencia” –Anónimo
Maikel Ansted Hoffmann / @AnstedM
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A pesar de ser casi un tema obligatorio por tratar, creo que bien vale la pena insistir sobre el peligro por el cual está atravesando la Ciudad de México y que otras ciudades del país corren hacia él: la contaminación ambiental, justo esta semana, el 5 de junio es el Día Mundial del Medio Ambiente.
En estos últimos años se ha insistido a través de los medios, las redes sociales, influencers, etc., sobre este peligro, mismo que conocemos y que padecemos desde hace muchísimos años. Ya desde principios de los años setenta los habitantes del entonces Distrito Federal comenzaban a mostrar claros síntomas de envenenamiento por el smog: bronquitis crónica, conjuntivitis, etc.
Mucho se ha hablado en otros países sobre este tema y se ha señalado a nuestra ciudad como una de las más contaminadas del orbe, sin que a las autoridades llegue a preocuparles gran cosa; o al menos no se demuestra que así sea.
Nos estamos ahogando en esta ciudad y tal parece que a nadie le interesa el asunto más que por unos cuantos días. Parece que nos gusta protestar por etapas o por modas: que si el temblor, que si la crisis, hace unos días en Estado Unidos por el racismo, y, ya es hora que le toque el turno a la contaminación. Sin embargo, tal parece que este tipo de protestas funcionan como la válvula de una olla exprés. De vez en cuando el sistema fomenta la autocrítica como escape a las presiones internas y externas que padece, de tal forma que libera tensiones evitando así problemas más fuertes.
Esto puede funcionar quizá para cierto tipo de problemas políticos, sociales o económicos. Pero, y de aquí la gran preocupación que nos debe envolver a todos, la contaminación no es un problema como los antes mencionados. Este es un asunto que va más allá del punto de vista político. Poco importa si se pertenece al partido en el poder o a la oposición, la enfermedad y la muerte no distinguen credos políticos.
Otro aspecto de la contaminación que no se menciona tanto pero que es de igual proporción o aún mayor, es el ruido. No dudo que gran parte de la neurosis capitalina, en época “normal”, sea provocada por la descarga, fuera de lo soportable, de decibeles que a diario padecemos los capitalinos.
No nos queda mucho tiempo, o hacemos algo todos, o dentro de muy pocos años va a resultar imposible vivir dentro de esta gigantesca ciudad. Tarea que corresponde a todos los habitantes de la Ciudad de México, pero principalmente a las autoridades: es el momento de acabar con la principal causa de la contaminación: la tolerancia misma de las autoridades.
Es un tema muy importante y te recomiendo la encíclica del Papa Francisco sobre la ecología Laudato si´ http://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html
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Saludos, un abrazo virtual, mucha esperanza y paciencia.
#YoMeQuedoEnCasa