#InPerfecciones
Nadie está obligado a lo imposible y para el Presidente resulta imposible centrar sus acciones en dar resultados contundentes.
Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx
Sin duda alguna este sexenio es el sexenio de la redefiniciones, el cambio va permeando bajo los nuevos términos que se exponen en cada mañanera en la que el Presidente hace gala de un humor muy peculiar que ríe jocosamente mientras emite descalificaciones y amenazas sutiles a los adversarios que se ha inventado para nutrir un discurso que sigilosamente se va dirigiendo hacia su nueva moral, una moral que se presenta con términos sólidos y positivos como no mentir o terminar con la corrupción, pero, ¿a quien se le puede tomar en serio cuando para exponer su trabajo a la opinión pública tiene que justificarse por no poder entregar resultados positivos?, desde luego que es una pregunta retórica, como muchas otras preguntas y comentarios que evidentemente por la poca tolerancia a la crítica han comenzado a molestar a un López Obrador que es muy creativo para ajustar su discurso por la carencia de argumentos, pero que desgañita cuando la popularidad baja y las criticas crecen.
Nadie está obligado a lo imposible y para el Presidente resulta imposible centrar sus acciones en dar resultados contundentes y cerrarle la boca a todos esos detractores “conservaduristas” que intentan golpear como nunca al Gobierno –a decir de López Obrador- para desestabilizar, etc., etc., etc. De este modo el Presidente plantea revisar y pedir información a las diferentes plataformas digitales para saber quienes son todos esos que se burlan de sus burlas, todos esos que ponen el dedo en la yaga y fustigan su moralidad, todos esos que le cuestionan la presencia de personajes como Manuel Bartlett en su administración ocupando un cargo tan importante como la CFE y que con el afán de justificar semejante pago de favores ha utilizado a la Secretaría de la Función Pública para canonizarlo, todos esos que les resulta ininteligible la presencia de un ingeniero agrónomo al frente del muerto viviente nacional más representativo –PEMEX-; de ese modo el Presidente es como le da importancia al trabajo que debe de realizar y que podemos coincidir en que no es confrontándose sino atendiendo la larga lista de pendientes nacionales.
De toda la crítica que se hace diariamente, lo deseable sería que nada trascendiera y se diluyera entre los resultados tan prometidos, pero no, ahora nos encontramos con esas redefiniciones que según el evangelio de la 4T deberán sustituir al Producto Interno Bruto –PIB-, y al crecimiento por bienestar y desarrollo, pero lo más interesante es el cambio de lo material por lo espiritual. De verdad ¿estamos viviendo todo esto? O solo es un mal sueño en el que un demagogo esquizofrénico está convencido que lo corrupto después de su bendición ha quedado perdonado por decreto. Desafortunadamente al catálogo de redefiniciones de la 4T tenemos que agregar la redefinición de la figura presidencial, que constitucionalmente lo es pero que en la práctica no es ni la sombra de lo que presumía ser.