#Sexualidad
La crónica de una marcha #8m, el recorrido de un trayecto marcado por el dolor, el coraje, la valentía de sentirse mujer, contado por una artista visual.
Cristina Béjar.
rosario.aguilar@inperfecto.com.mx
Quedé de verme con unas amigas, nos reuniríamos con un contingente de poetas. Llegué temprano, como de costumbre. Comencé a recorrer la plancha del monumento a la Revolución, tomaba fotografías de algún contingente y cosas que iba viendo. Pasé por un grupo en el cual unas mujeres escribían con pintura blanca, sobre una manta de color negra con verde: “La que quiera quemar, que queme. La que quiera romper, que rompa. Y la que no, que no estorbe”. Pensé: ellas van con todo. Me encontré con otro contingente, “Mujeres en la música”, se veía que está bien organizadas, tenían una lista de asistencia, se ponían un sello en la mano, dieron la instrucción de escribirse en el antebrazo su nombre,
un teléfono de emergencia y alguna alergia que padecieran. Les pedí su plumón indeleble y escribí sobre mi piel. De pronto se comenzaron a escuchar sonidos de golpes muy fuertes, primero pensé en una pequeña explosión, comencé a ver el rostro de las personas y se comenzaron a escuchar tambores y gritos de alegría, me acerqué, era un contingente de Greenpeace. Tenían que hacer ruido. Me encontré con otro contingente, “Las Blanquis” les digo yo, porque si recuerdo bien, gritaban algo como: las blanquis, las blanquis, también es nuestra lucha…. o algo así. No sabía que los contingentes iban por colores de piel. Dejaron
de gritar y de su lado izquierdo venía otro grupo “Mujeres indígenas”, todas gritaban a su alrededor. Veíamos como dos mujeres que encabezan el contingente encendían dos zahumadores que llevaban y cada una se colocaba en extremos opuesto de la lona con el nombre del contingente y su lucha. Poco después venían unas cruces rosas. Todas les abrieron paso, muchas gritaban eufóricamente y aplaudían, algunas gritaban ¡No están solas! Yo no sabía muy bien de que se trataba, pero escuche a alguien que dijo: – son las de las asesinadas. Llegó primero un carro con bocinas y una mujer venía hablando mientras caminaba junto con otros que cargaban la lona, las cruces y retratos de mujeres fallecidas.
Ellas encabezaron la marcha. Jamás he visto tal cosa, volteé y todas a mi alrededor lloraban.
Incluso yo por un momento. Cuando menos me di cuenta estaba perdida. Me puse mi sombrero y me uní al contingente de “Mujeres en la música”. Ellas traían una lista de frases, escuché a una de ellas decir que no estaba de acuerdo con algunas consignas, otra le contestó: – estas fueron las frases que todas propusieron y se votaron por estas. Entre ellas
estaban:
– ¡Con falda o pantalón respétame cabrón!
– ¡No fue suicidio, fue feminicidio!
– ¡Mujer, hermana, si te pega no te ama!
– ¡Despídete de tu verga violador de mierda!
– ¡Verga violadora a la licuadora!
– ¡La que no brinque es macho!
– ¡No fue un crimen pasional, fue un macho patriarcal!
– ¡Aplaudan, aplaudan no dejen de aplaudir, que el pinche machismo se tiene que
morir!
¡Contra el Vaticano, placer clitoriano! ¡Contra el capital, placer anal!
– ¡El estado no me cuida, me cuidan mis amigas!
– ¡Mujeres contra el estado, mujeres contra el capital, mujeres contra el machismo y el terrorismo neoliberal!
– ¡Aplaudan, aplauda, no dejen de aplaudir, que el pinche machismo se tiene que
morir!
– ¡Si el papá fuera mujer, el aborto ya sería ley, si el papá fuera mujer, el aborto ya sería ley! ¡Basta de patriarcado! ¡Y que nos digan lo que hay que hacer! ¡Aborto libre y gratuito, para que decida cada mujer!
– ¡Si tú pasas por mi casa y tú ves a mi mamá, tú le dices que venga a la marcha, que se haga lesbiana y deje a mi papá, tú le dices que venga a la marcha, que se haga lesbiana y deje a mi papá!
– ¡Eres popo, eres popo, eres popo, policía violador!
– ¡No, no, no, no, no es un hecho aislado, los feminicidios son crímenes de estado!
– ¡No! ¡que no! ¡que no! ¡Ya te dije que no! ¡Respétame cabrón! Mi cuerpo es mío.
De todas, únicamente escuché como tres en mi estancia con ellas y una canción que supongo ellas compusieron, era como un corrido, pero dirigido al estado con relación a los feminicidios.
Mientras caminábamos, de la parte de enfrente, comenzaron a circular hacia atrás pañuelos verdes estampados con lo siguiente: #AbortoparatodoMéxico en la parte de arriba, dos manos de mujeres entrelazadas, una con un pañuelo amarrado en la mano, la otra con un
tatuaje de flores, en la parte de en medio y debajo de este la frase #Abortolegalya. Me sentí como en ese momento incómodo en el que vas a una fiesta y comienza a correr droga, es tu turno, pero tú quieres pasar. No sabía que hacer muy bien con ese pañuelo, ya que estoy a favor del aborto por violación, pero por lo demás, creo que ya es cuidado de los dos. Lo guardé a pesar de las miradas y comentarios. Seguimos avanzando, los contingentes iban
en medio de la calle, los mirones estaban a los costados, en las banquetas; fotógrafos y reporteros nos grababan y fotografiaban. Llegamos al caballito de reforma. Delante de mí iban mujeres con los brazos entrelazados, mujeres de edad avanzada, jóvenes, un niño y su mamá subidos en un escúter, mujeres con tatuajes, sin ellos, mujeres con los cabellos pintando de naranja, rojo, rosa, verde, blanco; mujeres de distintos colores de piel, todas unidas y marchando por una misma causa. ¡Mujer, hermana, si te pega no te ama! ¡No, que no, que no, ya te dije que no, mi cuerpo es mío! ¡Con falda o pantalón, respétame cabrón!
Cuando sentí que el terreno era seguro me salí y comencé a hacer mi recorrido por fuera.
Me topé con diferentes contingentes, en uno de ellos llevaban una estructura como a manera de una carpa de carrusel, nada más que de su punta se desprendían líneas de cuerda, las cuales eran sujetadas en los extremos por distintas personas, en las líneas había pegados rectángulos de tela de colores que tenían diferentes escritos, no pude leer ni una de ellas. Se ve que le invirtieron y le dedicaron tiempo. En este mismo contingente había una señora mayor y muy bien arreglada en una silla de ruedas, fue la única persona en silla
de ruedas que vi en mi recorrido. Llegué al hemiciclo a Juárez, de pronto se comenzaron a escuchar golpes como a una lámina, había mujeres policía alrededor de una cerca que cubría el hemiciclo, vi que algunas comenzaban a recorrerse, fui atrás de ellas, unas chicas (me parece que eran como dos o tres) estaban golpeando la lámina con un martillo. Las policías abrieron los extintores y las rociaron cual mosquitos. Seguí mi recorrido y mientras caminábamos se prendían en al camino bengalas de color violeta en las banquetas. Llegué
a Bellas Artes, hice una pequeña parada en el antimonumento por feminicidios, enfrente de este había un templete en donde quién quisiera se podía subir a denunciar los abusos que había recibido por parte de algún hombre o autoridad.
También se anunció que había una niña perdida de 14 años, sus papás la estaban buscando.
Seguí el recorrido y justo pasando el eje, se comenzaron a escuchar unos gritos de victoria, eran unas chicas que estaban derribando una cerca de metal que cubría un edificio que está en la esquina de Eje Central y Av. 5 de mayo, justo en frente o al lado, depende de donde se vea, del edificio de los azulejos. Me quité el sombrero, me puse rápidamente mis lentes oscuros, me cubrí la cabeza y el rostro a manera de un pasa montañas y avancé. Habían derribado la cerca, subieron las escaleras y comenzaron a saltar, a subir los brazos en son de victoria y a gritar eufóricamente. Abajo se escuchaba: ¡Fuimos todas, fuimos todas! Otras gritaban ¡Sin violencia, sin violencia! Algunas mujeres comenzaron a subir y escalar por las láminas, otras por las escaleras, abrazaban a las que habían derivado las láminas, hombres y mujeres estaban fotografiando y filmando. Algunas mujeres se pintaban las manos de rojo y las dejaban grabadas en el piso, cual estrellas de Hollywood. Seguí mi recorrido con estas
chicas. No sé si iba atrás de ellas, en medio o con ellas. Los contingentes iban a nuestro lado izquierdo. Mientras caminábamos hacia el Zócalo estás chicas que supuse venían de un CCH, (porque varias de ellas escribían en las paredes sus denuncias refiriéndose a este) llevaban ya preparados sus esténciles o plantillas para pintar con aerosol, iban rayando paredes, rompían vidrios, golpeaban cortinas de negocios… eso sí, no agredían a nadie, las mujeres policías simplemente les decían: – Sigue avanzando y las retiraban del lugar. Una de ellas estaba rompiendo unos cristales de un edificio que se veía bastante antiguo, cuanto me dolió eso, otras rayaban las paredes de los edificios, muchos de ellos antiguos, yo pensaba:
– pobre de la persona que ocupa este local, pobre del que tenga que pagar todo esto, bueno… después de todo creo que lo pagaremos todos. Era un grupo bastante reducido, ¿quizá unas 10 personas máximo? Una de ellas le preguntó a otra que traía una máscara de conejo ¿rompemos esto? Al lado gritaban ¡Fuimos todas, fuimos todas! ¡Sin violencia, sin violencia! Todo ese lado de la cera lo rayaron, una de ellas quiso romper un semáforo con un martillo, pero no pudo, la chica con máscara de jirafa, le dijo: – es plástico déjalo. De pronto todo aquello me pareció demasiado aburrido.
Seguimos caminando y justo en la esquina antes de cruzar para la plancha encendieron una bengala de color morado, se comenzaron a organizar. Las dejé y seguí mi recorrido hacia el Zócalo…
Continuará…