#InPerfecciones
Si dijeron o no, si sabia o no, si pueden o no, es lo de menos, toda vez que ya “transparentaron” con la crónica de un operativo fallido los “pininos” del Gabinete de Seguridad.
Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx
El Gabinete de Seguridad detalló el día de ayer paso a paso el operativo del pasado 17 de octubre donde se llevó a cabo una visita de cortesía al hijo del Chapo Guzmán en su casa de Culiacán. Como se dice de manera coloquial “con pelos y señales” pormenorizaron cada momento en una relatoría digna de exposición escolar. Todo para “transparentar” los hechos ocurridos en aquel operativo que por la cantidad de especulaciones, dichos y “desdichos” que fueron y vinieron entre el Presidente y el titular de la Secretaría de Seguridad Alfonso Durazo, lo menos que provocaron fue un sentimiento entre alarma e indignación, en un fenómeno que tenemos a bien conocer como “teléfono descompuesto”, lo que sin lugar a dudas debería dejarnos muy tranquilos debido a que tuvieron la decencia de por fin ponerse de acuerdo para salir a decir “su verdad”.
Pero tampoco debería ser sorpresa ni causa de indignación que el Presidente y su Gabinete digan mentiras, finalmente ¿qué sería de un político o un funcionario si en su manual de procedimientos del buen político no existiera el apartado de mentiras oficiales?. El presidencialismo está más presente que nunca, ese discurso en el que la última palabra la tiene el Presidente se pone de manifiesto con cada toma de decisiones y con cada mañanera a la que se suma una cantidad monumental de paja en la que hay que escarbarle para encontrar la claves.
Quizá el menos culpable del operativo en Culiacán sea precisamente el mismo Gabinete de Seguridad, o la Guardia Nacional, ya que no podemos exigirles que den resultados contundentes si como lo dijo Alfonso Durazo, están en proceso de maduración, así que todo error o ridículo en el que se vean envueltos tendrá la justificante de ser parte de un proceso de aprendizaje teórico-práctico digno de un modelo educativo del más alto nivel, solamente así se puede entender que el operativo en Culiacán haya sido un rotundo fracaso.
Temas como el “humanismo” del Presidente, si sabia o no del operativo, si la visita la organizó la DEA, si la Policía Federal –que ya no existe- tuvo culpa, etc. con la presentación de ayer han quedado solventadas mágicamente las dudas, pero como no es posible que el Presidente se mantenga lejos del ojo del huracán, pues no desaprovechó la oportunidad de echarle en cara a los medios –por enésima vez- que los trataron mal “enseñando el cobre”, y con el afán de conseguir la nota se le fueron al cuello difundiendo y exagerando lo ocurrido –que insensatez-. Quizá el problema es de los medios y de quienes piden explicaciones porque con nada nos tienen contentos, cuando no nos explican refutamos y cuando lo hacen también, entonces si, el problema es de nosotros por no entender que el presidencialismo en su tradicionalismo más puro está obligado a explicar pero no a decir la verdad.