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EN BÚSQUEDA DE LOS MAESTROS MARCO VITRUVIO POLIÓN parte 5

#Arquitectura
…las torres deben elevarse por encima de los muros, con el fin de que desde las torres, a derecha y a izquierda, los enemigos puedan ser heridos desde ambos lados con armas arrojadizas…

 

 

 

Carlos Rosas C / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

 

 

La fortificación militar y el análisis de los vientos dominantes hacen su aparición en los Diez Libros de Arquitectura de Vitrubio Polión en los que nos hace una exposición magnífica de todos los elementos que deben tomarse en cuenta para su desarrollo, dejando claro que en el oficio de la arquitectura la estrategia militar tambien va de la mano con el contexto climatológico.

 

LIBRO PRIMERO

Capítulos 5 y 6

“CONSTRUCCIÓN DE MURALLAS Y TORRES”

 

Por tanto, siguiendo estas normas conseguiremos unas condiciones favorables de salubridad para construir las murallas. Cuando se hayan elegido terrenos fértiles para la alimentación de la ciudad, cuando se logre un transporte fácil hacia las murallas bien mediante caminos protegidos, o bien por la situación ventajosa de los ríos, o bien por puertos de transporte marítimo, entonces deben excavarse los cimientos de las torres y murallas, de modo que se ahonde en tierra firme, si se puede encontrar, y con una profundidad que guarde relación con la magnitud de la construcción, siempre de un modo razonable; su grosor será más ancho que el de las paredes que se vayan a levantar sobre tierra y la cavidad que quede se rellenara con un compuesto lo más sólido y consistente posible.

(TIPOS DE CIMENTACIÓN PARA MUROS FORTIFICADOS 1769)

Igualmente, las torres deben elevarse por encima de los muros, con el fin de que desde las torres, a derecha y a izquierda, los enemigos puedan ser heridos desde ambos lados con armas arrojadizas, cuando intenten acercarse violentamente a la muralla. Sobre todo, debe ponerse la máxima precaución en que el acceso para que  asaltar el muro sea difícil; se ha de pensar la manera de rodear el perímetro con precipicios de forma que los corredores hacia los portalones no sean directos, sino orientados hacia la izquierda. Si se realizan de este modo, el lado derecho de quienes se acerquen, al no estar protegido por el escudo, quedará al descubierto.

(RECINTO FORTIFICADO CON TORRES)

Las fortalezas no deben tener forma rectangular, ni tampoco ángulos salientes, sino que su forma será circular, con el fin de observar al enemigo desde distintos puntos. Las torres construidas con ángulos salientes son difíciles de defender, pues tales ángulos protegen más y mejor al enemigo que al habitante de la fortaleza. En mi opinión, el grosor de la muralla debe alcanzar tal anchura que al encontrarse hombres armados, por la parte superior, puedan adelantarse unos a otros sin ninguna dificultad. Se colocarán numerosos tablones alargados de madera de olivo endurecidos al fuego, de manera que ambos frentes de la muralla queden unidos por estos tablones entre si, como si fuera con unas grapas, logrando una consistencia muy resistente. Se trata de una clase de madera que no se daña ni por la carcoma, ni por el mal tiempo, ni por el paso de los años, sino que se mantiene en pleno vigor larguísimos años sin ninguna clase de defecto, aunque la enterremos o incluso la sumerjamos en agua.

 

Así pues, tanto la muralla como los cimientos y – todas las paredes que se vayan a levantar, tendrán la anchura del muro y, unidas de esta forma, no se estropearán ni corromperán durante mucho tiempo. Las distancias entre las torres deben establecerse teniendo en cuenta que no estén tan alejadas una de otra que no puedan alcanzarse por una flecha, con el fin de que si una torre es atacada, sea posible rechazar a los enemigos desde las otras torres, que quedan a derecha e izquierda, mediante escorpiones u otra clase de armas arrojadizas. Frente a la parte más interior de las torres, deben abrirse en el muro unos espacios a intervalos, que sean equivalentes a la anchura de las torres, de modo que los accesos, entre las partes interiores de las torres, queden enlazados con planchas de madera y no de hierro. Así, si el enemigo se apoderara de alguna parte de la muralla, los defensores cortarán la madera y, si lo hacen rápidamente, impedirán que el enemigo penetre en las otras partes de las torres y de la muralla, salvo que éste decida lanzarse al precipicio.

(TIPOS DE CIMENTACIÓN PARA MUROS FORTIFICADOS 1729)

Las torres deben ser redondas o poligonales, pues si son cuadradas las máquinas de guerra las destruyen con toda facilidad, ya que los arietes rompen sus ángulos con sus golpes; pero si son circulares, con piedras en forma de cuña, aunque golpeen su parte central no pueden dañarlas. Las fortificaciones del muro y de las torres resultan mucho más seguras y eficientes si las amplificamos con toda suerte de materiales, de tierra de relleno, pues ni los arietes, ni las minas, ni las máquinas de guerra son capaces de dañarlas. No debe utilizarse tierra de relleno en cualquier lugar, sino únicamente en lugares que estén dominados por algún montículo por el exterior desde donde, con toda facilidad, hubiera acceso para atacar las murallas. En tales lugares deben cavarse unas fosas que tengan la mayor anchura y profundidad posible; posteriormente se excavarán los cimientos de la muralla dentro de la cavidad de la fosa, con una anchura suficiente para soportar sin dificultad toda la presión de la tierra.

(REPRESENTACIÓN GRÁFICA DE TRABAJOS DE FORTIFICACIÓN
1729)

También, en la parte interior de los cimientos se construirá otro, que diste de la parte exterior un espacio suficiente donde puedan situarse unas cohortes en formación de combate, para actuar como defensa, ocupando toda la anchura de la tierra de relleno. Cuando los cimientos guarden entre sí esta distancia, entre ellos se colocarán otros transversales, unidos al muro exterior y al interior y colocados en forma de peine, como dientes de una sierra. Actuando así, el peso de la tierra quedará dividido en pequeñas partes y el volumen total no podrá deshacer los cimientos de la muralla bajo ningún concepto.

(PLANTA EJEMPLO PROPUESTA DE FORTIFICACIÓN 1856)

“DIVISIÓN DE LAS OBRAS EN EL INTERIOR DE LAS MURALLAS”

 

Una vez terminadas las murallas circunvalantes, en su interior haremos la distribución de su superficie, plazas y callejuelas en dirección hacia los cuatro puntos cardinales. Esta distribución se trazará correctamente, en el supuesto de que los vientos no afecten de modo perjudicial a las callejuelas, pues si son fríos ocasionan daños; si son cálidos, provocan verdaderas alteraciones, y si son vientos húmedos, causan serios inconvenientes. Por ello, parece que debe evitarse y anularse este posible fastidio, con el fin de que no suceda lo que suele pasar en muchas ciudades.

 

En la isla de Lesbos se encuentra la ciudad de Mitilene, magníficamente construida con gran belleza, pero ubicada de un modo muy imprudente. Por ello, los habitantes de esta ciudad caen enfermos cuando sopla el viento del sur; si sopla el viento del noroeste o de poniente, empiezan a toser, pero cuando sopla el viento del norte recuperan su buen estado de salud, mas no pueden permanecer ni en las callejuelas ni en las plazas, ya que el frío es muy intenso.

(FORTALEZA DE MITILENE EN LESBOS)

Se define el viento como una agitación del aire que sopla con movimientos variables. El viento surge cuando el calor choca contra la humedad y el golpe de su acción hace salir la fuerza y violencia del aire. Podemos observar que es así a partir de unos vasos de bronce, llamados eolipilas (El matemático Herón de Alejandría (siglo I a.C.) fue el inventor de estas esferas huecas y metálicas); mediante este invento artificioso podemos averiguar la realidad de las ocultas estructuras del cielo. En efecto, las eolipilas son instrumentos cóncavos de bronce con un cuellecillo muy angosto por el que se vierte agua; posteriormente se colocan al fuego. Antes de calentarse, no emiten nada de aire, pero en cuanto empieza a hervir el agua arrojan un aire muy impetuoso. Así podemos formarnos una opinión sobre los grandes e inmensos secretos del cielo y de los vientos, a partir de un pequeño y muy insignificante ingenio.

(EJEMPLO DE EOLIPILA)

Si es posible alejarse de los vientos perjudiciales, se logrará un lugar salubre para los hombres sanos y robustos, y también, para quienes padezcan alguna enfermedad, que en otros lugares salubres lograrán su curación con medicamentos o antídotos, pero en estos lugares sanarán más rápidamente por el poder calorífico de los vientos, ya que hemos excluido los vientos incómodos. Las enfermedades que se curan con dificultad en las regiones anteriormente descritas son: faringitis, tos, pleuritis, tisis, vómitos de sangre y otras, que solamente se curan ingiriendo remedios, pero no mediante purgas. Son enfermedades difíciles de curar, pues se originan por el frío y además porque, debilitadas las fuerzas de la persona afectada por la enfermedad, el aire se encuentra convulsionado y atenúa o debilita sus cuerpos, debido a las fuertes sacudidas de los vientos, que extraen la fuerza vital de tales cuerpos enfermos y acaban consumiéndolos. Por el contrario, al soplar el aire suave y denso que no posee abundantes flujos y reflujos, debido a su estática inmovilidad, reconforta y rehabilita los miembros enfermos.

 

A muchos autores les satisface clasificar los vientos exclusivamente en cuatro: al que procede del oriente, equinoccial lo llaman Solano (viento de levante); al que sopla desde el mediodía, Austral (viento del sur); al del occidente equinoccial lo llaman Favonio (céfiro o viento de poniente); al que procede del septentrión, lo llaman Septentrión (viento del norte). Pero los autores que investigaron con más rigor nos dicen que los vientos son ocho; destacaremos a Andrónico de Cirrestres, quien levantó en Atenas, como demostración, una torre de mármol octogonal y en cada uno de sus laterales cinceló unas imágenes que representaban a cada uno de los vientos, frente a la dirección de cada uno de ellos; sobre la torre colocó una columna cónica, también de mármol y sobre ella dispuso un Tritón de bronce, que en su mano derecha extendida llevaba una vara; estaba situado de tal manera que giraba por acción del viento y siempre terminaba por quedarse quieto frente a la dirección del viento; con su vara indicaba la dirección, situándola encima de la imagen del viento en cuestión. Así, entre el viento Solano y el viento Austral situó el Euro, que sopla desde el levante; entre el Austral y el Favonio, interpuso el viento Ábrego, que procede del sudoeste; entre el Favonio y el Septentrión, el Cauro que muchos llaman el Coro. Y entre el Septentrión y el Solano, situó el Aquilón.

(TORRE DE LOS VIENTOS DE ANDRÓNICO DE CIRRESTRES)

Da la impresión que han sido denominados así con el fin de que su numero incluya los nombres y las regiones de donde soplan las corrientes de los vientos. Como este tema lo tenemos muy investigado y como hemos descubierto las zonas y los orígenes de los vientos, procederemos de la siguiente manera: se colocará un cuadrante de mármol en medio de la ciudad, perfectamente nivelado, o bien alisaremos un lugar y lo nivelaremos de modo que no sea preciso el cuadrante; sobre su parte central, en el medio, se colocará un gnomon de bronce, como indicador de la sombra en griego, sciotheres. Aproximadamente unas cinco horas antes del mediodía se marcará el extremo de la sombra del gnomon, que señalaremos con un punto; después, con ayuda del compás, situado junto al punto que señala la longitud de la sombra del gnomon, trazaremos una circunferencia. Debe observarse, igualmente, la sombra creciente del gnomon después del mediodía y, cuando dicha sombra alcance la línea trazada por el compás y se iguale con la sombra de antes del mediodía, allí mismo debe señalarse otro punto. Desde estos dos puntos, con el compás trazaremos una figura en forma de aspa y por el punto donde se corten las dos líneas del aspa, exactamente por ese punto, debe trazarse una línea hasta el extremo, y así quedarán señaladas tanto la parte o región meridional como la septentrional.

 

A continuación, debe tomarse la decimosexta parte de la circunferencia y debe situarse el centro de la línea meridional donde corta la circunferencia; desde allí señalaremos a derecha y a izquierda en la misma circunferencia dos puntos: el de la parte meridional y el de la septentrional. A continuación, desde estos cuatro puntos se trazarán unas líneas por el centro donde se juntan los dos trazos del aspa, desde un extremo hasta el otro extremo. Así, la indicación del austro y del septentrión ocuparán una octava parte cada uno. Las partes restantes, tres a la derecha y tres a la izquierda, deben distribuirse por igual en la totalidad de la circunferencia, con el fin de que queden plasmados en el gráfico unos espacios iguales para los ocho vientos. Siguiendo los ángulos, entre las dos zonas de los vientos, se alinearán los trazados de las plazas y de las calles. Siguiendo esta estructuración descrita, los vientos perjudiciales quedarán excluidos de las viviendas y de las calles.

(DENOMINACIÓN DE LOS VIENTOS Y ORIENTACIÓN DE TRAZA
URBANA)

Efectivamente, cuando las plazas se dispongan directamente frente a la dirección de los vientos, la intensidad del viento continuo se extenderá desde el cielo abierto con fuerte violencia y se potenciará al estar encerrado en las angostas callejuelas. Por ello, es necesario orientar los barrios atendiendo a las direcciones de los vientos, con el fin de que al llegar a las esquinas de los bloques de casas se debiliten y, repelidos, terminen disipándose.

 

Quizá no salgan de su asombro quienes hayan conocido muchos más nombres de vientos, dado que nosotros simplemente hemos hablado de ocho vientos. Ahora bien, si observan el giro de la Tierra siguiendo el curso del Sol y las sombras del gnomon equinoccial según la inclinación del cielo, ya Eratóstenes de Cirene, apoyándose en argumentos matemáticos y en métodos geométricos, descubrió que dicho giro mide 252.000 estadios, que equivalen a 31.500.000 pasos; ahora bien, la octava parte de este total, que es la que ocupa una clase concreta de viento, medirá 3.937.500 pasos, por lo que no deberán asombrarse si un solo viento, al propagarse en un espacio tan amplio, logra diversas orientaciones en su dirección, al desviarse y al replegarse. Así pues, a la derecha e izquierda del Austro normalmente soplan el Leuconoto y el Altano; a la derecha e izquierda del Africo, el Libonoto y el Subvespero; acompañando al Favonio suele soplar el Argestes (viento de poniente) y, en ocasiones, los vientos etesios; junto al Cauro, el Circias y el Coro; el Septentrión sopla acompañado con el viento de Tracia y el Gálico; a derecha e izquierda del Aquilón, el viento del Adriático y el Cecias; al viento Solano lo acompañan el Carbas y, en ocasiones, el Omitias (vientos septentrionales); cuando el Euro ocupa la parte intermedia, a sus lados soplan el Eurocircias y el Volturno. Todavía se dan otros muchos nombres a los vientos que proceden de ciertos lugares muy concretos, o bien de los ríos o de los montes castigados por las tormentas. Además, podemos enumerar también a las brisas del amanecer cuando el Sol, emergiendo desde la parte subterránea, va absorbiendo la humedad del aire; al irse elevando el Sol, con sus rayos paulatinamente hace brotar las brisas con el viento prematutino.

 

Los vientos que se mantienen al salir el Sol poseen las características del viento Euro y, precisamente por esto, todo lo que nace de las brisas los griegos lo llaman euros; y al día de la mañana siguiente, debido a las brisas del amanecer, lo denominan aurion. No obstante, algunos autores niegan que Eratóstenes haya sido capaz de deducir la auténtica y verdadera medida de la Tierra. Bien sea cierta su medición o bien no lo sea, nosotros podemos definir los verdaderos límites de las distintas regiones de donde surgen los vientos. Por tanto, si las cosas son realmente así, solamente se delimitará la auténtica medida de la zona de los vientos donde soplan y se elevan con mayor o menor violencia.

(DEDUCCIÓN GRÁFICA DE LA MEDIDA DE LA TIERRA SEGÚN
ERATÓSTENES)

Puesto que hemos ofrecido una breve explicación, con el fin de que todo se comprenda sin grandes dificultades, me ha parecido bien plasmar en el último libro las dos figuras de los vientos, lo que los griegos llaman schemata: una representa y describe el origen de algunos vientos concretos y la otra muestra el modo de ubicar las casas y las plazas para evitar los vientos perjudiciales. En una planicie perfectamente allanada colocaremos un punto central, que denominaremos con la letra A; la sombra de la hora matinal antes del mediodía que proyecte el gnomon la señalaremos con la letra B, y desde el punto central (A) abriremos el compás justo hasta la letra B, desde donde trazaremos una circunferencia. Colocando de nuevo el gnomon donde había estado antes, debe esperarse, mientras la sombra va decreciendo, hasta que logre igualar la sombra de la hora posterior al mediodía con la sombra anterior al mediodía y entonces alcanzará la línea de la circunferencia, que representaremos con la letra C.

(EJEMPLO DE USO DE UN GNOMON)

Desde el punto B y desde el punto C descríbanse con exactitud unas circunferencias y el punto de intersección lo representaremos con la letra D; a continuación, por el punto donde se cortan las líneas en forma de aspa y por el mismo centro donde está la letra D, trácese una línea hasta el extremo y, en esta línea, situaremos las letras E y F. Esta línea (E-F) será la que indica la división del mediodía y del septentrión. Con ayuda del compás debe tomarse una decimosexta parte de toda la circunferencia y debe colocarse la punta del compás en la línea meridiana, que está tocando la circunferencia, donde hemos señalado la letra E, y, a derecha y a izquierda, señalaremos las letras G, H. Igualmente, en la parte septentrional debe colocarse de nuevo la punta del compás en la línea septentrional de la circunferencia, donde está la letra F, y, a derecha e izquierda, marcaremos las letras I, K; desde la letra G hasta la letra K y desde la letra H hasta la letra I, trácense unas líneas pasando exactamente por el centro.

De esta forma, el espacio que queda entre las letras G y H será el espacio que corresponda al viento austral y a la parte meridional; el espacio que media entre las letras I y K será el espacio del viento del septentrión. Las restantes partes deben dividirse por igual en tres a la derecha y tres a la izquierda: las partes orientadas al este tendrán las letras L, M, y las del oeste las letras N y O. Con toda precisión deben trazarse unas líneas desde el punto M hasta el punto O y desde el punto L hasta el punto N. Así obtendremos exactamente iguales los ocho espacios que corresponden a cada uno de los vientos, en toda la circunferencia.

Cuando todo quede plasmado de esta manera, en cada uno de los ángulos del octógono, si empezamos desde el mediodía, en el ángulo que aparece entre el Euro y el Austral, hallaremos la letra G; entre el Austral y el Abrego, en su ángulo, estará la letra H; entre el Abrego y el Favonio, la letra N; entre el Favonio y el Coro, la letra O; entre el Coro y el Septentrión, la letra K; entre el Septentrión y el Aquilón, la letra I; entre el Aquilón y el Solano, la letra L; entre el Solano y el Euro, la letra M. Una vez realizado de esta manera, colóquese el gnomon entre los ángulos del octógono y de esta forma se trazaran las distintas direcciones de las calles de la ciudad.

#InPerfecto

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