#InPerfecciones
Los conciertos en apoyo y en oposición al régimen de Nicolás Maduro se convirtieron en una provocación diplomática que dejó de lado la posible solución a la venidera crisis humanitaria en Venezuela.
Carlos Rosas C.
El tamaño del conflicto en Venezuela no es lo suficientemente claro, por un lado es inevitable opinar de manera contraria cuando en cualquier clase de medio observamos discursos, videos, entrevistas, y documentales que hablan de la crisis humanitaria en aquel país del cono sur, no somos insensibles a ver una situación donde la pobreza y la falta de abasto básico mantiene en un estado de desesperación a la población venezolana, se ha dado cuenta del éxodo de personas que huyen a las fronteras en búsqueda ya no de mejorar su situación, mas bien de sobrevivir, está claro que estas escenas que hemos visto a lo largo por lo menos de los últimos cincuenta años en los que los sistemas de gobierno implementados han arrojado escenas muy duras del sufrimiento de muchos ciudadanos que han tenido que pagar los platos rotos de sistemas erróneos de políticas económicas.
Sin embargo, el conflicto venezolano se ha mediatizado de tal manera que la competencia entre los opositores y los defensores del régimen de Nicolás Maduro tiene más tintes de telenovela que de una realidad fehaciente, ya que resulta totalmente lógico que se sienta indignación por ver el éxodo de familias que huyen de la pobreza y la represión, pero resulta que también el sentimiento de indignación se replica cuando del otro lado se observan las argumentaciones también sólidas sobre el bloqueo económico y las intenciones por controlar las reservas petroleras de Venezuela, aspecto que ha generado una problemática inevitable que desde luego y como siempre afecta a la población.
Es cierto que en tiempos donde nos jactamos de vivir bajo el intento de implementar un sistema democrático mundial, la hipersensibilidad que generan imágenes o relatos emanados de lo que se considera una dictadura no tienen cabida en el razonamiento generalizado. Sin embargo, la postura contradictoria que se ubica sobre la intervención militarizada para “liberar” a un país de un régimen dictatorial nos debe remitir a esas imágenes de destrucción que han dejado asolados los países intervenidos.
El pasado fin de semana que se realizaron multitudinarios conciertos en apoyo y en oposición al régimen han encendido los ánimos porque lejos tener el espíritu de ayudar a la población, han sido solamente actos de provocación diplomática que ni ayudaron ni solucionaron, lo que deja muy claro que la situación es tan tensa que parece que la única salida es una intervención militar o una guerra civil que exhibirá la ineficiente capacidad diplomática de ambas partes que se niegan a poner una mínima intención de solucionar un conflicto que tal parece nada tiene que ver con la solución crisis humanitaria, pero que todo tiene que ver con una intención meramente económica, y entre la necedad y el ultimátum los únicos perdedores serán siempre la población y la soberanía de los países.
#InPerfecto