1968 EN LA MEMORIA DE MÉXICO.
Hay una parte de la historia que duele, pero que el mismo tiempo me enseña la fuerza de la gente de mi país, y de esa gente que me enseñó a lo largo de estos meses su dignidad, su fortaleza, su amor a la vida, a todos ellos mi gratitud y admiración.
Rosario Aguilar.
rosario.aguilar@inperfecto.com.mx
La sexualidad en teoría nos dice que es el comportamiento psicosocial de un individuos, o sea, qué hablar de la sexualidad de una persona, es hablar de su comportamiento, sus hobbies, (viajes, deportes, entretenimientos), sus actividades, sus aspiraciones (estudios) su interés en la sociedad (política, familia).
Así que la sexualidad se ha hecho presente en toda la historia, y hablar de los cambios que en 1968 se vivieron, es hablar de una apertura necesaria, el primer impacto recibido es saber que la educación sexual no existía, saber que la represión no solo era estudiantil, la sociedad no estaba preparada para contestar todas las preguntas, aunque la sexualidad nunca fue un tema ignorado, si fue un tema marginado, la naturaleza del cuerpo, su propio desarrollo exige aclarar los que sentían sus cambios, por qué la rareza de los cambios, por que sus ánimos volubles, tantos cambios que por respuesta era “no preguntar”.
Encontrar en estos meses tanta información que fue fluyendo, y que me invitó a reflexionar sobre la educación sexual, una educación que a 50 años aún siguen los tabúes, el tiempo es relativo y podemos hablar de los sucesos del 68, es increíble que el rol de la mujer se haya encasillado en el hogar, y que se guardara todo lo que sentía y en sus adentros tenía que reprimir solo por qué tenía que cuidar la “moral” y el ejemplo.
La moral aunque tiene una definición clara, es la costumbre y normas que se consideren para dirigir y juzgar el comportamiento de una persona o de la comunidad, las buenas costumbres y normas de vida, la moral no debería ser tan radical, y no se debería juzgar a nadie, la moral y la biología natural del cuerpo deberían ir de la mano, si se quieren tener buenas costumbres, se debió de hablar con naturalidad acerca de sus cambios y que los adultos también vivieron y que todos vivimos. El juicio hacia los demás que solo lastima y que reprime y que hace que se tomen malas decisiones, justo por no tener una confianza a quienes se supone también dan la vida por sus hijos.
Entender que la represión se inicia en casa y que el lugar que es sagrado para la familia es el mismo lugar donde se genera la imposición, se dice que hacer y qué no hacer, y las costumbres marcarían sus vidas.
La educación en una familia es clave para tener otra visión de la vida y esto daba apertura para que se pudieran romper los roles en la familia, y que se diera la oportunidad de otras visiones, sobre todo en el rol de género, las mujeres podían tener apertura en la escuela, los hombres también tener una participación en asuntos de casa.
La apertura que se dió a las mujeres era ya algo que se debía hacer, (sin minimizar a los hombres) las mujeres eran y son dinámicas, y puede, tener la solución en muchas cosas que no se podían solo ocultar en la cocina, y no se explotaba toda la capacidad que tenían, se dió una apertura grande que rebasó al liberalismo; no se puede juzgar el porqué tanto odio al hombre, aunque tampoco lo comparto.
El equipo que se crea entre un hombre y una mujer puede crear cosas maravillosas, y en conjunto uniendo fuerzas e ideas se pueden complementar, y hacer grandes cosas como una familia por ejemplo.
La homosexualidad también da apertura para liberarse, ser como son, auténticos, lejos de prejuicios y para la familia y sociedad quitarse las telarañas de la cabeza, y aceptar que la sexualidad es diversa y natural, no espantarse por ver “aberraciones” donde no las hay.
La represión definitivamente es el peor mal que tuvimos y tenemos, un tema de reflexión para la sociedad y sobre todo los jóvenes, nadie levanta la voz solo por rebeldía, el dar la libertad para pensar e indagar más allá de los temas que son de su interés, por lo mismo aplaudo que los jóvenes se hayan atrevido a ser rebeldes, a pensar, a levantar la voz y ser los portadores de un cambio que hizo que una nación se consternara, aunque el precio que tuvieron que pagar por su atrevimiento fue muy alto, dando un cambio muy profundo a sus vidas.
La vida ya no fue igual, aunque el noticiero, se empeñaba en ver un día soleado y en ver 20 muertos, y en ver que los jóvenes fueron quienes atacaron primero; la realidad fue otra muy distinta, hoy en día siguen las secuelas de aquella noche, las miradas cambiaron, las voces no se apagaron, aún así se levantaron con más ahínco, y con más fuerza, la vida sigue su cauce y en ese cauce han luchado por seguir con sus ideales, en sus trabajos que les costó mucho forjar, y a la sociedad que dejan, ejemplo de batalla, y no la clásica de un pleito callejero, una batalla de verdadera MORAL, de convicción a la justicia e integridad, una batalla que aunque el triste recuerdo los amilana, se levantan con más fuerza para seguir la batalla, para seguir pidiendo justicia y la paz en sus almas, unas almas cansadas de revivir día a día un 2 de octubre.
¿Se hará justicia? 50 años esperando una justicia que el gobierno no asume como tal, el autoritarismo de castigo ejemplar que solo sirvió para conocer cómo el poder te puede enfermar al grado de atentar contra tu propia gente a quien juraste defender y que tan ruin traicionaste.
1968 En la memoria de México, fue una investigación que en lo personal movió mis emociones, me dió la oportunidad de conocer la verdadera historia, no era la tarea de historia de la primaria, ni la efeméride de octubre, donde con solo una monografía cumplas con tu trabajo, leer y leer y encontrar el hilo de la verdad me indigna, me indigna y me avergüenza que lo llevemos al olvido, ya que como dicen olvidar nos lleva a repetir la misma historia, es por eso que la verdad tiene que defenderse y recordar, y aunque el dolor siga presente que sea el motivo para defender las ideas sobre todo de la juventud.
¡Ni perdón , ni olvido! es el grito que en la marcha de cada año las voces con la frente y la dignidad presente lo aclaman, y es un “ni perdón” que no va ligado al rencor, el “no perdono” va ligado al dolor, un dolor de saber que tu hijo, tu hermano, tu amiga ya no está, un dolor ligado a que tu vida ya no es igual, un “ni olvido” por qué una madre y un padre no pueden olvidar a quien ya no está, un maestro no puede olvidar que el aula está vacía y que quien la ocupaba no volverá, y tu amigo, tu amiga a quien corrías a contar tus locuras no volverá y que los planes que tenían no se cumplirán.
La nostalgia es evidente, pero la experiencia es mucha, y tocar una parte de esta historia y haber compartido con Myrthokleia A. González en largas pláticas, que en este momento está en Guanajuato y uno de sus comentarios es “Nos fue muy bien, bastantes interesados en saber del movimiento estudiantil del 68, para que ellos continúen con el movimiento que les corresponde a la época que están viviendo.” fue un WhatsApp que me envió y me emociona porque levantan e inspiran a los estudiantes a defender sus ideales por un futuro mejor, y que en la historia los adultos, jóvenes y niños somos los que dignificamos a nuestra Patria, ¡ Vivan los estudiantes! ¡viva nuestra gente! ¡viva México!
#InPerfecto