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PROMETER NO EMPOBRECE.

#InPerfecciones

 

Aplaudir y agradecer a un político por aquello a lo que tiene obligación como ceñirse a la ley es como amarrar al perro con longaniza esperando que su instinto lo reconvenga de ser buen chico.

 

Carlos Rosas C.   

carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

Prometer no empobrece, al menos eso es lo que dicen, y al menos en momentos álgidos de un discurso o una charla es muy común emitir semejantes consignas con el llano y simple objetivo de encender el ánimo de quien se encuentra escuchando, y justamente así ocurrió el pasado 2 de octubre durante la ceremonia en la plaza de las tres culturas a la que asistió el presidente electo López Obrador para encabezar el homenaje al movimiento estudiantil de 1968.

 

Sin embargo el tema central no es si su asistencia a dicho evento resulta incómodo o incoherente para detractores o simpatizantes del señor Obrador, lo interesante como siempre es el discurso que emana de la mente de esos personajes que gustan de los mensajes rebuscados a los que hay que ponerles el dedo y el oído encima para intentar decodificar lo que dicen o dejan de decir.

 

Quizá tenga un espíritu un poquito quisquilloso a la hora de recetarme discursos de los próceres que han dedicado el ejercicio de su pasión política a la búsqueda del beneficio de los que menos tienen aunque sea solo en teoría, situación que a más de uno le provoca nauseas cada que la misma cantaleta es escuchada con mensajes que aluden al respeto, honestidad, verdad, y cuanto concepto bondadoso se les ocurre, pero de ahí a tomarse la libertad de escupir  durante una ceremonia donde la sensibilidad se encuentra a flor de piel que “Nunca daré la orden a las fuerzas de seguridad para reprimir al pueblo”, pues parece totalmente fuera de lugar de entrada porque ningún político tiene porque prometer algo a lo que se encuentra obligado a cumplir.

 

No mi estimado López Obrador, prometer, asegurar, o firmar acuerdos donde se establece que no se darán órdenes para la utilización de la fuerza para reprimir al pueblo es un tema que expone la laxitud de su discurso porque a todo el pueblo que usted llama “sabio” lo tiene que respetar sin necesidad de arengar que será buen mandatario o que será benevolente porque usted no es un rey, y si la mayoría en las cámaras se consideran sus esbirros, le recuerdo que la constitución y las leyes que de ella emanan se encuentran por encima de su mandato y la obligación de ejercerla no está a discusión o a capricho de una percepción personal de bondad.

 

Así como la obligación de todo ciudadano es observar la manera correcta de su accionar para asegurar la correcta convivencia entre todos inicialmente por sentido común y posteriormente mediante el conocimiento de la constitución y sus leyes sin necesidad de firmar una carta compromiso o prestar juramento, un juramento que por cierto todos los políticos prestan y se atascan la boca diciendo que de no ser así, que la nación se los demande, aunque está bien visto que eso de las demandas de la nación o se les retaca con promesas, carpetazos, letras de oro, o simplemente con desdén.

 

#InPerfecto

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