#InPerfecciones
La eterna crisis en nuestro país es uno de esos fenómenos que solamente han tocado a ese sector de la población que tiene que soportar discursos que parecen burlas.
Carlos Rosas C.
Las declaraciones de un político deben de tomarse con mesura y sobre todo con mucha paciencia, porque es probable que al paso de unas horas se presente una “fe de erratas” para retractarse o suavizar el dicho que con seguridad ya habrá hecho estragos con las reacciones de nerviosismo, risas o molestia de quienes se encuentran en la periferia de influencia de los que tienen a bien decir o dejar de hacerlo.
A nadie debería sorprender escuchar que México se encuentra en “bancarrota” como lo declaró el presidente electo López Obrador al señalar que recibe un país en semejante condición, de hecho el sector empresarial es el que menos debería rasgarse las vestiduras como Claudio X. González que señala que AMLO ha comenzado a “matizar” su discurso perfilando el incumplimiento de lo ofrecido durante su campaña, pero, hay que preguntarle al sector empresarial ¿quién de ese club de “las madres de la caridad” cumple cabalmente ya no con una promesa de campaña, sino con lo que la ley dispone?
Bancarrota o crisis conceptualmente resulta indistinta para quienes han visto caer el poder adquisitivo de su salario o quienes se ven en la penosa situación de perder su fuente de trabajo, para los profesionistas que no reciben oportunidades, para los obreros, para los maestros, para los campesinos, para todos ellos es la bancarrota, la crisis, el desempleo y la miseria, nunca para los que desvían recursos, nunca para los que se aprovechan de erario, nunca para los que alardean de hacer efectiva una austeridad republicana cuando por más que presuman de lo bajo que ahora será su salario, prestaciones y beneficios no deja de ser ridículamente ofensiva frente al salario que reciben quienes tienen que soportar la “bancarrota” provocada por esa clase política que habla tan a la ligera de la crisis.
Parecerá estéril pedir mesura en las declaraciones que se hacen al calor de una entrevista, sobre todo cuando la sensibilidad de la población se encuentra tan lastimada, y en un estado de expectativa que como ya se ha comentado en otros espacios y ocasiones puede comenzar a radicalizarse en tanto no se le dé cumplimiento a esos ofrecimientos que fue muy fácil poner en la mesa durante la campaña electoral.
Si el discurso habrá de cambiarse o suavizarse ya no importa, lo que queda muy claro es que el tiempo para hablar “derecho” se está terminando de cara a la toma de posesión y la postura del perdón comienza a sonar redundante y carente de sustento, porque es cierto que prometer no empobrece, al menos no para quienes le dan el mismo valor al incumplimiento que a la palabra empeñada.
#InPerfecto