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UTOPÍAS RESIDENCIALES, Y EL ESTATUS SOCIAL A LA VENTA.

1968, EN LA MEMORIA DE MÉXICO

El apogeo industrial y el acelerado crecimiento demográfico que lo acompañaron condujeron a la Ciudad de México a modificar su fisonomía urbana y social en poco tiempo.

 

Carlos Rosas C.   

carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

La Ciudad de México ha cambiado su fisonomía constantemente, y se encuentra en desarrollo ininterrumpido debido al constante ir y venir de sus habitantes y los constantes cambios político-económicos, y claro está que socialmente la conformación de los sectores poblacionales y su ubicación se convierte en un tema de índole casi estratégico ya que con el deterioro de la economía las imágenes más dramáticas de hacinamiento urbano ya forman parte de nuestro imaginario.

La década de los años cincuenta y sesenta trajo consigo la implementación de modelos vivienda copiados de los Estados Unidos y Europa donde la masificación de la vivienda fue considerada un avance en la forma en que la arquitectura haría frente a esta necesidad social.

Comencemos retomando el desarrollo al norte de la Ciudad de México donde entre el crecimiento poblacional, la migración, el desarrollo industrial y la expectativa de un estatus social trae consigo una explosión del mercado inmobiliario con la creación de fraccionamientos y unidades habitacionales, y en esta ocasión toca el turno a los fraccionamientos al norte de la ciudad para posteriormente adentrarnos en las unidades habitacionales y su aportación a la arquitectura de los años cincuenta y sesenta.

 

UTOPÍAS RESIDENCIALES EN LA CIUDAD DE MÉXICO DE LOS AÑOS CINCUENTA Y SESENTA

En los años cuarenta y cincuenta se inicia el vertiginoso crecimiento de la Ciudad de México: vertiginoso tanto en las cifras como en los cambios ocurridos en la experiencia metropolitana de quienes emigraron a los nuevos suburbios emergentes ante el acelerado crecimiento demográfico. La suburbanización estuvo acompañada por un fuerte proceso de modernización de la ciudad y por el desarrollo de un imaginario asociado a aquél.

Este proceso se dio también en el resto de la metrópoli bajo la influencia de nuevos modelos residenciales y de consumo, a menudo importados de los Estados Unidos (como ejemplo baste mencionar la apertura de centros comerciales o malls a mediados de los cuarenta o la inauguración del autocinema en los sesenta, el uso masivo del automóvil, etc.).

El surgimiento del suburbio de la clase media en los años sesenta, en particular en el noroeste del área metropolitana de México, es indisociable de estos cambios. Aunque la suburbanización ya había empezado a inicios de siglo XX, cuando las familias adineradas comenzaron a abandonar el centro histórico para instalarse en el sur, en el norte y el oeste de la ciudad (Condesa, Tacubaya, Villa de Guadalupe, San Cosme, etc.), podemos pensar que el tipo de suburbanización que se inicia en los años cincuenta se encuentra estrechamente vinculado con la formación de una «nueva» clase media ligada al desarrollo industrial y de servicios ocurrido a mediados del siglo XX, y no tanto a la antigua «burguesía».

El fraccionamiento Ciudad Satélite, desarrollado hacia 1958 en el norte del municipio de Naucalpan en el noroeste del conurbano, constituye un ejemplo de ello, pues seguramente jugó un papel emblemático en la producción de un imaginario residencial y de modos de vida suburbanos de clase media, fuertemente vinculados con formas de consumo y de desplazamiento en expansión, particularmente el acceso al auto.

Este desarrollo residencial debía ser una ciudad satélite de la Ciudad de México según conceptos adaptados del pensamiento urbanístico progresista europeo (Pani, 1958); sin embargo, debido a la especulación inmobiliaria, se convirtió en el centro alrededor del cual giraron nuevos fraccionamientos, como planetas emergentes en la nueva periferia de la zona metropolitana de finales de los cincuenta.

Cabe destacar que Ciudad Satélite no fue el primer fraccionamiento diseñado bajo los principios funcionalistas y progresistas en la Ciudad de México, pues Lomas de Chapultepec surgió en los años treinta como un espacio meramente habitacional, sin comercios y fuertemente aunado al uso del automóvil. Aunque se trató de un proyecto residencial destinado a las elites adineradas, sin intención de convertirse en un modelo habitacional de reproducción masiva. Quizás resulta poco productivo definir con exactitud cuál fue el primer fraccionamiento residencial de clase media, lo que resulta importante, en el caso de la Ciudad de México, es que el noroeste de la zona metropolitana presentó una urbanización sin precedente debido al desarrollo de los nuevos fraccionamientos para sectores medios y medios altos, así como a la fuerte industrialización de los municipios de Naucalpan, Tlalnepantla y Atizapán de Zaragoza en el Estado de México, y que Ciudad Satélite constituyó sin duda un modelo del habitar suburbano.

El apogeo industrial y el acelerado crecimiento demográfico que lo acompañaron condujeron a la Ciudad de México a modificar su fisonomía urbana y social en poco tiempo. El desarrollo económico y las oleadas de migrantes que llegaron con éste, llevaron a la ciudad a modernizarse ante la demanda creciente de vivienda, de equipamientos, de industrias y de mayor movilidad hacia zonas cada vez más periféricas.

Las limitaciones impuestas a la construcción de fraccionamientos residenciales en el Distrito Federal en 1954, decisión del regente Uruchurtu (siguiendo los principios de un urbanismo meramente funcionalista que alejaría toda fuente de desorden de la ciudad centro), incitó a los promotores inmobiliarios a buscar nuevas salidas para sus productos.

Ante el éxito de la comercialización de Ciudad Satélite, se promovieron casi paralelamente otros nuevos fraccionamientos que lo único que podían prometer era el atractivo de vivir en el campo, subrayando que no quedarían muy lejos de la ciudad central, y la posibilidad de incrementar el capital familiar al invertir en la compra de un terreno o casa en un sector de la ciudad que estaba consolidándose.

 

A  Mario Pani se le considera como uno de los arquitectos de la modernidad, pues fue el promotor y autor de grandes proyectos modernos tanto en la ciudad de México como en otras ciudades. Además de construir una serie de importantes edificios y casas en las principales avenidas y zonas de la ciudad, realizó obras educativas (Ciudad Universitaria que es su obra más famosa, Escuela Nacional de Maestros, Conservatorio Nacional de Música) y de vivienda (unidades habitacionales enormes como Tlatelolco y Santa Fé, o de menor tamaño como los multifamiliares Juárez y Miguel Alemán) que se convertirían en iconos urbanos altamente reconocidos.

Cabe mencionar que Jardines del Pedregal de San Ángel, obra de Luis Barragán, otro de los arquitectos más connotados de la época, fue un fraccionamiento que compartió características similares a las de Ciudad Satélite, como el hecho de ser un lugar planeado bajo los principios del funcionalismo progresista. Sin embargo, desde el inicio fue pensado como un fraccionamiento residencial exclusivo, destinado para una población de muy alto nivel socioeconómico, sin mayores pretensiones sociales, como fue el proyecto original de la ciudad satélite de Pani.

El pintor Diego Rivera propuso, en un texto de 1945, que se tomara como modelo «las obras realizadas por Frank Lloyd Wright en terreno rocoso», que demuestran la posibilidad de las condiciones propuestas y su resultado plástico, para erigir un fraccionamiento residencial en los hermosos terrenos del Pedregal. Finalmente, en 1948, el arquitecto Luis Barragán concretó la idea al proponer un desarrollo residencial en ese sitio, idóneo para combinar naturaleza y funcionalismo de manera armoniosa. Este nuevo fraccionamiento periférico, surgido a mediados de los años cuarenta, impulsó sin duda la urbanización en el entonces extremo sur de la zona metropolitana, junto con otros equipamientos como la reciente Ciudad Universitaria, aunque más tarde.

La ciudad del mañana a la que tanto se aficionaron las élites mexicanas, seguidas por las clases medias, corresponde a propuestas urbanísticas y arquitectónicas que se convertían en el símbolo del progreso y de la modernidad en las ciudades en que se implantaban (Brasilia constituye quizá el ejemplo más importante).

Lo que dejan ver los anuncios de estos desarrollos residenciales es la influencia de las distintas corrientes del urbanismo desarrolladas a principios del siglo XX, pero que no se generalizaron sino hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Las ideas de Le Corbusier, de los precursores de la ciudad jardín y de F. L. Wright aparecen de alguna manera expresadas en los diseños de los nuevos fraccionamientos que forjaron la periferia de la Ciudad de México en la segunda mitad de los años cincuenta. Como ejemplo, basta recordar el diseño de Ciudad Satélite, que fue uno de los fraccionamientos que, junto con Jardines de Pedregal con otros supuestos sociales, sirvieron sin duda como modelo para el desarrollo de los demás en esa época.

Estimados Inperfectos, no se pierdan nuestra siguiente entrega donde nos adentraremos en el auge que tuvieron las unidades habitacionales en la Ciudad de México durante la década de los años sesenta y que sin duda forman parte del referente arquitectónico de la ciudad y desde luego de la Memoria de México.

Fuente

https://journals.openedition.org/orda/3354

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