1968, EN LA MEMORIA DE MÉXICO
EL DISEÑO Y LA IMAGEN DEPORTIVA
Eduardo Morales
dorado.deportes@inperfecto.com.mx
Amigos, queridos míos, saludos cordiales, en esta ocasión veremos el esfuerzo que se hizo para
poder lograr todo el sistema visual de aquellas lejanas Olimpiadas del 68, el impacto que logró
tener hasta llegar a ser un gran referente a nivel mundial en lo que se refiere a diseño
deportivo, Es importante considerar que en los años 60’s el diseño gráfico era todavía
considerado como un lujo, de hecho la educación en general era un lujo, por lo que en México
no había educación formal al respecto, ósea que no había carrera de diseño gráfico… Lo pueden
creer?
Hasta hoy, el diseño del logo, iconos y memorabilia vinculados a Mexico 1968 son considerados
como unas de las principales propuestas visuales del diseño gráfico.
Por aquellos años la Ciudad de México como ya saben, experimentaba una apertura a la
modernidad y a la psicodelia que afortunadamente embonó a la perfección con el enorme
bagaje que desde siglos atrás impregnada la cultura nacional. Fue así como desde el logo, los
colores y la manera de estructurar cada detalle dentro de un todo compacto y bien definido le
dio a México la identidad que tanto tiempo llevaba buscando. Se entró en los primeros planos
mundiales no presumiendo, sino compartiendo lo que somos.
El concepto gráfico para estos Juegos Olímpicos estaba puesto en manos de la sencillez,
pensando en la fácil comprensión de todo el público sin importar su lugar de origen.
Esta labor titánica corrió a cargo de un tal Eduardo Terrazas, coordinador general del programa
y del área de diseño urbano, quien conformó un equipo multidisciplinario con Beatrice
Trueblood, quien se encargó de lo relativo a las publicaciones olímpicas; Manuel Villazon y un
equipo de diseño estudiantil donde participaron cerca de quince mil estudiantes mexicanos;
Peter Murdoch; Lance Wyman; Alfonso Soto Soria; Abel Quezada; Jesús Virchez Alanís; Mathias
Goeritz; Bob Pellegrini; Michael Gross; Julia Jonhson y como siempre sucede en estos casos;
apelando a los artesanos indígenas, huicholes.
Los señalamientos de eventos deportivos se alejaron del lugar común y en lugar de mostrar a
deportistas en acción, mejor se simplificaron para representar un objeto o característica de la
actividad cultural o deporte en cuestión.
La Ciudad de México, confusa desde su origen, entró en un orden donde los colores e íconos
servían como la guía más efectiva. Las principales avenidas de la ciudad fueron representadas
por un color en específico, y afuera de los escenarios olímpicos había distintivos coloridos que
hacía llegar a su destino hasta al más despistado.
El logo corrió a cargo del estadounidense Lance Wayman, quien llegó a México desde 1966 para
diseñar un sistema gráfico inspirado en las líneas y colores que por siglos han acompañado a los
pueblos indigenas. El resultado no sólo transmitía las tradiciones mexicanas, sino también un
sentido de modernidad y movimiento que buscaba reafirmar la identidad de México en el
extranjero y quitar esa imagen de sombreros y sarapes.
Incluso los pequeños detalles, como los vestidos de las edecanes siguieron la misma línea.
Hasta hoy el trabajo realizado en aquella época sigue siendo objeto de estudio en el Diseño
Gráfico pues todo fluyo de manera natural y conceptual
#InPerfecto