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LA ONDA

1968, EN LA MEMORIA DE MEXICO

 

Carlos Rosas C.
carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

 

Estimados “Inperfectos”, el Boom Latinoamericano dejó a su paso la puerta abierta del cambio en la literatura y la ruptura con la escuela clásica, todo ese potencial ha permeado en la forma de expresión, y en México se presenta un movimiento literario que logró trasender de manera importante. Sigan con nosotros para descubrir “la Onda”.

 

La literatura de la Onda es un movimiento literario surgido en México durante la segunda mitad de los años sesenta con la aparición de dos novelas: Gazapo en 1965, de Gustavo Sáinz, y De perfil 1966, de José Agustín.

Se conformó por jóvenes que pretendían una ruptura con la literatura tradicional a través de un lenguaje más abierto y franco. Este movimiento es considerado en muchos aspectos contracultural, y ha funcionado como una válvula de escape a problemas tan graves como la matanza de Tlatelolco y la represión de la del PRI, expresada nuevamente en el del 10 de junio de 1971.

 

Los jóvenes de la Onda subrayan la suciedad como valor contra la limpieza y las “buenas maneras”, proclaman el amor y la paz contra la violencia, ejercen la libertad sexual, rompen tabúes y acepta la pornografía, consumen drogas, adoptan el hipismo norteamericano como forma de vida, son fanáticos del rock y de la música pop, se asombran ante el universo tecnológico que durante esa década abrió nuevos caminos al música y al sonido, desprecian a los que se alinean al sistema, a los “fresas”, a la “momiza”, describen el deterioro y la crisis de la familia, viven la amenaza de ser devorados por el sistema, de ser absorbidos por la sociedad que rechazan, o bien, temen perder su “autenticidad”, pues muchos de ellos se encuentran en la edad crítica de los treinta años y, ante la amenaza de la “edad adulta, retoman actitudes adolescentes. El término fue acuñado por Margo Glantz quien lo utilizó para referirse coloquialmente a los jóvenes que producían los textos en ese entonces, que procede de una explicación simple: los jóvenes de la época comenzaron a utilizar la palabra onda: “¿qué onda?”, “agarra la onda”. A esta narrativa producida por José Agustín, Gustavo Sainz y Parménides García Saldaña solía incluirse a otros escritores como Gerardo de la Torre, Jorge Arturo Ojeda, Luis Carrión, Rene Avilés Fabila.

Se enriquece cada año con un numero mayor de autores que van depurando, ensayando y agotando muchos tipos de obras narrativas, creando estilos, estableciendo una competencia, produciendo lo que Carpentier llama una novelística: «Puede producirse una gran novela en una época, en un país. Esto no significa que en esa época, en ese país, exista realmente la novela. Para hablarse de la novela es menester que haya una novelística»
Ignacio Trejo Fuentes define este movimiento de la siguiente forma: “La Onda va mucho más allá del cliché idiomático, conlleva connotaciones de mayor envergadura pues retrata gran parte de los modos de vida, inquietudes y propósitos de los jóvenes sesenteros (y posiblemente de los de finales de la década procedente), que podrían resumirse en el concepto de rebeldía ante los modelos sociales, familiares y hasta políticos establecidos. Sí, los onderos enarbolan el estandarte de la inconformidad y se empeñan en azotarla en el rostro de quienes representan los motivos de tal descontento.” (La literatura de la Onda y sus Repercusiones, I. Trejo Fuentes)

Aspectos como la guerra de Vietnam, la desconfianza en la autoridad, el amor como contra ataque de la violencia, influenciaron, sin duda, este movimiento de contracultura; donde a grandes rasgos proponían temas sobre conflictos de la “brecha generacional” entre los jóvenes y la vieja moral conservadora, contra la cultura capitalista fundada en el trabajo y el consumo materia.

 

La mayoría de los cuentos y relatos que se atribuyeron dentro de “la Onda” tenían como protagonistas a jóvenes citadinos que incluían en su forma de expresarse el ritmo de la música pop y un gran manejo de ironía, humor y albures. Se caracterizaban por el júbilo desenfrenado hacia el placer y por otro lado la caída en estados límite de la conciencia y la existencia humana. La Onda trama sus narraciones y relatos en un dibujo complejo de simbologías y alegorías antimíticas, que tienen referentes múltiples en la literatura culta y a la vez en la cultura popular contemporáneas.

 

El lenguaje que emplea el narrador de la Onda para enunciar las actividades de los personajes, las situaciones decadentes y tan llenas de realismo, se alimentan de las jergas de los ambientes más marginales, reflejando nuevas experiencias y aires de renovación dentro de la narrativa mexicana.

 

El narrador de la onda tiene su única herramienta que lo distingue y lo singulariza por sobre la literatura contemporánea de ese periodo, era su lenguaje. Recoge los usos de la calle mediante su manera única de combinar las palabras, de transgredir incluso la sintaxis normativa, estimula una nueva percepción del mundo y de los términos que lo designan; renuncia a los lugares comunes y a los tópicos que transmiten, precisamente, una visión vulgar y simplista de las relaciones entre los seres humanos.

 

El sujeto de la Literatura de la Onda, es un individuo insatisfecho, con un grado de conciencia que va en un proceso ascendente. Es destacable que al igual que el Narrador, el sujeto, utiliza un lenguaje popular, es un lenguaje muy directo y cargado de anglicismos. A los protagonistas de José Agustín y Gustavo Sainz, el mundo de sus padres les parece falso y mentiroso, de instintos sexuales públicamente reprimidos y una religiosidad reducida a formulas y rituales exánimes; un mundo en que las apariencias valen más que el verdadero ser.

 

No eran sólo personajes arquetipos y desarrollados en base a un modelo, el sujeto-personaje trascendía de los libros y se representaba al lector como espejo de su situación histórico-social; el reflejo y proyección de la realidad en la literatura de la onda no podía ser más evidente. Son personajes que rompen toda subordinación a la autoridad; el individuo se destaca siempre con una necesidad de buscar su identidad, aun sin embargo, sin conocer el camino para encontrarla. No hay vuelta de hoja. La amenaza de perder la identidad estaba muy cerca.

 

El sujeto-personaje se ve enfrentado a lo real, al mundo exterior; por tal motivo la lectura se convierte muy conversacional, ellos deciden que es lo que van a contar y determinan el curso narrativo de la obra. Es indudable que el personaje es la representación de una generación de televisión, del rock y de la liberación sexual, tal motivo, ocasiona que pierda ese vínculo sus raíces, prefiriendo entregarse a una “subcultura”, de aventuras y encuentros en el mundo exterior, sin orden y sin tiempo.

 

La Onda, describió y retrató un momento histórico específico de México. Todos los textos que aparecieron dentro de este movimiento se integraron a un modelo social, provocando un proceso de toma de conciencia en los adolescentes, justamente cuando México se encontraba en una crisis de nacionalismo. Los procesos culturales han cambiado, al igual que el literario. El establecimiento y la búsqueda de una identidad no es algo nuevo, sin embargo, la literatura de la Onda, profundizó dentro de un sistema con la declama de una nueva revalorización en la relaciones individuo-sociedad, y una percepción de conciencia critica frente a una enajenación de la sociedad.

 

Estimados InPerfectos, continúen con nosotros en la siguiente entrega que por supuesto nos traerá aspectos mas interesantes de aquel momento que se quedó en La Memoria de Mexico.

 

#InPerfecto

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