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CIUDAD UNIVERSITARIA, EL MONUMENTAL HOGAR DE LOS ESTUDIANTES

1968, EN LA MEMORIA DE MÉXICO

 

Carlos Rosas C.

carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

La ciudad de México llega a la mitad del siglo XX con un aire de optimismo derivado del crecimiento económico y la creciente urbanización que le dan un aspecto sui generis que oscila entre lo citadino y lo rural, lleno de contrastes que le dan un carácter pacifico de magníficos paisajes que aun evoca al pasado histórico que los antepasados se llevaron en la memoria.

Atrás quedaron las construcciones porfirianas llenas de reminiscencias afrancesadas y el seductor Art Decó plagado de simetría geométrica de elegantes aristas para dar paso al pujante funcionalismo que ha venido permeando en el ejercicio de la arquitectura desde el gobierno del General Lázaro Cárdenas ya que la tendencia socialista se empato con la crítica a la arquitectura neo estilística que gustaba de la repetición de los estilos antiguos que no respondían ni a las necesidades básicas de habitabilidad ni a la ideología de transformación, Juan O ‘Gorman, Juan Legarreta, y Álvaro Aburto son exponentes que lideran al racionalismo arquitectónico en México donde la ausencia de ornamentación, las losas planas, la estandarización y sobre todo la economía en los procesos constructivos dieron pie a obras de una sencillez geométrica exquisita  como la casa estudio de Diego Rivera y Frida Kahlo en 1931 diseñada por Juan O ‘Gorman que será un referente muy avanzado para su tiempo.

“La verdadera arquitectura no es aquella que persigue la forma por la forma,

sino el máximo de eficiencia con el mínimo de esfuerzo; sin embargo, no se niega la posibilidad de que la obra arquitectónica sea bella, pero sólo como una

consecuencia de su funcionalidad.”

 

Juan O ‘Gorman

 

¿Como poder imaginar la historia de la Ciudad de México sin la presencia de Cuidad Universitaria?, ese lugar que se convirtió en un hito desde sus antecedentes en 1928 cuando la idea emanada de los alumnos de la entonces Escuela Nacional de Arquitectura proyecta un campus al sur de la cuidad en lo que hoy es la zona de hospitales en Huipulco sin que llegue a prosperar hasta el año de 1943 cuando se toma la decisión de que la zona del pedregal es el lugar idóneo para llevar a cabo tan grande empresa que tendrá una gran influencia de la tendencia funcionalista que le doto de ese carácter monumental.

 

El 5 de junio de 1950 los periódicos nacionales dieron cuenta de la ceremonia de colocación de la primera piedra del campus de la Universidad Nacional Autónoma de México con una inversión inicial de 14 millones de pesos y un plazo de construcción de cinco años. Mario Pani y Enrique del Moral, profesores de la Escuela Nacional de Arquitectura ganan el proyecto tomando en cuenta “el croquis en conjunto de tres alumnos, que eran: Enrique Molinar, Armando Franco y Teodoro González de León.

 

Los primeros edificios en construirse fueron los de Jurisprudencia, Economía y Filosofía y Letras además del estadio que a la postre sería el escenario de los Juegos Olímpicos de 1968. El 20 de noviembre de 1952 se efectuó la “Dedicación de la Ciudad Universitaria”, ceremonia encabezada por el presidente Miguel Alemán, con la que se inauguró oficialmente la Ciudad Universitaria. La mudanza de las escuelas dio comienzo en 1953 y fue coordinada por el doctor Nabor Carrillo, quien había tomado posesión como rector en febrero de ese año. En marzo de 1954 dieron inicio las actividades escolares.

 

 

El trabajo de todo el equipo, liderado por el arquitecto Carlos Lazo fue de  ejemplar eficiencia. Predominaron el uso óptimo de los recursos, el orden y una rapidez inusual que permitió que las obras concluyeran en menos de tres años. En México nunca se había convocado a tantos arquitectos e ingenieros y artistas plásticos: más de sesenta proyectistas, doscientos residentes, contratistas y supervisores, y cerca de diez mil obreros se dieron cita en esta obra.

El proyecto fue dividido en varias zonas: escolar, habitaciones de estudiantes, práctica de deportes, estadio de exhibición y servicios comunes.

 

La lista de participantes y sus obras es la siguiente:

 

Biblioteca Central, Juan O ‘Gorman, Gustavo M. Saavedra y Juan Martínez de Velasco; Museo, Instituto de Arte y Escuela de Arquitectura: José Villagrán García, Alfonso Liceaga y Xavier García Lascuráin; Facultad de Ciencias e Institutos: Raúl Cacho, Eugenio Peschard y Félix Sánchez Baylón; Facultad de Filosofía y Letras e Institutos: Enrique de la Mora, Enrique Landa y Manuel de la Colina; Escuela de Jurisprudencia: Alonso Mariscal y Ernesto Gómez Gallardo; Escuela de Economía: Vladimir Kaspé y José Hanhausen; Escuela de Comercio y Administración: Augusto H. Álvarez y Ramón Marcos; Escuela de Ciencias Políticas y Sociales: Max Amábilis, Francisco Calderón y David Muñoz; Escuelas de Ciencias Químicas: Enrique Yánez, Enrique Guerrero y Guillermo Rossell; Escuela de Ingeniería, Instituto de Biología: Francisco J. Serrano, Luis MacGregor Krieger y Fernando Pineda; Escuela de Medicina: Domingo García Ramos, Homero Martínez de Hoyos; Roberto Álvarez Espinoza, Pedro Ramírez Vázquez, Ramón Torres y Héctor Velázquez; Escuela de Odontología: Carlos Reygadas, Silvio Margáin Gleason y Jesús Aguilar; Escuela de Veterinaria: Félix Tena, Fernando Bárbara Zetina y Carlos Solórzano; y Pabellones de Física Nuclear, Rayos Cósmicos y Gravitación: Jorge González Reyna y Félix Candela. En el terreno deportivo o de esparcimiento: Jorge Rubio, Eugenio Urquiza y Carlos B. Zetina, Club Central; Baños y Vestidores de mujeres y piscina de natación: Félix T. Nuncio M., Ignacio López Bancalari y Enrique Molinar; Estadio Olímpico: Augusto Pérez Palacios, Jorge Bravo y Raúl Salinas; Frontones: Alberto T. Arai, puentes y pasos a desnivel estuvieron a cargo de Santiago Greenham y Samuel Ruiz García.

 

Ciudad Universitaria se convertirá a partir de 1954 en el crisol casi mítico de las ideas revolucionarias que se reunieron para hacer frente a los años sesenta puesto que se convirtió en la casa de las grandes asambleas y el constante empuje de una generación que se abrió paso para levantar la voz en 1968 cobijados por el majestuoso paisaje de líneas horizontales y verticales, grandes ventanales, acabados aparentes, pavimentos pétreos, espejos de agua, murales, y grandes extensiones verdes en un juego de armónica belleza que ha quedado para siempre en la memoria de México.

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